Las pluris del PRI
Luis Velázquez
Un número incalculable de priistas vive horas cardiacas. El 3 de junio vencerá la fecha del Instituto Electoral de Veracruz (IEV) para el registro de candidatos a diputados locales pluris, los privilegiados del sexenio próspero, para ocupar un escaño en el Congreso, sin hacer campaña, sin exponerse a una derrota, sin gastar un solo centavito.
Quedan 13 días para el desenlace. Quizá menos. Los aspirantes viven con el cel en la mano esperando la llamada telefónica. Depende su destino de un solo político: el gobernador, el jefe máximo del priismo jarocho.
Y más, por lo siguiente: de acuerdo con las versiones, días anteriores, el jefe máximo habría sido categórico: nadie está amarrado, nadie la tiene segura. Ni siquiera, vaya, su antecesor, de quien ha trascendido iría en el número uno de la lista.
Todo el poder político y social del mundo está concentrado en el jefe máximo. Lo decía Enrique González Pedrero de Antonio López de Santa Anna: “El país de un solo hombre”. Lo estableció Plutarco Elías Calles en 1929: el presidente de la República y el gobernador en turno son el jefe del Poder Ejecutivo, el jefe de los poderes Legislativo y Judicial, el jefe de las finanzas, el jefe de las policías, el jefe del partido en el poder, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, el jefe de la cúpula empresarial y eclesiástica, y para redondear el candado, el jefe de la prensa escrita, hablada y digital.
El destino, pues, de un montón de priistas en manos de un solo hombre, que en las últimas semanas ha estado sometido a un fuego cruzado, a un bombardeo… desde el altiplano.
Según la ley electoral jarocha, ningún partido político puede tener más de 30 diputados, entre unis y pluris. 30 son los candidatos unis al Congreso; 20 serán los candidatos pluris.
Pero de los 20, sólo entrarán una parte mínima. Acaso cuatro, cinco, seis… si bien les va, aproximadamente, por eso mismo la tensión cardiaca entre los aspirantes priistas a la curul pluri se multiplica y, por tanto, se dispara el poder político del jefe máximo, pues un 75 por ciento de quienes sean palomeados son “nacidos para perder”. Irán de relleno. Son, como dice el politólogo Carlos Ernesto Ronzón Verónica, “productos desechables”.
De ahí que todos, sin excepción, esperan que el dios terrenal los considere y ubique en los primeros espacios y lugares para aterrizar en el Congreso.
Bastaría referir que por ahora solo dos, quizá, estarían amarrados.
El insaciable profesor Juan Nicolás Callejas Arroyo, propietario desde hace 30 años del SNTE, cinco veces diputado local y federal, siempre por la vía pluri, moviéndose a nombre del sindicato para la sexta curul, claro, pluri, además de que el jefe máximo le habrá otorgado dos curules más, unis, más 150 candidaturas a regidores para “el equipo” de sus maestros allegados.
La segunda amarrada es una mujer. Ya se sabe, la llamada cuota de género, como si se tratara de una limosna para la población femenina, que significa más del 50 por ciento de la población nacional.
Y si tal circunstancia se cumple, se habla de que la trascendida es Erika Ayala, secretaria General del CDE del PRI, la Lady Elmo (Elizabeth Morales), de cuyo búnker de reinis y barbies forma parte.
SEGÚN LA SUMISIÓN ROJA, EL PREMIO POSTERIOR
El jefe máximo deslizará su elección en las próximas horas, días. En tanto, el presidente (en turno) del CDE del PRI acatará la orden superior. Y más si se recuerda que la oficina del PRI es una ampliación de la oficina del góber en turno. Siempre ha ocurrido así. Desde Plutarco Elías Calles, los presidentes del PRI son empleados del jefe máximo.
El góber fogoso, por ejemplo, operó con seis presidentes (otro concepto es que sean líderes): Adolfo Mota (hasta 2004), Edel Álvarez Peña (hasta 2006), Ricardo Landa Cano, “El gato modorro” (hasta octubre 2007, con 154 alcaldías y 29 diputaciones ganadas, y quien siete días después de ser ungido subsecretario de Gobierno cayera de un caballo en una charreada en Acayucan), José Yunes Zorrilla (hasta 2008, cuando perdiera el Senado), el toluco Jorge Alejandro Carvallo Delfín, “El naricitas” (hasta agosto 2010); Ranulfo Márquez, “El Ranulgate”.
En tanto, Javier Duarte lleva dos presidentes: Héctor Yunes Landa y Erick Lagos Hernández.
Y en el caso de los ocho presidentes del CDE del PRI, los ocho han sido empleados del gobernador en turno. Así lo marca el sistema político. Incluso, y a partir de la sumisión son premiados con cargos públicos, pues luego del PRI la vida sigue. Y con frecuencia, los titulares llegan a las nubes. José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, senadores de la República, listos para treparse desde la Cámara de Senadores a la candidatura a gobernador en el 2016; Adolfo Mota, desde la SEV continúa soñando, vía el senador Emilio Gamboa Patrón, su cuaderno de doble raya, con el trono imperial de Veracruz.
Por eso es que Erick Lagos, como amanuense, burócrata, secretario del jefe máximo, sólo espera la lista de los pluris para el registro en el IEV. Nadie en la militancia priista objetará la decisión del jefe, un hombre casi infalible, semidios. Poder inmenso que todo lo toca, incluye y excluye, según su voluntad, sus neuronas, su corazón, el hígado. El día nublado. La noche lluviosa.
Nadie limita el poder del jefe máximo en Veracruz. En el Poder Legislativo, por ejemplo, hasta los diputados de la oposición han terminado reducidos a los más duartistas. Los magistrados del Poder Judicial, esperando la autorización para jubilarse con una pensión de 120 mil pesos mensuales, por tanto, más sumisos que Erick Lagos. La iniciativa privada, cachando obra pública y privilegios y que les paguen los pendientes. La cúpula eclesiástica, cabildeando para que nadie les tumbe la ley anti-aborto ahora que la insurgencia se ha expresado en otras entidades federativas. Etcétera.
Una fuerza política que aumenta, porque en Veracruz, a diferencia de otras entidades federativas con alternancia partidista, el PRI sigue dominando los tres poderes.
No obstante, los priistas que aparezcan en la lista de pluris como “nacidos para perder” podrían quizá soñar con un cargo público. Después de todo, faltan tres años con siete meses al sexenio próspero, y como dijera César “El tlacuache” Garizurieta: “Vivir fuera del presupuesto”significa padecer todos los días un infierno. Y en el infierno, ni agua dan…
POSDATA: Más, mucha más información con reportajes, crónicas y columnas en blog.expediente.mx…
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