martes, 3 de enero de 2012

AMOR Y PAZ PARA EL 2012...

Por Uriel Flores Aguayo
Con dos palabras, amor y paz, también declaración de principios y expresión de sentimientos, se definió una época prácticamente en todo el mundo; amor y paz fue el mensaje de la juventud rebelde ante el estado de cosas, ante las guerras y gobiernos autoritarios; de ese espíritu surgió el movimiento “hippie”, el” rock and roll” y la movilización estudiantil del 68; el lema de amor y paz se inmortalizó con la V de la victoria dibujada en dos dedos de la mano; ese símbolo  siempre fue rebelde,  de protesta  y de izquierda, pero en México lo adoptó Vicente Fox,  en  su campaña del año 2000, generando confusión hasta la fecha en muchos panistas que creen que él lo inventó.
Nada fácil-obvio- es poner en práctica la voluntad del amor y la paz, significativa tan sólo como intención, diferenciadora de la calidad de las personas y permanente ideal de quienes quieran llevarla a cabo en medio de todo tipo de penurias, deformaciones y rezagos tanto personales  como colectivos. Es deseable que la culminación del año 2011  nos lleve a reflexionar sobre nuestra existencia, aunque sea un poquito. Debemos ocuparnos en que el año nuevo lo sea realmente, que el 2012 sea original, novedoso y significativo.  No nacimos para vegetar, es intranscendente querer “nadar de a muertito”.
Ineludiblemente el 2012 es año electoral, nos guste  o no, casi todos vamos a girar en torno a las campañas y a los candidatos; es deseable que la nación se vea en un espejo, ponga en orden sus ideas, acomode prioridades  y se conciba como casa común. Las elecciones tienen sentido si son libres y democráticas, en cambio, si se basan en el control, la corrupción y en pura mercadotecnia,   descienden a procesos electorales inútiles y prescindibles.
Las próximas elecciones son, por lo menos, una buena oportunidad para que se desate la energía social. Para que los ciudadanos asuman el control de su destino y para instalarnos como un país superior; para eso, las elecciones tienen que ser populares en participación y en resultados, evitando que sean el escenario de simulación que le permite a las elites refrendar su control sobre el país. De estas elecciones tenemos que salir más libres y mas ciudadanos, como punto de partida a las inaplazables transformaciones; un buen resultado es que iniciemos el camino para dejar de ser un pueblo agachón ante el poder, omiso de lo colectivo y enajenado por la estulticia del duopolio televisivo,” la caja idiota”.
Por efecto del sistema social, político y económico que se nos logró imponer somos un país abismalmente desigual, pobre y dependiente que sólo a través de la participación mayoritaria y valiente de sus ciudadanos podrá superar esos rezagos. Contra el poder de las trasnacionales, de los bancos, las telefónicas y otros monopolios se debe construir el poder de los ciudadanos que, a través del voto o la manifestación pública, se están expresando en todo el mundo. El movimiento de los indignados, que es de la dignidad, se va a expresar en nuestro país por medio de las campañas electorales, pues no somos isla y  tenemos significativas porciones de resistencia e inconformidad en amplias capas de la sociedad. Si somos capases de indignarnos ante la injusticia y la explotación, estaremos en la ruta correcta de un país mejor, mucho mejor.
Se puede querer o no ser mejores, habrá quien crea que ya lo es o que no es necesario superarse;
Es una definición importante, acarrea posicionamientos  y compromisos;  mejorar a partir de uno mismo, uno por uno o muchos por muchos, hasta volverlo un proceso social; los buenos aislados solo dan testimonio desde su rincón; considerando la individualidad no debe perderse de vista que los cambios de fondo son producto de procesos colectivos. No hay recetas, ni consejos, para instalarse en un círculo virtuoso. Tal vez, lo mínimo tenga que ver con abrir los ojos a la verdad, ser auténticos y participar en los asuntos públicos.  Sería una maravilla que accediéramos a niveles importantes de conciencia social; así si, amor y paz pero en la igualdad, sin exclusiones.
Recadito: perdono y pido perdón como ascenso en la calidad humana propia y del entorno.

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