martes, 6 de noviembre de 2007

COLUMNA. RETRATOS

COMENTARIO:
Por Miguel Camín.
retratos1@gmail.com

Respetable editor, he observando con nauseabunda extrañeza que voces pendejas, las más venidas de reporterillos y columnistas de mierda, destacan y hasta celebran que la población del municipio de Tuxpan vaya o ya esté representada en el congreso local por dos diputadillos. Para abrir boca diré que ninguno de ellos es oriundo de Tuxpan, y que por supuesto a mí me representan una chingada. A este par de sinvergüenzas y holgazanes ordeñadores en la burocracia política no les confío nada, al extremo de recomendarle, a usted señor editor, que si alguna vez pacta cita con ellos mantenga distancia y salvaguarde su cartera. Sé lo que le digo. Incapaces de ganarse el sueldo como cualquier paisano medran y larvatizan en sus partidos. De dónde les viene a estos tinterillos y columnistas de pañal la esperanza ciega en las figuras desvaídas de José Mancha y Martín Cristóbal. Pues del ansiado chayote. Apuestan a que estos diputadillos con su estratosférica dieta mensual los centavén, les arrojen sobrantes como a los gallinazos.. Tales para cuales. Ninguno de ellos ha realizado algo medianamente excepcional para Tuxpan y sus habitantes, por qué habrían de hacerlo ahora, si dejar de hacerlo no les quita la chamba de diputadillos. ¡Coño!, los periodistas y algunos opinadores en Tuxpan no pierden oportunidad para exhibirse imbéciles.


R E T R A T O S


No hay Dios, sólo el diablo cuando se emborracha.





1.-ASÉPTICO:- Sumido hasta el cogote en el fracaso profesional y enfermo de descrédito público, buscó, en el Príncipe del palacio municipal en turno, cómplice cobijo. Lo suyo no pudo ser la luz, no fue la claridad que ilumina el oficio honrado y sacrificante del periodista o del editor. Ante tal negación Ramón Rodríguez se inclinó a medrar en los sótanos, en la acogedora maledicencia que ofrece la oscuridad del poder municipal. Inepto en la función pública, pero hábil en el arte soterrado de la intriga palaciega supo trocar sus errores de consejero imperial en inescrupulosos aciertos de la operación política. Se construyó un cargo con ribetes de promoción cultural, y desde ese recelo congénito destituyó a la profesora Amparo Hernández, humilló a Patricia Canovas e instaló en el área restringida de comunicación municipal fauna chacala y carroñera. El Príncipe, deslumbrado frente ante esta eficiente perversidad lo hizo tan cercano, tan suyo. Le engordó el ego, y lo soltó a terminar su obra, negra como sus promocionales, percudida como su imagen, maloliente como su paso.


2.-INVITADO:- Alfredo Huerta me ofreció a una cerveza y no acepté. Me ofreció a una soda y me negué. Alfredo Huerta, desquiciado en su enervante sueño de ser alcalde, me ofreció a una chica, y dudé, pero finalmente rechacé. Así era Alfredo Huerta con el poder. Creía, creyó, e iluso, sigue creyendo, que aquél es semejante a un afrodisíaco. Mira, acompáñame, me dijo después de la remodelación del edificio del palacio, y cedí y me llevó por pasillos, abrió y cerró puertas, y recorrí con él, a modo de Dante con Virgilio, el limbo, el purgatorio, y el infierno. Saludó a los ediles, estrechó manos, y se despabiló, mitómano, deschavetado, creyéndose Dios, sin darse cuenta que era un pobre diablo.


3.-ARQUITECTÓNICO: No sé qué tiene este vetusto edificio del Hotel Reforma que cuando paso debajo de él me encabrona no haber nacido y vivido aquella época esplendorosa, y duele conformarse con la mediocre concepción arquitectónica que hoy nos prevalece en el casco de la ciudad. Si un sentimiento añadido me provoca es el de la querencia. Se puede amar un inmueble como el de Hotel Reforma sin haber pasado una sola noche en él, porque su tierna ánima no proviene de su interior sino de su rostro. Afable, señorial, me hace sentir culto, citadino, sin serlo. Podría escribirle una elegía o plantarle un sonado beso, o tal vez podría hacerle una caravana de respeto, o porqué no, incordiarlo por la incomodidad vecinal de la catedral, pero mejor sigo de largo, refunfuñando dónde quedaron esos sensibles albañiles hoy desplazados por mentecatos arquitectos.

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