martes, 3 de mayo de 2011

DE CARNAVALES A CARNAVALES.





Por Ezequiel Castañeda Nevárez.

Siendo como lo es el carnaval, un espacio para la permisividad y el descontrol, para el desorden y el desenfreno, el Carnaval de Tuxpan 2011 más bien pareció ser todo lo contrario a lo que es su esencia natural. Esta celebración pública, que se organiza en casi todo el mundo desde hace varios milenios, con elementos que le son propios como los disfraces, las fiestas en plena calle y los desfiles de carros alegóricos, generalmente cubiertas con cantidades industriales de alcohol para casi todos los asistentes y en estos tiempos con el añadido de todo tipo de estimulantes que ahora se acostumbran, han hecho que este tipo de eventos sean esperados por todos aquellos que casi siempre o que de manera especial dan rienda suelta al desenfreno, a la música, luz, alegría y sexo indiscriminado, con la consiguiente violencia que se genera con este tipo de conductas individuales y colectivas; o sea, nada como para recomendar a la familia.
La organización de la fiesta de carnaval que realizó el Ayuntamiento tuxpeño a iniciativa de Alberto Silva, Presidente municipal de Tuxpan, sienta un precedente distinto que distingue a esta celebración de otras similares en otros lugares y en el mismo puerto, porque existen datos que indican que el carnaval tuxpeño se realiza desde hace aproximadamente cien años. El distintivo de orden, organización y participación social sin demérito de la alegría y la diversión que le son propias a esta festividad, la instala desde ahora como una oportunidad para la sana diversión, para el esparcimiento familiar y para la reactivación económica en la región y la producción de empleos temporales para muchos tuxpeños. El orden, la seguridad, las facilidades que tuvieron los asistentes para presenciar los desfiles, los juegos pirotécnicos y la actuación de artistas de renombre que pocas ocasiones pueden verse en Tuxpan –que además se ofrecieron por parte del Ayuntamiento de manera gratuita-,hacen reconocer que efectivamente hay de carnavales a carnavales, que ahora se me ocurre que el que vimos se parece a aquellos carnavales de hace más de cuarenta años que nos tocó presenciar en Tuxpan: sanos y divertidos. Que reine el buen humor y la alegría popular, pero que sea sin consecuencias que lamentar y para eso solo es posible si se da en un marco de orden y respeto. Bien por Silva Ramos, por los organizadores y bien por nuestra sociedad tuxpeña que tiene por fin lo que merece por parte de la autoridad municipal.

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