
Cómplice editor, la predicción simplemente anunciada se cumple. “El Verdadero” acusó recibo. Retratos lo trae herido y las moscas lo saben, ya lo envuelven. Tan certeras han sido las descripciones presentadas en Retratos que probablemente “El Verdadero” haya querido salir a combate, a la escaramuza pública, desde ese momento. No lo hizo. Se le frunció el culo y para coger valor se amparó en mi nombre, pensando con pendeja lógica que “para que la acuña apriete..”.
Es uno de ellos, no cabe la menor duda, o, acaso, alguien que en su fuero interno, carcomido por los actos de su rutinaria y corrupta vida, sabe que su Retrato está en proceso de revelado en la cámara oscura.
Toma sus previsiones, instala la batería y dispara una andanada de insultos (elogios para mí, viniendo de él o de ellos) en un anticipado boceto psicoanalítico de fijaciones sexuales. Lo sacó de un manualito de psicología básica, mientras por sus dedos corrían las cuentas del rosario. Me llama pobre diablo. (lo menos). ¡Por supuesto! ¿Qué pensaba este hipócrita lector? Qué soy fan de Paulo Coelho y salgo al jardín y corto flores en la mañana para regalar a la mamá, y dar de comer a las palomas. Le decepcioné mi querido “El Verdadero”. No estoy en la cima, pero sí en la sima. Soy eso que usted dice y más: soy el éxito del fracaso. Por arriba y por abajo. A su salud mi querido “El Verdadero”. Afine sus palabras. Un oportuno consejo: el buen insulto, más bien, la acidez, la burla o la ironía no están contenidas en el sustantivo y el adjetivo aislados, sino en la combinación precisa y letal de ellos. Sin un medianamente fino andamiaje de oraciones que lo soporten el insulto suena hueco, casi mudo. Mi querido “El Verdadero”, hasta insultar requiere esfuerzo, ingenio. A poco pensaba que era cómo “enchílame una”. No se equivoque. ¡Larga vida a Retratos!.
Gracias. Miguel Camín.
Retratos1@gmail.com
Pd. Desde hoy, huérfano de moral y de fama. Buscaré un árbol para gimotear bajo su fresca sombra.
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