lunes, 9 de noviembre de 2009

TIENDA DE RAYA....


Por: Imelda Torres Sandoval
jurisagro@yahoo.com.mx


EL COSTO DE LA MISERIA

Se piensa que en México el problema grave que tenemos es la pobreza, sin embargo, el problema real parece que nadie lo nota: somos millones de mexicanos sumidos en una miseria extrema.

La miseria es una condición que denota en la persona carencia de valores, y falta de educación, o en el peor de los casos, una educación deformada enfocada al materialismo. Somos miserables cuando somos egoístas, cuando no somos solidarios, cuando dejamos de ser nacionalistas, porque privilegiamos el interés propio y dejamos de lado nuestra conciencia social. Y lo peor, se nos hace gracia, exaltamos siempre al chingón, al que no tiene madre, al que atropella a otro con argucias para obtener un beneficio personal.
¿Y que tenemos entonces? Una sociedad arbitraria, egoísta, salvaje, hambreada de prebendas, alejada de la solidaridad y el bien común.
En este estado miserable de cosas, le gente es como Gabino Barreda: no entiende razones. Se embriaga, se marea, se vuelve miserable, se pone precio y se vende al mejor postor. Y lo más lacerante de esta situación es que el miserable no es necesariamente pobre: miserable es el profesor que entrega su cátedra sin prepararla y se justifica: hacen como que me pagan, entonces hago como que trabajo. Miserable el ciudadano que por una despensa entrega su voto: si quieren ganar hay que invertirle. Miserable el político que no trabaja para sus electores: yo no le debo mi cargo a estos pendejos, se lo debo a mis amigos que me financiaron la campaña.

En ese terrible estado social nos encontramos, en un círculo perverso de pobreza y de miseria: el pobre no tiene los medios ni los recursos suficientes para acceder a una educación de calidad que le permita instruirse como una persona digna y útil para sí mismo y la sociedad en la que vive; el corrupto promueve la pobreza para que el pobre se vuelva miserable, o en palabras muy mexicanas, para que siga jodido.

El jodido no piensa, actúa mediante impulsos, como vil perro pavloviano. Afortunadamente, no todos estamos jodidos. Habemos quienes pensamos y actuamos conforme a valores y creémos firmemente en la solidaridad humana. Y en el camino de la vida nos hallamos y nos identificamos orgullosamente: pobres pero no miserables ni jodidos.

Amanecí con el gusto de haber encontrado durante la jornada electoral del PRD del día de ayer a 36 personas que me demostraron que no todos son jodidos, que no todos se mueven por interés mezquino, que no todo es perversidad y corrupción. Que en esta Sodoma y Gomorra Perredista todavía hay 36 justos.

Además de los 36 que votaron a favor de mi propuesta, debo reconocer que se sumaron a mi esfuerzo otras diez personas muy valiosas, entre ellas por supuesto, mi amigo Oralndo, el buen Efrén que compone estufas y el aguerrido Remigio de Santiago de la Peña, y mis respetos para Juana Francisco, de las Lomas, y sus amigas Venus y Mary, sin olvidar a Xóchitl Reyes y su hermana Oyuki, de la Anáhuac. No me pidieron nada, simplemente, creyeron en mí, y confiaron en que el PRD debe ser un instrumento de gestión social, no una herramienta más del poder para sojuzgar a la gente. Ello me obliga a seguir creyendo en la dignidad humana. Y me demuestra que aunque seamos pocos, es necesario seguir luchando, cada quien desde su trinchera, para revertir el miserable estado social en que nos encontramos. No existe el fraude electoral, es la miseria la que mueve los números.
Di NO a la gente jodida que pretende seguir decidiendo nuestro futuro.
Luchemos por recuperar nuestra dignidad como personas.
Eduquemos a nuestros hijos en los valores de la solidaridad y la honestidad. Sólo así lograremos mejores condiciones de vida para nuestras familias.
Hasta la próxima.

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