martes, 27 de diciembre de 2011

LA LETRA DESOBEDIENTE…EL NIÑO PERDIDO

ENVIADO A VAXTUXPAN…
Por Braulio Peralta

A Elian

Dice la Biblia en el evangelio según Lucas que el niño Jesús se perdió en Jerusalén a los 12 años de edad. María y José lo buscaban desesperadamente. Finalmente lo encontraron en el templo de los sabios, donde Jesús escuchaba y cuestionaba a los especialistas en historia y vida. Todos los que lo oían se deslumbraban de su inteligencia y dudas.

El pasaje de tintes literarios ha dado pie a que en Tuxpan, Veracruz, se adelanten las fiestas de Navidad a partir del 7 de diciembre, en una especie de preposada exclusiva para los chiquitines. Así, la leyenda bíblica se convirtió en la fiesta de los niños de la Huasteca, sin intervención religiosa. Nadie sabe cómo empezó a construirse una tradición que ha venido año tras año, de principios del XX, a la fecha.

Cada mañana del día señalado los padres se dedican a realizar un carrito único para los niños que puede ser de metal, cartón, plástico o madera. Un carrito que será la guía para buscar al “niño perdido”. Carritos que llevan velitas encendidas que, al salir a las calles se convierte en un ejército de niños en busca de Jesús, corrigiendo a la Biblia.

La complicidad es tal que las autoridades de Tuxpan—a las siete en punto de la noche— apagan las luces eléctricas, igual que en las casas. En banquetas, cercas y bardas también se colocan velitas para iluminar el camino de los niños en su búsqueda. El puerto se convierte en un espectáculo de luz inigualable.

Desde los cerros, el río, el puente y el malecón se observan carritos, niños y luces caminando por las calles. La Biblia es la culpable de esta historia mágica. Carritos llenos de naranjas, el tráiler con su carga de gasolina, la calabaza de la Cenicienta, el transporte de la Cruz Roja, el circo y sus animales, el tren que por fortuna no pasa por San Fernando… No faltan autos de Batman, Coca Cola o los autobuses urbanos SUT. La imaginería de los carros es responsabilidad de los papás que piden a sus hijos el tipo de auto que desean. Así los padres recuerdan al niño que llevan dentro.

La risa de los niños es la alegría de la familia y el asombro de los visitantes que pueden ver un espectáculo de dos horas inusual: luz para revelación a los gentiles. A las nueve de la noche se acaba el encanto. Las velas se extinguen. Regresa la luz eléctrica. Tuxpan vuelve a la realidad. ¡Felices fiestas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario