
Federico Arreola
Leí en el Financial Times una fuerte crítica a Twitter, “My shallow affair with Twitter” (http://www.ft.com/intl/cms/s/2/db87a0e2-a401-11e0-8b4f-00144feabdc0.html#axzz1RmnPhhN8), de Harry Eyres. El autor confiesa que llegó a esa red social de internet atraído por su “juventud pura” o bien para confirmar que él, hombre de edad media, todavía podía atraer… seguidores.
Dice el señir Eyres que se inscribió en Twitter por un vago deseo de conectar y por una buena dosis de curiosidad felina. Debió haber sido más prudente, pero no lo fue, para entender que entraba a un esquema de comunicación en el que prácticamente la mitad de los mensajes que se difunden son “cháchara inútil”.
Liberado del hechizo de Twitter, el colaborador del Financial Times considera ahora a esa red social “una de las mayores pérdidas de tiempo jamás concebidas”.
Harry Eyres no ha encontrado en Twitter verdaderas conversaciones porque estas requieren, para empezar, saber con quién se está hablando. Y en Twitter eso normalmente no es posible.
El mencionado periodista se equivocó, cuando entró a Twitter, ya que pensó que podía encontrar ahí algún tipo de poesía, como el haiku japonés que se caracteriza por su brevedad. No ha visto ninguno o, al menos, ninguno que realmente valga la pena. Ni ha encontrado tampoco aforismos dignos de ser considerados como tales. Y si no ha encontrado nada de eso se debe a que, si alguien realmente compone un buen haiku o un aforismo de calidad, los publicará en libro para que trasciendan y no los lanzará el universo tuitero en el que todo termina por ser irrelevante.
Para Harry Eyres Twitter, aparte de ser “una cámara de amplificación de rumores y chismes, es el modo perfecto de la (pseudo) comunicación de la era del narcisismo”. Y es que ha leído tuits de personas muy inteligentes informar en la red social que tienen un resfriado o que se están preparando una taza de té.
Es un hecho, sin duda, que lo fundamental en los mensajes que se difunden por Twitter es que tienen que ver con “yo”: yo hice, yo hago, yo pienso, yo invito, yo opino, yo, yo, yo… Twitter, así, parece un sistema creado para la autopromoción.
Para Harry Eyres los tuits son el producto de lo que el historiador Christopher Lasch llama “el narcisista nuevo... que duda incluso de la realidad de su propia existencia”.
El periodista del Financial Times no duda en decir que “Twitter no es sólo una forma falsa de conversación, sino un medio engañoso para el debate”, sobre todo por la limitación de caracteres. Y es que el debate de ideas complejas, a diferencia del haiku o el aforismo, tiene que hacerse con todas las palabras que se necesiten, y a veces se necesitan muchísimas más de las que caben en decenas de tuits.
En fin, aunque Twitter tiene sus virtudes, sobre todo como instrumento para difundir noticias, lo cierto es que a muchos, después de haberlo usado intensamente durante meses o años, nos empieza a parecer irrelevante, enfermizo, una pérdida de tiempo que nos aleja de actividades mucho más productivas como leer o escribir cosas que valgan la pena, algo, en fin, digno de ser tratado por un psicólogo.
Fuente: www.sdpnoticias.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario