J. Enrique Olivera Arce
Mérida, Yuc.
Temas de la semana. Opinión generalizada en el sector laboral: “una verdadera mentada de madre el incremento del 4.2 por ciento al salario mínimo”, establecido por una comisión nacional ajena a la realidad del pueblo de México, avalada por un secretario del trabajo del gobierno de Calderón Hinojosa, tan inútil como la propia comisión que preside. El destacado panista Diego Fernández de Cevallos, es liberado por sus captores. Explosión de ductos de PEMEX en Puebla, con pérdida de vidas humanas. Hechos aparentemente ajenos entre sí, pero que en la realidad guardan relación estrecha con el clima de violencia, corrupción e impunidad que cada vez en mayor medida se abate sobre México.
La opinión de los trabajadores coincide plenamente con la mayoría del empresariado mexicano, identificando violencia en las calles y bajo nivel de la demanda agregada, como los principales frenos al crecimiento económico del país. Coincidentemente, la “guerra” desatada por Calderón Hinojosa, y el mantener congelado el salario y, con ello desigualdad y pobreza, se inscriben como violencia generalizada en contra del pueblo de México.
Sin capacidad real de compra de más del 50 por ciento de la población, el mercado interno permanece deprimido y, por ende, la pequeña y mediana empresa nacional tiende a estancarse y a retroceder, a la par que la demanda externa, como consecuencia del proteccionismo comercial fruto de la crisis global, presiona a la baja al sector exportador nacional, cerrándose el círculo perverso del crecimiento negativo de la economía, mayor desempleo y creciente deterioro de las finanzas públicas. Caldo de cultivo para la expansión de la delincuencia en todas sus manifestaciones.
En tal contexto, ¿en que beneficia a México el contar con una comisión nacional de salarios mínimos? En nada. Antes al contrario, sus resolutivos generan malestar entre la población más desprotegida y ponen en evidencia instituciones y políticas públicas que actúan en contrario al interés nacional. La incongruencia a que da lugar una macroeconomía virtual que se sostiene a raja tabla contra toda lógica en el marco de la crisis sistémica global, y una microeconomía real cuyo principal indicador se ubica en el bolsillo de hombres y mujeres de a pie, es el común denominador en todo el país.
“En todos lados se cuecen habas”, dice el refrán popular.. La misma falta de visión, así como incongruencia entre lo que el gobierno y la partidocracia dicen proponerse y lo que llevan a la práctica, es tabla rasa en todas y cada una de las entidades federativas y entre todas éstas, en el régimen federal pactado que Calderón Hinojosa conduce al desastre.
Aquilatando lo que viviéramos en Veracruz en los últimos seis años y observando y escuchando lo que un alto porcentaje de yucatecos piensan del desempeño de su actual gobernadora, no hay diferencia. Endeudamiento público creciente e injustificado, triunfalismo sin sustento, y un más que evidente retroceso económico y social, aderezado con crisis política recurrente, califica la pésima actuación de Ivonne Ortega Pacheco al frente del gobierno de Yucatán, al igual que hoy se señala a Fidel Herrera Beltrán como el peor gobernante que ha padecido Veracruz en los últimos cincuenta años.
En ambos casos, el multimillonario derroche de recursos públicos destinados a los medios de comunicación para construir sobre mentiras la verdad mediática oficial, no fue suficiente para ocultar liviandad y corrupción bajo la máscara de exacerbado culto a la personalidad y el triunfalismo sin sustento del que ya se fue, como tampoco lo ha sido para tapar ante la opinión pública yucateca los desvaríos de Ivonne promoviendo su imagen tele novelera, mientras su gobierno apunta al derrumbe y la entidad registra retroceso económico y social. El peso específico de la prensa no opaca lo que la gente común observa y vive en carne propia.
Tan evidente, que se opina en cada vez más amplio círculo de la sociedad yucateca, que salió más caro el caldo que las albóndigas con el retorno del PRI, tanto en el gobierno estatal como en el municipal en el caso de Mérida. Considerándose como un fracaso tanto la alternancia como el relevo generacional. Es sintomático que siendo Ivonne una cercana operadora política de Enrique Peña Nieto en el sureste, sea Televisa quien le descalifique, como queda constancia de la aseveración de Joaquín López Dóriga: “El gobierno de Ivonne Ortega se derrumba”.
Con la perspectiva que da el observar a nuestra entidad veracruzana desde la capital económica del sureste de México, hoy en riesgo de perder lo ganado en los últimos 30 años, obliga a pensar que Javier Duarte de Ochoa, está obligado a poner las barbas en remojo; por lo que publican los medios de comunicación, el joven gobernador tiende a seguir el mismo camino de su antecesor, improvisando, errando el camino, y apoyándose, con honrosas y contadas excepciones, en lo más nefasto de la llamada clase política y cúpula sindical, en aras de un inconsciente deseo de legitimarse con exacerbado protagonismo y falso triunfalismo; a sabiendas de que la situación que guardan las arcas públicas, la reducida captación y déficit fiscal que le hace dependiente en grado superlativo de las aportaciones federales, el cada vez mayor endeudamiento público, así como el deterioro creciente de la economía veracruzana, obliga a gobernar con cautela, mesura, humildad y buen juicio.
El reconocer públicamente que hereda una administración en bancarrota, no es suficiente. O se enmienda rumbo y destino para, con inventiva y creatividad señalar nuevos caminos ajenos a la corrupción y manidas fórmulas económicas y sociales neoliberales, o el gobierno de Duarte seguirá los mismos pasos, tropiezos y fracasos de su antecesor y de la gobernadora yucateca.
Decíamos en artículo anterior que es temprano aún para un giro brusco de timón, y que la inercia de un pasado desastroso se impone. Lo mismo podría afirmarse respecto a juzgar y calificar la actuación del Dr. Duarte en el inicio de su administración cuando apenas han transcurrido 20 días. Sin embargo, y no estando el horno para bollos, lo que ya se percibe no es nada alentador, empezando con la integración de su primer círculo de colaboradores, en el que se incluye a los cuestionados Reynaldo Escobar Pérez y Erick Lagos; la temprana creación de la secretaría del medio ambiente; su peregrinar guadalupano en Nueva York violentando la ley, y hoy, la imposición de un personaje tan nefasto como Morgado Huesca, como titular del Instituto de Pensiones, y, para colmo, la cereza del pastel, el anuncio de la aplicación de nuevos impuestos a la sociedad veracruzana, en contrario a su promesa de campaña.
Señales estas que la propia prensa oficialista juzga como negativas, a la par que se comenta que el Dr. Duarte está obligado en la coyuntura a mostrarse cuanto antes como el Javier Duarte de Ochoa, joven, preparado, y sin antecedentes oscuros que ocultar, como el gobernador del cambio que todo mundo espera. Poniendo fin a la inercia y gobernar por sí mismo y no por cuenta de…
Con un incremento salarial como el anunciado, es de esperarse mayor desigualdad, pobreza, marginación, desempleo y violencia en el país y Veracruz no es la excepción. Frente a ello, hechos y no palabras calificarán la actuación de nuestro joven y, a mi juicio, inexperto gobernador. En el está demostrar que el traje le queda a la medida, o fracasar en el intento, siguiendo los pasos de la glamorosa gobernadora de Yucatán, a quien su pueblo identifica como folklórico personaje salido de la tradicional carpa del finado “Cholo Herrera”. “Como gobernadora, es una vacilada”, dicen.
pulsocritico@gmail.com
Mérida, Yuc.
Temas de la semana. Opinión generalizada en el sector laboral: “una verdadera mentada de madre el incremento del 4.2 por ciento al salario mínimo”, establecido por una comisión nacional ajena a la realidad del pueblo de México, avalada por un secretario del trabajo del gobierno de Calderón Hinojosa, tan inútil como la propia comisión que preside. El destacado panista Diego Fernández de Cevallos, es liberado por sus captores. Explosión de ductos de PEMEX en Puebla, con pérdida de vidas humanas. Hechos aparentemente ajenos entre sí, pero que en la realidad guardan relación estrecha con el clima de violencia, corrupción e impunidad que cada vez en mayor medida se abate sobre México.
La opinión de los trabajadores coincide plenamente con la mayoría del empresariado mexicano, identificando violencia en las calles y bajo nivel de la demanda agregada, como los principales frenos al crecimiento económico del país. Coincidentemente, la “guerra” desatada por Calderón Hinojosa, y el mantener congelado el salario y, con ello desigualdad y pobreza, se inscriben como violencia generalizada en contra del pueblo de México.
Sin capacidad real de compra de más del 50 por ciento de la población, el mercado interno permanece deprimido y, por ende, la pequeña y mediana empresa nacional tiende a estancarse y a retroceder, a la par que la demanda externa, como consecuencia del proteccionismo comercial fruto de la crisis global, presiona a la baja al sector exportador nacional, cerrándose el círculo perverso del crecimiento negativo de la economía, mayor desempleo y creciente deterioro de las finanzas públicas. Caldo de cultivo para la expansión de la delincuencia en todas sus manifestaciones.
En tal contexto, ¿en que beneficia a México el contar con una comisión nacional de salarios mínimos? En nada. Antes al contrario, sus resolutivos generan malestar entre la población más desprotegida y ponen en evidencia instituciones y políticas públicas que actúan en contrario al interés nacional. La incongruencia a que da lugar una macroeconomía virtual que se sostiene a raja tabla contra toda lógica en el marco de la crisis sistémica global, y una microeconomía real cuyo principal indicador se ubica en el bolsillo de hombres y mujeres de a pie, es el común denominador en todo el país.
“En todos lados se cuecen habas”, dice el refrán popular.. La misma falta de visión, así como incongruencia entre lo que el gobierno y la partidocracia dicen proponerse y lo que llevan a la práctica, es tabla rasa en todas y cada una de las entidades federativas y entre todas éstas, en el régimen federal pactado que Calderón Hinojosa conduce al desastre.
