martes, 12 de agosto de 2008

APUNTES PARA UNA PEQUEÑA CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LA ESTUPIDEZ EN TUXPAN...


Por Miguel Camín
retratos1@gmail.com
Primera de dos partes:
En julio de 1985, la revista Vuelta publicó el discurso que pronuncio Milan Kundera al recibir el prestigiado premio Jerusalem otorgado por el gobierno de Israel. “La Risa de Dios”, tituló el novelista Checo a este hermoso ensayo en el que defiende la existencia del novelista y la novela modernos, y un ingrediente: el humor. Traigo a cuenta dicho texto, que releí, después de muchos años, porque en un párrafo del mismo Kundera escribe: “El siglo XIX inventó la locomotora y Hegel estaba seguro de haber comprendido el espíritu de la historia universal. Flaubert por su parte descubrió la estupidez. Y me arriesgo a decir que es el descubrimiento más grande de un siglo tan orgulloso de su razón científica”.
En Tuxpan, La Estupidez (esa forma más pragmática que metafísica, tal como la valoran los ensayos filosóficos) hace años que obtuvo carta de naturalización. Encontró en esta ciudad tierras bondadosas y floreció en formas desmedidas. Tan pronto La Estupidez nace, se aloja, para mantenerse viva, en el cerebro de quien, por llevar dicho parásito, llamaremos ESTÚPIDO. Tales ejemplares siendo niños no dan muestras de llevar consigo dicho mal, los síntomas aun no aparecen, aunque si aparecieran (afirman los especialistas) no habría manera de reconocerlos, pues las conductas propias de los infantes, como succionar o el dedo derecho o izquierdo de sus manos en la boca, o imaginar que un día podrían llegar a ejercer como bomberos, policías, alcaldes regidores o contratistas, se confundirían con el cuadro clínico del parasitado. Por lo tanto el margen de error para detectar desde la infancia al poseído por La Estupidez es bastante considerable.
Ya en la adolescencia, la cosa cambia. La Estupidez empieza abrirse paso, y su vitalidad la hace destacable, con ligeros pero evidentes signos de su existencia real. El Estúpido no lo percibe, no se percibe como tal, no es consciente del mal que lo aqueja, y La Estupidez, que se nutre de la ignorancia, engorda su ego y fortalece su morada como huésped. Entonces, aquel niño que soñó, por ejemplo, con ser policía, contratista, regidor o alcalde, ahora en la etapa significativa de la pubertad empieza a perfilar en su mente tan ambiciosos ensueños; no logra aun visualizarse a plenitud como alguno de esos personajes, pero los bocetos empiezan a grabarse en su cerebro. Es el momento en que la enfermedad de La Estupidez entra en una condición mental irreversible.
No es discriminatoria La Estupidez. Uno de sus rasgos llamativos es la diversidad con la que actúa para elegir sus presas: lo mismo utiliza a agentes vectores que suelen pasar desapercibidos, mientras no abran la boca o pongan en acción sus ideas, en los cafés, en las oficinas de gobierno, en las aulas universitarias. Ya adultas, las personas aquejadas por este flagelo andan en la cumbre del engreimiento. La soberbia no es causa, sino efecto directo de La Estupidez. El Estúpido concibe proyectos o contribuye a que otros los conciban, o los avalan. Sus acciones no tienen fines salvo darle lustre, razón de ser a La Estupidez, fundamento primario y último de sus conductas. La Estupidez está privada de olores y colores: lo mismo toma tonos o azules o rojos o amarillos. En los últimos años, cuatro para ser precisos –los estudiosos no han arriesgado razones, pues están metidos en profundas deliberaciones para encontrarlas— La Estupidez buscó refugio en el inmueble de Juárez 20, en el corazón mismo de la ciudad. Allí, abonada por una libertad al extremo letal, La Estupidez ha perfeccionado sus formas, sus mutaciones y ha terminado por ser resistente, hasta hora inmune a los más poderosos fármacos elaborados en laboratorios del sentido común, de la razón. Los especialistas, para ahorrar tiempo, han tomado en busca de la cura del mal de La Estupidez un ejemplo: el caso del muro desplomado en el bulevar. Por donde se le mire es un modelo tipo.

Bibliografía consultada:
· Revista Vuelta del mes de julio de 1985
· Manual del perfecto estúpido tuxpeño. Autores varios.
· Edición facsímil de los discursos de toma de posesión. Administración municipal 2005-2007, y 2008-?

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