Apolinar Dávila Contreras.
temimilli.tlachixqui.tochpan@live.com.mx
He leído a un “prestigioso columnista” que en el desarrollo de su trabajo sostiene que la mayoría de los trabajadores de este país no quiere estar inscritos en el régimen del seguro social (IMSS).
Que ocultos planes defiende este columnista, será que piensan que los trabajadores que ganamos menos de cinco salarios mínimos padecemos deficiencias mentales (que estamos idiotas o locos) en promedio un trabajador local percibe uno y medio salarios mínimos que traducidos a devaluados pesos mexicanos son ochenta pesitos, quien en su sano juicio piensa que después de pagar doce pesos al menos de pasajes le quedarían sesenta y ocho pesos para dar de comer en promedio a un cónyuge que no siempre tiene empleo y dos hijos, cuanto podría ahorrar aun y cuando en este país las tarifas de energía eléctrica, agua potable, gas están al alcance de cualquier bolsillo siendo de las mas baratas del mundo y todo gracias a las políticas económicas propuestas por grandes cerebros financieros mexicanos y aprobadas por una proba clase política mexicana defensora a ultranza de sus congéneres.
Pues continuamos: de esos sesenta y ocho pesos restantes sustraigamos tres pesos de agua potable, tres pesos de energía eléctrica, dos pesos de gas, diez pesos de renta de un cuarto, diez pesos de un kilogramo de tortillas, diez pesos de tomate, dos pesos de aceite, tres pesos de pasta para sopa, cinco pesos de frijoles, diez pesos para escuela, cinco pesos para agua de garrafón (recordar que el agua potable no es potable), quedarían libres cinco pesitos que si los sumamos con eso se compra el refresco de preferencia de dos litros por semana.
Luego entonces, si se enferma, si se accidenta, de donde o a donde, ahí es donde entra el IMSS, que da coraje la pésima atención, si claro, que da coraje que no tengan toda la medicina, si claro, que no le hagan todos los estudios el mismo día, si claro, pero al final es la única opción, porque de otra forma cual, de donde pagar el costo de una consulta particular, y las radiografías, ultrasonidos, análisis clínicos de forma particular, y las medicina adquirirlas también de forma particular, si como no.
Y si el enfermo necesita cirugía y en el peor de los escenarios se muere, y era el sostén familiar, quien va a dar aunque sea una paupérrima pensión, quien, por eso muchos consideramos al IMSS como un mal necesario, y de ahí a decir que no lo queremos hay un trecho.
temimilli.tlachixqui.tochpan@live.com.mx
He leído a un “prestigioso columnista” que en el desarrollo de su trabajo sostiene que la mayoría de los trabajadores de este país no quiere estar inscritos en el régimen del seguro social (IMSS).
Que ocultos planes defiende este columnista, será que piensan que los trabajadores que ganamos menos de cinco salarios mínimos padecemos deficiencias mentales (que estamos idiotas o locos) en promedio un trabajador local percibe uno y medio salarios mínimos que traducidos a devaluados pesos mexicanos son ochenta pesitos, quien en su sano juicio piensa que después de pagar doce pesos al menos de pasajes le quedarían sesenta y ocho pesos para dar de comer en promedio a un cónyuge que no siempre tiene empleo y dos hijos, cuanto podría ahorrar aun y cuando en este país las tarifas de energía eléctrica, agua potable, gas están al alcance de cualquier bolsillo siendo de las mas baratas del mundo y todo gracias a las políticas económicas propuestas por grandes cerebros financieros mexicanos y aprobadas por una proba clase política mexicana defensora a ultranza de sus congéneres.
Pues continuamos: de esos sesenta y ocho pesos restantes sustraigamos tres pesos de agua potable, tres pesos de energía eléctrica, dos pesos de gas, diez pesos de renta de un cuarto, diez pesos de un kilogramo de tortillas, diez pesos de tomate, dos pesos de aceite, tres pesos de pasta para sopa, cinco pesos de frijoles, diez pesos para escuela, cinco pesos para agua de garrafón (recordar que el agua potable no es potable), quedarían libres cinco pesitos que si los sumamos con eso se compra el refresco de preferencia de dos litros por semana.
Luego entonces, si se enferma, si se accidenta, de donde o a donde, ahí es donde entra el IMSS, que da coraje la pésima atención, si claro, que da coraje que no tengan toda la medicina, si claro, que no le hagan todos los estudios el mismo día, si claro, pero al final es la única opción, porque de otra forma cual, de donde pagar el costo de una consulta particular, y las radiografías, ultrasonidos, análisis clínicos de forma particular, y las medicina adquirirlas también de forma particular, si como no.
Y si el enfermo necesita cirugía y en el peor de los escenarios se muere, y era el sostén familiar, quien va a dar aunque sea una paupérrima pensión, quien, por eso muchos consideramos al IMSS como un mal necesario, y de ahí a decir que no lo queremos hay un trecho.
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He leído a un “prestigioso columnista” que en el desarrollo de su trabajo sostiene que la mayoría de los trabajadores de este país no quiere estar inscritos en el régimen del seguro social
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Julie
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