sábado, 2 de mayo de 2009

EL MAYO FRANCÉS DEL 68


PRIMERA PARTE...
Por Santiago Lobato Delfín y Juan Carlos Durá Cobo

En este mes de mayo se conmemoran 41 años del famoso mayo francés, una revuelta estudiantil que encendió las conciencias de los jóvenes en toda Francia y en muchas otras partes del mundo, influyendo asimismo en nuestro país como preludio a la posterior revuelta estudiantil de ese mismo año, la cual terminaría con los sucesos de Tlaltelolco en octubre. Esa revolución de conciencias francesa, sacudió un poco – aunque no todo lo que esperaba o se proponía en un inicio - la forma de ver el mundo de un sistema político y humano anquilosado en el antiguo modelo de la preguerra, el cual era demasiado conservador para la generación posterior a dicho evento, el cual convivía con una guerra fría y unas innovaciones tecnológicas sin precedentes. Asimismo aspiraban a una innovación primero educativa, pues en su inicio fueron los estudiantes de la Sorbona los que protestaban por dicho sistema obsoleto, pero posteriormente también aspiraron a cambiar al viejo sistema político de la cuarta república francesa, protagonizada por el viejo paternalismo del general De Gaulle.
A través de una serie de escritos rememoraremos los avatares del 68 francés, así como los acontecimientos sucedidos en otros países, incluyendo el nuestro, cada uno con sus peculiaridades propias y sus distintas motivaciones.

CONTEXTO INTERNACIONAL Y POLITICA FRANCESA PREVIOS AL 68 FRANCÉS
Mayo del 68 fue el crisol en el que se fundieron todos los síntomas del malestar que arrastraba la sociedad francesa. De una parte, la nueva conciencia social de determinados sectores de las clases medias que fueron atraídas por las tesis tercermundistas desde el conflicto de Argelia (1954-1962), y que habían encontrado su proyección en la guerra de Vietnam. Por otra, el creciente distanciamiento de amplios sectores de la sociedad francesa, respecto del régimen paternalista, y con fuertes ribetes autoritarios del general Charles De Gaulle. Pero al mismo tiempo el alejamiento respecto de la izquierda tradicional, representada fundamentalmente por el Partido Comunista Francés, que se mostraba anclado en una posición acomodaticia dentro del orden social establecido después de la Segunda Guerra Mundial.
La época inmediatamente anterior a mayo del 68 se considera el boom de la posguerra; la afiliación a los sindicatos era muy baja y los sueldos estaban en alza, pero una parte de los trabajadores aun tenía sueldos ridículos a pesar de que el comercio exterior llegó a triplicarse. El 22 de marzo de 1968, ocho estudiantes (entre ellos Daniel Cohn-Bendit, conocido en todo el mundo como el Rojo) de Nanterre protestaron por el arresto de seis miembros del Comité Nacional de Vietnam. La población estudiantil había crecido espectacularmente, y los fondos destinados eran insuficientes. La masificación, la falta de medios, la imposibilidad de dar salidas laborales a todos los nuevos licenciados y la represión por parte de la policía a las protestas estudiantiles encendieron la chispa: el 22 de abril, 1.500 estudiantes acudieron a una reunión en la Universidad de Nanterre (a las afueras de París), que provocó que los 8 implicados en la protesta fueran arrestados. Gran parte de estas actividades giraban en torno a los grupos relacionados a la revista Noir & Rouge (NR), de orientación anarquistaheterodoxa.
Algunas partes del PCF (Partido Comunista Francés) criticó a los rebeldes de Nanterre con artículos periodísticos en los que tachaba a los estudiantes de “hijos de la gran burguesía".
La situación en el sector industrial no era mucho mejor; las huelgas y los despidos en las fábricas eran casi diarios y la situación laboral de un gran número de trabajadores se podía considerar precaria.
Muchos de los manifestantes asumieron causas de izquierdas, como el comunismo, el rechazo a la guerra de Vietnam, el anarquismo o el situacionismo. Muchos vieron los hechos como una oportunidad de cambiar la "vieja sociedad" en muchos de sus aspectos, como los métodos educativos y la libertad sexual. Una minoría de manifestantes, como el grupo Occident, apoyaba causas de extrema derecha.
Una parte importante del movimiento criticaba la sociedad occidental en sus fundamentos, en sus estructuras básicas (ver crítica social). Si bien el marxismo revolucionario era la ideología de moda, el pensamiento que guió principalmente el movimiento, el situacionismo, estuvo más cerca del anarquismo, que pretendía transformar la sociedad, eliminando toda forma de autoritarismo, desde los exámenes universitarios hasta la presidencia de la República.

