martes, 27 de octubre de 2009

ESAS COSAS RARAS DE LA VIDA.



Por Ezequiel Castañeda Nevárez.

Cuando Fidel Castro Ruz visitó en el año de 1988 Santiago de la Peña aquí en Tuxpan, aprovechando su presencia en México, para acudir a la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari como Presidente de la República, dijo a los tuxpeños congregados, entre muchas otras cosas, que le parecía curioso lo que le estaba sucediendo en ese momento, como si “alguien lo hubiera inventado o acomodado, porque justamente por esos días se cumplían treinta años de que, en ese mismo lugar de Santiago de la Peña, se habían reunido, un representante de la Secretaría de Gobernación de México, como en ese entonces lo era Fernando Gutiérrez Barrios, y un grupo de cubanos, a cuyo frente se encontraba precisamente Castro Ruz. Tres décadas después, ambos personajes se volvían a reunir en el mismo lugar; uno, ahora como Secretario de Gobernación de México y el otro, como Presidente de Cuba. Parece un cuento –decía el líder cubano- como que somos marionetas de una fuerza superior, como que desde algún lugar, se están moviendo los hilos de nuestras vidas. Todos sabemos que el comandante cubano no es creyente, pero en esa ocasión así se explicaba lo que le estaba sucediendo.

Algo más o menos parecido le ocurrió a Alberto Silva Ramos, Subsecretario de la SEDESMA, en días pasados también aquí en Tuxpan. Resulta que un día muy temprano recibió una llamada telefónica del Gobernador Fidel Herrera Beltrán diciéndole que buscara en esta ciudad a la niña Carolina Damian Hernández, alumna de la Escuela Técnica 2 de esta ciudad, quien había ganado el concurso estatal de ortografía y habría de representar a Veracruz en la etapa nacional, porque esta mencionó en una entrevista televisiva que le gustaría conocer algún país de Europa y el gobernante quería cumplir su sueño regalándole ese viaje al extranjero como estímulo a su dedicación y a su empeño. Al investigar sus datos ante el representante de la Secretaría de Educación, Javier Benítez Ponce, el colaborador de Fidel Herrera se dio cuenta que la niña que buscaban vive en la casa número cuatro de la Colonia Militar de este puerto, porque es hija de un militar, como también lo son Silva y Benítez, resultando que esa casa es justamente, la misma que la familia Silva Ramos habitaba cuando Alberto Nació. En esta misma casa habitación, por consiguiente, vivió Beto sus primeros años de existencia y en ese mismo lugar forjó sus sueños y en la misma recámara de esta niña se entregó al estudio que lo ha llevado a ocupar importantes cargos en la administración pública. ¿Coincidencias? ¿Casualidades? Cosas de la vida que simplemente suceden.

El arribo del funcionario y su encuentro con la destacada alumna no pudo ser más emotivo. La conmoción de ambos era notable, por distintas razones. La niña no podía creer que su sueño se convertiría en realidad. Inicialmente había pedido conocer algún país hispanohablante, debido al tipo de concurso que había ganado pero, al ver la disposición de Beto Silva, le pidió conocer cierta región de Francia y visitar Paris, la ciudad Luz. Silva Ramos, cumpliendo el encargo del Gobernador del estado, concedía al mismo tiempo que sus ojos recorrían nostálgicos cada centímetro cuadrado de esa vivienda. Pidió permiso a la señora de la casa para subir a las habitaciones, para entrar en la cocina y para revisar todos los espacios del lugar, comentando todo con un testigo presencial de la época infantil: Javier Benítez, su vecino de aquellos años mozos, hijo del Coronel Benítez, vecinos de la casa contigua. Datos curiosos, cosas que suceden como si alguien lo hubiese inventado todo, como afirmaba Castro Ruz. Simplemente, es la vida, diría el Gran Jefe Carlos.

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