Por Orlando Segura Hervert.
Varios tuxpeños han pasado por la zona centro y no se dieron cuenta de que el restaurante Plaza ya cerró sus puertas, oportunamente nuestro columnista OBSERVATORIO DE JOSEPH, narró como se quedaron sin empleo varios meseros al dejar de funcionar una fuente productiva que representaba el sostenimiento económico de varias familias.
En 1989 conocí a Don Emeterio Ruiz Jiménez, un señor disciplinado que hizo suyo el lema de los ganaderos “al ojo del amo, engorda el caballo”; Don Eme como le decían sus amigos, llegaba temprano, se retiraba tarde, a veces sorprendía a sus colaboradores, así con la misión de que todos estuvieran en sus puestos. En esa fecha llegué con una carta recomendación del finado Don Vicente Cobos Morales, luego de la lectura obligada de dicho documento, comencé a laborar en dicho establecimiento, primero cargando sandias, melones, papas, tortillas, sacos de azúcar, manejando una camioneta automática americana color blanca, entre otras; posteriormente le pedí una oportunidad para estar como cubreturnos en la recepción, me dijo en aquella época, COMO NO MUCHACHO, TODOS TENEMOS DERECHO A SUPERARNOS, y así, me llegó un pequeño ascenso. Tenía que cumplir con dicha misión tanto en el Hotel Plaza como en el Plaza Palmas, en ambos lugares servían exquisita comida, ricos bocoles, suculentas enchiladas, estrujadas de chile color, verdes o de tomate, mariscos, filete de pescado, cecinas, tampiqueñas…el café y la charla entretenida de Ferrer, quien por cierto, le pegó varias veces a la lotería nacional, al gordo, él si puede compararse con el gober en esos asuntos de la suerte.
Suponemos que llegar a esa medida fue difícil para la familia, pero como decía Don Eme, “si no deja, dejar”, así las cosas, ya habrá algún valiente que le entre con otra modalidad, otro giro o tal vez retome la historia de dicho establecimiento. El tiempo nos dirá la respuesta
Varios tuxpeños han pasado por la zona centro y no se dieron cuenta de que el restaurante Plaza ya cerró sus puertas, oportunamente nuestro columnista OBSERVATORIO DE JOSEPH, narró como se quedaron sin empleo varios meseros al dejar de funcionar una fuente productiva que representaba el sostenimiento económico de varias familias.
En 1989 conocí a Don Emeterio Ruiz Jiménez, un señor disciplinado que hizo suyo el lema de los ganaderos “al ojo del amo, engorda el caballo”; Don Eme como le decían sus amigos, llegaba temprano, se retiraba tarde, a veces sorprendía a sus colaboradores, así con la misión de que todos estuvieran en sus puestos. En esa fecha llegué con una carta recomendación del finado Don Vicente Cobos Morales, luego de la lectura obligada de dicho documento, comencé a laborar en dicho establecimiento, primero cargando sandias, melones, papas, tortillas, sacos de azúcar, manejando una camioneta automática americana color blanca, entre otras; posteriormente le pedí una oportunidad para estar como cubreturnos en la recepción, me dijo en aquella época, COMO NO MUCHACHO, TODOS TENEMOS DERECHO A SUPERARNOS, y así, me llegó un pequeño ascenso. Tenía que cumplir con dicha misión tanto en el Hotel Plaza como en el Plaza Palmas, en ambos lugares servían exquisita comida, ricos bocoles, suculentas enchiladas, estrujadas de chile color, verdes o de tomate, mariscos, filete de pescado, cecinas, tampiqueñas…el café y la charla entretenida de Ferrer, quien por cierto, le pegó varias veces a la lotería nacional, al gordo, él si puede compararse con el gober en esos asuntos de la suerte.
Suponemos que llegar a esa medida fue difícil para la familia, pero como decía Don Eme, “si no deja, dejar”, así las cosas, ya habrá algún valiente que le entre con otra modalidad, otro giro o tal vez retome la historia de dicho establecimiento. El tiempo nos dirá la respuesta
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