MOTIVACIONES PARA UNA REVUELTA
Desde el día 22 de marzo grupos de extrema izquierda, algunos poetas y músicos acompañados de 150 estudiantes, tomaron la universidad de Nanterre, en protesta por la discriminación de clases en la sociedad francesa y la burocracia política que regía la universidad. La administración universitaria llamó a la policía y los manifestantes fueron retirados sin mayores problemas después de la publicación de sus peticiones. Posteriormente, a algunos líderes del “movimiento 22 de marzo” se les levantaron las respectivas sanciones disciplinarias.
El 3 de mayo de 1968 la Universidad de la Sorbona de París bullía por la agitación, los estudiantes de Nanterre habían intentado participar en la manifestación obrera. El rector llamó a la policía y el edificio fue desalojado. Los estudiantes invadieron el Barrio Latino, y en la noche del 3 al 4 de mayo las calles se llenaron de barricadas y enfrentamientos con la policía.
Posteriormente, los líderes estudiantiles encabezados por Daniel Cohn-Bendit (posteriormente conocido como Daniel “el rojo”) lanzaron su proclama estableciendo sus principales peticiones, a las que con el paso de los acontecimientos se les irían añadiendo otras más:

MANIFIESTO MAYO FRANCÉS DE 1968
Universitarios franceses

Las A.G. de los diversos establecimientos públicos de enseñanza superior (según la lista adjunta), proclaman solemnemente que una reforma de la Universidad debe seguir la línea directora de los siguientes principios fundamentales: I. Independencia y contestación.
La Universidad debe ser absolutamente independiente de cualquier poder político.
La Universidad debe ser el centro de contestación permanente de la sociedad. La información y los debates libremente organizados entre estudiantes, personal docente y personal no docente de la Universidad constituyen el medio fundamental de esta contestación.
Estos principios deberán ser garantizados, así como la presencia y libre expresión de las minorías, por un conjunto de reglas internas de cada establecimiento de enseñanza superior.
II. Autogestión.
La enseñanza gratuita en todos los niveles es un deber para con la sociedad presente y futura.
Debe estar abierta a todos, efectiva e igualmente, sin imponer ninguna selección.
Los establecimientos de enseñanza superior deben ser regidos paritariamente por estudiantes y enseñantes sin ninguna injerencia externa.
Los fondos públicos aportados por el Estado se fijarán en función de las exigencias de la colectividad nacional, expresados en los planes económicos a medio y largo plazo, que la Universidad debe fijarse democráticamente, y cuya aplicación es obligatoria para los establecimientos públicos. La organizaciones del personal docente y de estudiantes estarán representadas en las comisiones de elaboración de los planes. Las cantidades que se dedicarán a la enseñanza por los planes, una vez ratificados éstos, se impondrán como una obligación del poder político ejecutivo y deliberante al votar el presupuesto anual. Estas cantidades, por lo que se refiere a la enseñanza superior, se repartirán entre las universidades a través de un organismo paritario de ejecución, nacido de las organizaciones paritarias de personal docente y estudiantes que hayan participado en la elaboración de los planes.
Toda real autonomía exige la institución de organismos capaces de neutralizar las fuerzas exteriores, que podrían desposeer de hecho a los estudiantes y al personal docente del poder decisorio en todo lo que se refiere al funcionamiento de la Universidad. Únicamente los comités nacionales de vigilancia, nacidos de los comités paritarios, pueden definir los medios acordados para contestar a los intentos de recuperación, especialmente los que se aprovecharían inmediatamente de las utilizaciones anárquicas de la autonomía.
III. Autodefinición.
Los estudiantes y el personal docente deben poder someter a examen, regularmente y con toda libertad, el contenido y la forma de la enseñanza.
La Universidad deberá ser un centro de cultura social. Por consiguiente, deberá determinar ella misma los marcos en los cuales los trabajadores participarán en sus actividades.
Los exámenes y concursos en su forma actual deberán desaparecer y ser sustituidos por una evaluación continua basada en la calidad del trabajo realizado durante todo un período. El suspenso en una asignatura, en la forma actual, no sanciona siempre la pereza o falta de aptitud del alumno sino, con frecuencia, la falta de enseñanzas.
IV. Autoperpetuación.
La Universidad es la voluntad de una perpetua superación por:
Una estrecha conjunción de la investigación y la enseñanza;
la educación permanente;
el reciclaje regular de los trabajadores y del personal docente; para éste deben procurarse años de total disponibilidad para el estudio.
Este texto elaborado por los representantes de los establecimientos de enseñanza superior siguientes: I-E.P. París, Derecho y Ciencias Económicas de París; Medicina, París; Filosofía, Sociología y Letras, París; Lenguas Orientales; ex Escuela de Arte; Ciencias de la Halle aux Vins; Ciencias de Orsay; Ciencias Económicas, Poitiers; Ciencias Económicas, Clermont-Ferrand; se propondrá a las A.G. y será adoptado o rechazado en su totalidad.
Como puede apreciarse, sus motivaciones eran en un principio totalmente educativas, concernientes sólo a la educación y a la situación universitaria. Pronto se añadirían otras, en cuanto se involucraron otros actores, Por ejemplo el 20 de mayo la plantilla de ORTF estableció las siguientes demandas:
1. Semana de 40 horas
2. Edad de jubilación más baja.
3. Derogación de las leyes anti-huelga de 1963.
4. Salario mínimo de 1000 francos por semana.
5. Retirada de la influencia del gobierno en la televisión

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