*Extraviadas niñas de 2, 3 y 5 años en pueblos campesinos de Veracruz
*Quinceañeras, preferidas para el levantón y el secuestro sin dejar huella
*Frenética búsqueda de las familias, pero sin ningún resultado oficial
Luis Velázquez/Segunda Parte
En el Plan Veracruzano de Desarrollo 2011-2016 (PVD), la palabra feminicidio se ignora por completo. Ni una mención.
Tampoco hay una sola referencia a una realidad estrujante en Veracruz. Mujeres desaparecidas. Mujeres secuestradas.
Hay, en cambio, 86 menciones al término justicia.
Y habla de la justicia penal, la justicia social, la justicia laboral, la justicia en la equidad de género, la justicia en las comunidades indígenas, la justicia en una vida libre de violencia.
Pero reseña, no obstante, mundos utópicos, conceptos aristotélicos y socráticos, teoría política. El mundo soñado. Mejor dicho, el mundo prometido.
En una página cita la seguridad de la mujer en Veracruz. Pero en función de los tratados internacionales en la materia.
En otra página evoca la equidad en género. El combate a los rezagos. La igualdad de oportunidades. La calidad educativa.
Pero nada sobre las decenas, cientos quizá, de hogares que de norte a sur de Veracruz viven con la incertidumbre y la zozobra de si sus hijas desaparecidas siguen vivas o están muertas.
Y sobre equidad de género también convoca ‘’un nuevo enfoque al DIF’’. Pero para enseñar a la ciudadana la tolerancia y la no violencia.
Nada de la trata de blancas. Nada del tráfico de órganos. Bueno, al menos, en efecto, habla de órganos, pero de planeación, de cuerpos colegiados, de control interno en la administración pública. Algo es algo.
Por eso cuando se revisa la página web de la procuraduría de Justicia de Veracruz donde recuenta el número de mujeres desaparecidas, se ignora si apenas, apenitas, sólo constituye una descarga de conciencia, una lavada de manos tipo Poncio Pilatos, una tomadura de pelo.
Y es que en la página electrónica está la lista de mujeres secuestradas desde, por ejemplo, el 13 de julio de 1986, cuando Ernestina Santos Bautista, de 20 años, saliera de su casa en Playa Vicente, Veracruz, con destino a Estados Unidos como migrante indocumentada, y desde el último año del sexenio de Agustín Acosta Lagunes, su familia continúa esperando, no obstante la denuncia y andar tocando puertas oficiales sin ningún resultado.
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