miércoles, 15 de febrero de 2012

MI AMIGO TOMÁS YARRINGTON

Federico Arreola

@FedericoArreola

Soy amigo de algunos políticos.

De Andrés Manuel López Obrador, del PRD; de Mauricio Fernández Garza, del PAN; de Javier Livas, del PAN; de Tomás Yarrington, del PRI; de Dante Delgado, de Movimiento Ciudadano; de Alfonso Durazo, de Movimiento Ciudadano; de Ricardo Cantú, del Partido del Trabajo…

Me llevo muy bien con Fernando Canales Clariond, del PAN; con Manlio Fabio Beltrones, del PRI, y con muchos otros…

No puedo dejar de mencionar que fui amigo Luis Donaldo Colosio, del PRI…

Mi trabajo me ha acercado a políticos de todos los partidos, buenos y malos, cuestionados y con prestigio.

Hoy hablaré de Yarrington. A Tomás lo conocí en 1975, cuando ambos empezamos a estudiar la carrera de economía en el Tecnológico de Monterrey. Desde entonces lo he tratado más o menos con frecuencia.

Lo vi muchas veces durante su período como gobernador de Tamaulipas. Por su cargo y por mi empleo (yo dirigía los diarios Milenio), para proteger la amistad, en tales encuentros normalmente evitábamos tocar temas políticos o cuestiones relacionadas con su administración.

De hecho, solo en dos ocasiones tratamos, con seriedad, temas relacionados con su actividad o con la mía.

La primera, cuando lo junté con Manlio Beltrones porque este, que era diputado del PRI, quería pedirle algo a Tomás y me pidió que yo fuera intermediario. Lo hice porque no había nada de ilegal en eso. La charla entre ellos terminó mal por culpa de Elba Esther Gordillo, a la que Yarrington defendía y Beltrones criticaba.

La segunda vez en que traté con Yarrington asuntos no amistosos, esto es, profesionales, fue en una comida, en Monterrey, con Francisco González, propietario de Milenio y del Grupo Multimedios. Hablamos de la publicidad que el gobierno de Tamaulipas compraba a los medios del señor González (posee radiodifusoras, televisoras y diarios en territorio tamaulipeco), y me quedó claro que Tomás quería adquirir menos, no más, publicidad.

No hubo más.

A Tomás Yarrigton pocas veces lo he visto como político. Siempre ha sido, para mí, inclusive cuando gobernó Tamaulipas, el estudiante agradable pero altivo al que traté hace más de 30 años.

Hoy mi amigo está en problemas, graves según lo que ha trascendido. Yo no valdría nada si no admitiera, en público, que he sido amigo, y lo seguiré siendo, del señor Yarrington.

No voy a discutir acerca de si es culpable o inocente. Eso lo determinarán sus abogados y las instituciones encargadas de la procuración de justicia en México y Estados Unidos.

Si sale bien librado, me va a dar gusto. Si le va mal, intentaré hablar con él para apoyarlo moralmente hasta donde me sea posible.

He escrito todo esto porque me lo han preguntado en Twitter, red social en la que algunas personas, actuando de mala fe, han intentado hacerme pasar por culpable del delito de portación de amigo prohibido.
Fuente:www.sdpnoticias.com.mx

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