sábado, 25 de agosto de 2012

EXPEDIENTE 2012...

Luis Velázquez

Es 2004. En Veracruz, Fidel Herrera Beltrán anda en campaña como candidato a gobernador.

De niño se soñó beisbolista de las grandes ligas y uno de sus mentores, Roberto García Loera, dueño del ingenio San Cristóbal, lo recomienda con Beto Ávila, el héroe de los Indios de Cleveland, nacido en el barrio de “La huaca”.

“No sirves” dice Beto Ávila a Fidel y Fidel se sume por vez primera en la vida.

Años después inicia la amistad con su álter ego, Ranulfo Márquez, y ambos coinciden en la misma pasión por el béisbol.

Entonces, 2004, alguien invita al “Tío de Nopaltepec” a un juego estelar del Águila de Veracruz, en el puerto jarocho.

Y cuando Fidel entró con “los niños de la fidelidad” al estadio “Beto Ávila”, de pronto, cuando apenas se había sentado en el palco de honor y el locutor lo había anunciado, se escuchó el murmullo de una ola humana con una rechifla, un abucheo, al candidato priista a la gubernatura.

Y Fidel, fogueado en el campo de batalla, aguantó vara.

Luego, discreto, antes del fin del partido, Fidel se retiró, sin decir adiós, de prisa y aprisa antes de que otro abucheo cobrara fuerza en el estadio.

“El tío” gana la gubernatura. Ocupa la silla embrujada del trono imperial. Chambea día y noche. Está pendiente del norte a sur de Veracruz. Una mañana descubre que se ha adueñado de tierra jarocha. Le han compuesto unas 750 canciones. La radio entona cada madrugada el himno a la fidelidad. Las mujercitas de 20 a 30 años cantan, felices, radiantes, el estribillo ‘’Fidel/ bombón/ te queremos/ Fidel/ en el colchón’’.

Un día, en un juego estelar del Aguila, “El tío” regresa al estadio “Beto Ávila” y cuando el locutor anuncia su nombre los fanáticos le aplauden.

Encantador de serpientes, los ha seducido.

La rechifla fue convertida en vítores estrepitosos.

Tanto que en el desfile del carnaval jarocho en el año 2010, el último del sexenio, Fidel desfila al frente de las comparsas, batucadas, carros alegóricos, la reina bonita y el rey feo de carnaval.

Y en los dos, tres, cuatro, cinco kilómetros que “El tío” camina es aplaudido. La gente grita su nombre. Fidel sonríe y aplaude. Siente el calor de la gente. Está “en la plenitud del pinche poder”.

Bastaría recordar que termina el sexenio con 8.5 de calificación.

Un priista jarocho recuerda: “yo iba a su lado en aquella caminata. Quedé sorprendido. ¡Es un pinche seductor! ¡López de Santa Ana quedó pendejo a su lado!”.

POSDATA: Más información en elblog.expediente.mx

 

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