domingo, 2 de diciembre de 2007

LA NOVELA MEXICANA, LA MAS VIGOROSA.


PorCésar Blanco
El Universal
Ciudad de México/ noviembre de 2007
Presidencia de la República

Pocas personas conocen tan bien la narrativa latinoamericana como Seymour Menton. Después de estudiarla durante más de 50 años y publicar obras canónicas como El cuento hispanoamericano, La novela histórica de la América Latina o Caminata por la narrativa latinoamericana, cuando este investigador asegura que “todavía no se ha generado ninguna obra sobresaliente en la joven narrativa latinoamericana”, el juicio no debe ser tomado a la ligera.
Menton, que está en la FIL para presentar la reedición que el FCE acaba de publicar de su libro La novela colombiana, planetas y satélites (en el que, mediante la analogía astronómica, analiza María, Frutos de mi tierra, La vorágine y Cien años de soledad, los grandes astros de esa tradición, y sus satélites) acota, sin embargo, que la narrativa mexicana es la más vigorosa del continente, seguida por la colombiana, “un país de poetas que se ha convertido poco a poco en uno de narradores” y la argentina, que “posee una historia fuerte pero fluctuante”.
Para el especialista, dentro de los géneros narrativos, es la novela la que manifiesta mayor salud en nuestro días, fenómeno que tiene una explicación doble, la calidad y el mercado: “Cuando yo escribí mi antología del cuento latinoamericano en los 50, el género estaba en su apogeo; basta mencionar nombres como Rulfo, Arreola, Borges, Cortázar, Onetti, etcétera, autores que estaban reaccionando en contra de la “novela de la tierra”. Pero a partir del boom, la novela comienza a tener un gran éxito tanto estético como comercial, y claro, los escritores, como cualquier ser humano, quieren volverse ricos. Y cuidado, no estoy criticando al boom, finalmente ellos han sabido promoverse y lograr algo que antes no pasaba, que The New York Times reseñe en su primera plana una novela de Carlos Fuentes”.
Con respecto al realismo mágico, movimiento del que muchos hablan en tiempo pasado, Menton opina que aún no ha terminado: “La prueba está en que los autores que lo representan siguen escribiendo”. Por otra parte, la relación de los jóvenes autores con sus padres literarios es más compleja que el simple impulso parricida: “Cada generación reacciona en contra de la anterior, más si es exitosa. Los jóvenes escritores se sienten frustrados porque, por una parte, aprecian las obras de los padres, pero también los envidian y, hasta ahora, por mucho que trabajen, aún les cuesta llegar al mismo nivel. Ahora bien, hay padres que ayudan a sus hijos. Fuentes ha ayudado mucho a los jóvenes narradores mexicanos, algo que, quizá me equivoque, García Márquez no ha hecho”.
A la pregunta de si la literatura latinoamericana ya se emancipó de la española, revira: “Creo esa pregunta debería ser planteada al revés, porque después del boom fueron los españoles los que se pusieron a emular a los autores del realismo mágico”.
Además de la hegemonía literaria de países como México, Colombia, Chile y Argentina, el investigador vislumbra otras literaturas emergentes, como es el caso de Puerto Rico, “que no tenía una tradición novelística, pero que ahora la está forjando; o Guatemala, que tiene un modelo importante en Miguel Ángel Asturias. Incluso Honduras, atrasado política y culturalmente, está generando buenas obras”.
En cuanto a los nuevos planetas que podrían llegar a regir el universo de la literatura latinoamericana, México presenta una posición privilegiada: “Creo que además de La virgen de los sicarios, una obra que podría convertirse en un nuevo planeta, resaltaría, por un lado, En busca de Klingsor de Jorge Volpi, un libro que a mí me pareció muy interesante, así como a David Toscana, al que considero el mejor escritor joven de México, aunque creo que su novela-planeta aún está en el futuro”.

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