

Por Miguel Camín
retratos1@gmail.com
--“Qué hace esta ciudad frente al río”, preguntó el viajero
-- “Empollando el tedio”, respondió la mujer
1.-SE FESTEJA: El restaurante café del hotel Plaza cerró –se espera sea a perpetuidad— sus puertas, y lo confirma un rótulo cuya leyenda indica que ese local ahora se pone en alquiler. No ha sido público los motivos del cierre, pero cualquiera que sean estos, hasta los más injustos y descabellados, se celebra.
Se celebra, no por el negocio mismo que fue fuente de empleo y no será más, que lleva a lamentarse, sino porque el café Plaza –que no el restaurante— cobijó a un séquito de haraganes que entre sorbo y sorbo acrecentaban el reino de la nada, de la estulticia y la ociosa especulación. Observarlos en corrillos, pegados al interior sobre los amplios cristales como pequeños grupúsculos de moscas, sin que de ellos una sólo idea aterrizara en concreto, derrumba la más sólida estima en los tuxpeños. En fisgonear nalgas se les volatilizaba el tiempo, torpes en pensamiento y acción nunca anudaron algo, pues lo suyo, por lo menos en el café, fue nunca la materialización de un propósito sano, sino la destilación permanente de sus delirios, de sus envidias, de sus rencores, en fin, de presumir de lo que carecieron: un saludable juicio. ¡Se espera en Alá! que este enjambre no migre a cafés vecinos siguiendo el ejemplo nocivo de las abejas africanas.
Por cierto, qué opinar del edificio que le dio amparo a este café: de una arquitectura insípida, mediocre.
2.-UN PAYASO: Quienes lo leyeron en su mejor época de reportero, afirman en lenguaje llano que ‘sacaba la gata a mear’; es decir, hacia con profesionalismo y eficacia su chamba de periodista. No más. Nada excepcional. Nada que un novel egresado de comunicación con notas sobresalientes pudiese hacer. Luis Manuel Roldán alcanzó el cenit de su oficio cuando cubrió la corresponsalía del UnosmásUno, periódico nacional fuera hoy de circulación. Después, después el derrumbe, la caída que irónica parece no tocar fin. Su dipsomanía y otras adicciones socialmente inaceptables le impidieron consolidar su condición de buen reportero, y, a puerto seguro, eligió para sí el camino del provocador y del dinamitero, en cuanta oportunidad las tareas le reservaban en eventos públicos de conferencias o ruedas de prensa. Con esa pizca de talento más genética que cultivada Roldán ha venido construyéndose el mito del imprudente, del indiscreto, del inoportuno reportero que agüada la fiesta, la aborta. En ese tránsito, Roldán se transfiguró en un patético personaje anecdótico cuyas intervenciones olerían a olvido sino fuera por el fuerte aroma del payaso. Pastiche de sí mismo, su refugio es hoy un noticiario de radio donde patiño ameniza las notas de un lector de boletines llamado Nicanor.
3.-TENCHA: Casi, casi onomatopeya, Hortencia Villalba le disputa con rabia conyugal al marido Antonio Bautista la categoría absoluta de quién posee menos neuronas. Esto que parece burla no lo es. Antonio Bautista fue dos veces regidor por el Pan, y en las paredes de las comunas en las que participó resuenan aun ecos hilarantes de sus sesudas ocurrencias, es decir, de sus pendejadas. Quizá fueron ocurrencias semejantes expresadas por Hortencia las que motivaron su cese como directora del Dif a manos de Ana María Pioli. Quizá. Hortencia alegó incompatibilidad profesional con la esposa del alcalde en los días de junio del 2005 cuando fue separada del cargo, pero le parecía irrelevante el motivo, cuando se apersonaba en la tesorería municipal para cobrar sin trabajar su quincena, hábito que practicó sin el menor recato hasta el último día de ese año, pues un acuerdo entre el dirigente municipal del Pan José Mancha, el recaudador Juan Betancourt y Jerónimo Folgueras la mantuvo hasta esa fecha en la nómina. De ornatos, parques y jardines es la flamante comisión que el cabildo le otorgó a Hortencia Villalba en su nuevo papel de regidora. Plantar siemprevivas, limonarias y huele de noche y mantenerlas irrigadas y colocar columpios y subesybajas tiene su chiste.
Miguel Camín
retratos1@gmail.com
--“Qué hace esta ciudad frente al río”, preguntó el viajero
-- “Empollando el tedio”, respondió la mujer
1.-SE FESTEJA: El restaurante café del hotel Plaza cerró –se espera sea a perpetuidad— sus puertas, y lo confirma un rótulo cuya leyenda indica que ese local ahora se pone en alquiler. No ha sido público los motivos del cierre, pero cualquiera que sean estos, hasta los más injustos y descabellados, se celebra.
Se celebra, no por el negocio mismo que fue fuente de empleo y no será más, que lleva a lamentarse, sino porque el café Plaza –que no el restaurante— cobijó a un séquito de haraganes que entre sorbo y sorbo acrecentaban el reino de la nada, de la estulticia y la ociosa especulación. Observarlos en corrillos, pegados al interior sobre los amplios cristales como pequeños grupúsculos de moscas, sin que de ellos una sólo idea aterrizara en concreto, derrumba la más sólida estima en los tuxpeños. En fisgonear nalgas se les volatilizaba el tiempo, torpes en pensamiento y acción nunca anudaron algo, pues lo suyo, por lo menos en el café, fue nunca la materialización de un propósito sano, sino la destilación permanente de sus delirios, de sus envidias, de sus rencores, en fin, de presumir de lo que carecieron: un saludable juicio. ¡Se espera en Alá! que este enjambre no migre a cafés vecinos siguiendo el ejemplo nocivo de las abejas africanas.
Por cierto, qué opinar del edificio que le dio amparo a este café: de una arquitectura insípida, mediocre.
2.-UN PAYASO: Quienes lo leyeron en su mejor época de reportero, afirman en lenguaje llano que ‘sacaba la gata a mear’; es decir, hacia con profesionalismo y eficacia su chamba de periodista. No más. Nada excepcional. Nada que un novel egresado de comunicación con notas sobresalientes pudiese hacer. Luis Manuel Roldán alcanzó el cenit de su oficio cuando cubrió la corresponsalía del UnosmásUno, periódico nacional fuera hoy de circulación. Después, después el derrumbe, la caída que irónica parece no tocar fin. Su dipsomanía y otras adicciones socialmente inaceptables le impidieron consolidar su condición de buen reportero, y, a puerto seguro, eligió para sí el camino del provocador y del dinamitero, en cuanta oportunidad las tareas le reservaban en eventos públicos de conferencias o ruedas de prensa. Con esa pizca de talento más genética que cultivada Roldán ha venido construyéndose el mito del imprudente, del indiscreto, del inoportuno reportero que agüada la fiesta, la aborta. En ese tránsito, Roldán se transfiguró en un patético personaje anecdótico cuyas intervenciones olerían a olvido sino fuera por el fuerte aroma del payaso. Pastiche de sí mismo, su refugio es hoy un noticiario de radio donde patiño ameniza las notas de un lector de boletines llamado Nicanor.
3.-TENCHA: Casi, casi onomatopeya, Hortencia Villalba le disputa con rabia conyugal al marido Antonio Bautista la categoría absoluta de quién posee menos neuronas. Esto que parece burla no lo es. Antonio Bautista fue dos veces regidor por el Pan, y en las paredes de las comunas en las que participó resuenan aun ecos hilarantes de sus sesudas ocurrencias, es decir, de sus pendejadas. Quizá fueron ocurrencias semejantes expresadas por Hortencia las que motivaron su cese como directora del Dif a manos de Ana María Pioli. Quizá. Hortencia alegó incompatibilidad profesional con la esposa del alcalde en los días de junio del 2005 cuando fue separada del cargo, pero le parecía irrelevante el motivo, cuando se apersonaba en la tesorería municipal para cobrar sin trabajar su quincena, hábito que practicó sin el menor recato hasta el último día de ese año, pues un acuerdo entre el dirigente municipal del Pan José Mancha, el recaudador Juan Betancourt y Jerónimo Folgueras la mantuvo hasta esa fecha en la nómina. De ornatos, parques y jardines es la flamante comisión que el cabildo le otorgó a Hortencia Villalba en su nuevo papel de regidora. Plantar siemprevivas, limonarias y huele de noche y mantenerlas irrigadas y colocar columpios y subesybajas tiene su chiste.
Miguel Camín
retratos1@gmail.com
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