Por: Tere Quintanilla/ Orlando Segura Hervert.
A las 13 horas, los agentes de tránsito habían contabilizado 4 mil unidades, pero los familiares y amigos seguía llegando para visitar y saludar a sus “muertos”, en esta ocasión, aunque los mariachis estaban presentes, éstos tuvieron que callar, la crisis solo dio para que algunos los contrataran y así les llevaban una que otra canción a los suyos.
Cada canción tenía un costo de 100 pesos, pero poca actividad de este tipo se notaba en las criptas y monumentos del Panteón Jardín. Al medio día, las familias con sus abuelos, padres, hijos, nietos, hermanos y tíos, se sentaban en donde podían y ahí se “echaban” un taco o un tamal, o el alimento preferido de aquellos que se adelantaron en el viaje.
Había personas por todos lados, en determinado momento, la autoridad encargada de la vialidad, tuvieron que cerrar el paso a los automóviles, la razón muy simple, ya no cabían y para evitar zozobra, accidentes e infortunios, mejor decidieron evitar riesgos, y para ello prohibieron la circulación e ingreso, solo podían salir del área y morada de los difuntos.
Con todo ello, algunos habitantes se quejaron de que la limpieza no se hizo como debiera, había montículos importantes en el cementerio, los encargado de limpia pública no se dieron abasto o bien dejaron la basura en donde pudieron, eso si, se observaba la hoja seca, el pasto cortado y arrumbado por doquier.
Los “visitantes” procedían de Puebla, Estado de México, Querétaro, Coahuila, Nuevo León, Distrito Federal, personas que de una u otra forma no deja de pertenecer a estas tierras, ciudadanos que se alejaron por motivos de estudios, trabajo o por bodas, en esta ocasión retornaron a Tuxpan, se dieron su espacio para acudir a las tumbas de aquellos que ya no están por razones del más allá.
A pesar de la multitud congregada, algunos entrevistados aseguraron que el año pasado había más personas, en esta ocasión se redujo considerablemente.
A las 13 horas, los agentes de tránsito habían contabilizado 4 mil unidades, pero los familiares y amigos seguía llegando para visitar y saludar a sus “muertos”, en esta ocasión, aunque los mariachis estaban presentes, éstos tuvieron que callar, la crisis solo dio para que algunos los contrataran y así les llevaban una que otra canción a los suyos.
Cada canción tenía un costo de 100 pesos, pero poca actividad de este tipo se notaba en las criptas y monumentos del Panteón Jardín. Al medio día, las familias con sus abuelos, padres, hijos, nietos, hermanos y tíos, se sentaban en donde podían y ahí se “echaban” un taco o un tamal, o el alimento preferido de aquellos que se adelantaron en el viaje.
Había personas por todos lados, en determinado momento, la autoridad encargada de la vialidad, tuvieron que cerrar el paso a los automóviles, la razón muy simple, ya no cabían y para evitar zozobra, accidentes e infortunios, mejor decidieron evitar riesgos, y para ello prohibieron la circulación e ingreso, solo podían salir del área y morada de los difuntos.
Con todo ello, algunos habitantes se quejaron de que la limpieza no se hizo como debiera, había montículos importantes en el cementerio, los encargado de limpia pública no se dieron abasto o bien dejaron la basura en donde pudieron, eso si, se observaba la hoja seca, el pasto cortado y arrumbado por doquier.
Los “visitantes” procedían de Puebla, Estado de México, Querétaro, Coahuila, Nuevo León, Distrito Federal, personas que de una u otra forma no deja de pertenecer a estas tierras, ciudadanos que se alejaron por motivos de estudios, trabajo o por bodas, en esta ocasión retornaron a Tuxpan, se dieron su espacio para acudir a las tumbas de aquellos que ya no están por razones del más allá.
A pesar de la multitud congregada, algunos entrevistados aseguraron que el año pasado había más personas, en esta ocasión se redujo considerablemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario