viernes, 8 de febrero de 2008

MIS IDEAS


Por Uriel Flores Aguayo...
Me estoy esforzando por poner sobre la mesa, a debate, mi trayectoria política y mis ideas. Me interesa que los perredistas tengan elementos de juicio como para distinguir entre las diversas opciones que se les presentan ahora que tendrán que votar por sus dirigentes estatales. No omito los malos antecedentes en procesos anteriores ni la persistencia de vicios y actitudes fraudulentas en grupos de nulo compromiso democrático. Con eso, o contra todo eso, debemos luchar; al hacerlo, ponemos nuestro nombre y su historia, buena o mala o regular, que es una tarjeta de presentación; también exponemos ideas para pensar, para explicar y para proponer.

Quiero ir más allá de lemas y la obligada plataforma electoral interna, quiero profundizar en la reflexión sobre nuestra razón de ser como colectivo partidista. Creo esencialmente que el PRD y sus dirigentes deben ser auténticos o no serán un proyecto diferente. Para que el PRD sea superior a los otros partidos debe apartarse de la política tradicional, ser mejor y estar mucho más cerca de la gente. Por supuesto debe parecer partido en su personalidad definida, en su posicionamiento diario y en su convocatoria social.

Es curioso como en el PRD, por carencia cultural y estilos opuestos, se puede caracterizar tan distintamente a aquellos compañeros que traen trayectorias política e ideológica: para unos son dinosaurios, en repetición priísta, mientras que para otros son imprescindibles, evocando el famoso poema de Bertol Brecht. Mucho ayudará el acercarse a conceptos comunes y prácticas consecuentes con principios para no tener visiones y actos tan dispares en el mismo partido.

El PRD es de izquierda, ese es su origen, esa es su forma de ser y esa es la guía de sus objetivos. El problema viene cuando se trata de aplicar ese ideario y, además, hacerlo con eficacia. No debería haber demasiada confusión al respecto si entendemos al PRD como partido de compromisos sociales, ligado sobre todo a la clase media baja y a las clases populares. Su orientación de izquierda igual lo supone como un partido austero y con valores. Un partido de esas características debe tener los dirigentes que correspondan a esa forma de ser, es decir, que sean comprometidos socialmente y lleven una vida austera en lo material; sería contradictorio que un partido de pobres tenga dirigentes ricos. Por supuesto que los dirigentes deben serlo y parecerlo, incluso trascender ese nivel y convertirse en líderes de los que están ávidos tanto los militantes como los ciudadanos en general. Lo peor que nos puede pasar es tener al frente a meros administradores.

En estos tiempos tan raros, donde no siempre el día es día y la noche es noche, los conceptos se tergiversan, las ideas se vuelven pose y a cada hora se inventa el hilo negro. Hay quién cree que es radical porque grita o insulta, que ser revolucionario es sinónimo de corrientez. No hay problema cuando se trata de cualquier compañerito, siendo patético cuando estamos ante senadores o diputados federales que devengan sueldos altísimos provenientes del dinero de todos los mexicanos.

Para no caer en el rollo y en la simulación, el PRD deber ser de una izquierda responsable y firme, cuya acciones no lo alejen de los electores; se debe hacer cargo de las consecuencias de sus actos. Siendo de izquierda debe aspirar a ser un partido real, influyente y comprometido; que no tenga nada que ver, ni parecerse, con los membretes que se autonombran partidos.

Estoy plenamente convencido que no existe contradicción entre reconocer el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, y apoyar a Jesús Ortega, para presidente nacional del PRD. Reivindicando a un partido democrático y, por lo tanto, tolerante, debemos pensar con cabeza propia, no reeditar formas autoritarias como las que les conocimos al priísmo. Y menos abrir los espacios a los fantasmas de la perversión que descompone y corrompe.

Uriel Flores Aguayo

urielfloresaguayo@hotmail.com

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