Aquilatando lo que viviéramos en Veracruz en los últimos seis años y observando y escuchando lo que un alto porcentaje de yucatecos piensan del desempeño de su actual gobernadora, no hay diferencia. Endeudamiento público creciente e injustificado, triunfalismo sin sustento, y un más que evidente retroceso económico y social, aderezado con crisis política recurrente, califica la pésima actuación de Ivonne Ortega Pacheco al frente del gobierno de Yucatán, al igual que hoy se señala a Fidel Herrera Beltrán como el peor gobernante que ha padecido Veracruz en los últimos cincuenta años.
En ambos casos, el multimillonario derroche de recursos públicos destinados a los medios de comunicación para construir sobre mentiras la verdad mediática oficial, no fue suficiente para ocultar liviandad y corrupción bajo la máscara de exacerbado culto a la personalidad y el triunfalismo sin sustento del que ya se fue, como tampoco lo ha sido para tapar ante la opinión pública yucateca los desvaríos de Ivonne promoviendo su imagen tele novelera, mientras su gobierno apunta al derrumbe y la entidad registra retroceso económico y social. El peso específico de la prensa no opaca lo que la gente común observa y vive en carne propia.
Tan evidente, que se opina en cada vez más amplio círculo de la sociedad yucateca, que salió más caro el caldo que las albóndigas con el retorno del PRI, tanto en el gobierno estatal como en el municipal en el caso de Mérida. Considerándose como un fracaso tanto la alternancia como el relevo generacional. Es sintomático que siendo Ivonne una cercana operadora política de Enrique Peña Nieto en el sureste, sea Televisa quien le descalifique, como queda constancia de la aseveración de Joaquín López Dóriga: “El gobierno de Ivonne Ortega se derrumba”.
Con la perspectiva que da el observar a nuestra entidad veracruzana desde la capital económica del sureste de México, hoy en riesgo de perder lo ganado en los últimos 30 años, obliga a pensar que Javier Duarte de Ochoa, está obligado a poner las barbas en remojo; por lo que publican los medios de comunicación, el joven gobernador tiende a seguir el mismo camino de su antecesor, improvisando, errando el camino, y apoyándose, con honrosas y contadas excepciones, en lo más nefasto de la llamada clase política y cúpula sindical, en aras de un inconsciente deseo de legitimarse con exacerbado protagonismo y falso triunfalismo; a sabiendas de que la situación que guardan las arcas públicas, la reducida captación y déficit fiscal que le hace dependiente en grado superlativo de las aportaciones federales, el cada vez mayor endeudamiento público, así como el deterioro creciente de la economía veracruzana, obliga a gobernar con cautela, mesura, humildad y buen juicio.
El reconocer públicamente que hereda una administración en bancarrota, no es suficiente. O se enmienda rumbo y destino para, con inventiva y creatividad señalar nuevos caminos ajenos a la corrupción y manidas fórmulas económicas y sociales neoliberales, o el gobierno de Duarte seguirá los mismos pasos, tropiezos y fracasos de su antecesor y de la gobernadora yucateca.
Decíamos en artículo anterior que es temprano aún para un giro brusco de timón, y que la inercia de un pasado desastroso se impone. Lo mismo podría afirmarse respecto a juzgar y calificar la actuación del Dr. Duarte en el inicio de su administración cuando apenas han transcurrido 20 días. Sin embargo, y no estando el horno para bollos, lo que ya se percibe no es nada alentador, empezando con la integración de su primer círculo de colaboradores, en el que se incluye a los cuestionados Reynaldo Escobar Pérez y Erick Lagos; la temprana creación de la secretaría del medio ambiente; su peregrinar guadalupano en Nueva York violentando la ley, y hoy, la imposición de un personaje tan nefasto como Morgado Huesca, como titular del Instituto de Pensiones, y, para colmo, la cereza del pastel, el anuncio de la aplicación de nuevos impuestos a la sociedad veracruzana, en contrario a su promesa de campaña.
Señales estas que la propia prensa oficialista juzga como negativas, a la par que se comenta que el Dr. Duarte está obligado en la coyuntura a mostrarse cuanto antes como el Javier Duarte de Ochoa, joven, preparado, y sin antecedentes oscuros que ocultar, como el gobernador del cambio que todo mundo espera. Poniendo fin a la inercia y gobernar por sí mismo y no por cuenta de…
Con un incremento salarial como el anunciado, es de esperarse mayor desigualdad, pobreza, marginación, desempleo y violencia en el país y Veracruz no es la excepción. Frente a ello, hechos y no palabras calificarán la actuación de nuestro joven y, a mi juicio, inexperto gobernador. En el está demostrar que el traje le queda a la medida, o fracasar en el intento, siguiendo los pasos de la glamorosa gobernadora de Yucatán, a quien su pueblo identifica como folklórico personaje salido de la tradicional carpa del finado “Cholo Herrera”. “Como gobernadora, es una vacilada”, dicen.
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