miércoles, 15 de agosto de 2012

ESCENARIOS

Luis Velázquez
I
Publican en el último número de la edición mexicana de Hola! dos páginas.

Ahí aparecen Angélica Rivera de Peña, “La gaviota”, de vacaciones en Miami, acompañada de su señora madre, sus hijas: Sofía, Fernanda y Regina, y otros jóvenes miembros de la familia.

Hola! convierte a “La Gaviota” en “mamá gallina”.

Y con la familia aparece de compras en Village at Merrick Park, de Miami.

Disfrutan las horas y los días. Tarde de compras. Cena en un restaurante italiano.

Angélica Rivera aparece en las fotos sin Enrique Peña Nieto.

Pasean solos, aprovechando, quizá, el periodo vacacional.

Peña Nieto se ha quedado en México. Pendiente de la cadena de protestas e impugnaciones de Andrés Manuel López Obrador y pendiente del dictamen del Trife.

El deber llama.
II

La familia de Barack Obama se ha ido de vacaciones. Están en Massachusetts. Allá donde el presidente gusta de jugar golf, pasear en bicicleta con Michelle y sus hijas, comprar libros, comer pizza, golfear, reposar, descansar.

Ni modo.

Barack Obama suspendió las vacaciones porque necesita concentrarse en su campaña de reelección.

Si vacaciona puede perder tiempo ante los candidatos propietario y suplente del partido Republicano.

Y ni hablar. Otros cuatro años más en la Casa Blanca lo valen.

El año electoral.

En 1996, Bill Clinton también suspendió vacaciones. Preparaba la reelección.

En 1992, George H. Bush abandonó vacaciones de agosto en Maine para estudiar ‘’la situación en Irak con todo su equipo en Campo David’’.

El último descanso que Obama se ha permitido en la Casa Blanca ha sido en Año Nuevo. Unos días con Michelle y sus hijas en Hawaii.

José Reyes Baeza, exgobernador de Chihuahua, andaba de vacaciones cuando de pronto la Procuraduría de Justicia de la nación sacó de la manga de la camisa un expedientito donde lo ligan con el cártel de Juárez.

Y ahora está en la mira.
III

¿Alguna vez el tío de Nopaltepec tomó vacaciones en el sexenio?

Manuel Bartlett, secretario de Gobernación y Educación Pública, exgobernador de Puebla, se lo aconsejó así: “trabaja todos los días como si fuera el último, pues cuando uno se da cuenta el sexenio ya terminó”.

Miguel Alemán Velasco gobierna Veracruz. El periodo de lluvias está cerca. Y más en un Veracruz donde la temporada pega duro, como bien lo demostraron el Karl y el Stand.

Entonces, el secretario de Comunicaciones, el panista Alfonso Gutiérrez de Velasco, viaja al otro extremo del mundo a una conferencia.

Y allá lo sorprenden las lluvias torrenciales en Veracruz y sigue en el congreso.

Resultado: pocos días después de su regreso, Alemán lo despide.

¡Ah!, pero un fin de año el mercado Hidalgo del puerto jarocho se incendia: 29 muertos.

Alemán Velasco está fuera de la ciudad; parece, en el extranjero. Allá sigue. Por teléfono ordena. Mejor dicho, delega facultades.

Días después regresa y en su primera aparición la prensa lo entrevista sobre su ausencia. Dice, categórico y lapidario: “no soy bombero”.

Por el contrario, Fidel Herrera iba al encuentro de los huracanes. Les salía al paso para desviar su fuerza natural.

Luego, caminaba, como Jesús, encima de las aguas, dando auxilio a las víctimas y damnificados.

En una inundación del río Papaloapan, en Tlacotalpan, a los 11 años de edad Fidel llegó al pueblo, estrenando zapatos negros marca Canadá.

Todos corrieron para salvarse cuando las aguas entraban al pueblo donde quiso nacer Agustín Lara.

Fidel, también.

Pero en la huida, el zapato del pie izquierdo se le zafó y Fidel quiso nadar para alcanzarlo. En automático se arrepintió. Podía recuperar el zapato, pero perder la vida. Dejó que el zapato se fuera…
IV

Todos ya sabían de la llegada de “Ernesto” a Veracruz.

El señor JD se fue de vacaciones con la familia. España, dicen, para visitar el pueblo donde nacieran sus antepasados.

Ernesto aterrizó en Veracruz. Demoledor. Varios muertitos.

El señor JD suspendió el viaje de asueto.

Dijo a la prensa: “soy jefe de familia, soy padre y soy responsable con sus vacaciones”.

Luego, precisó: “no andaba muerto, andaba de parranda”.

Después, acotaría: “no es cierto, aquí estoy”.

Faltó a la cumbre estelar de la Conferencia Nacional de Gobernadores, Conago.

Faltó a la comida de Enrique Peña Nieto con el priismo.

Y cuando “Ernesto” ya se había ido, llegó.

Al otro día estuvo en el lugar de la tragedia y la prensa escrita publicaría hasta siete, ocho fotos, el mismo día, en la misma edición.

Las sagradas escrituras lo dicen: la primera tarea de un político es permanecer al lado de los suyos… en la desventura.
POSDATA: Más información en el blog.expediente.mx

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