LA UACM: ¿UN EJEMPLO DE SECTARISMO EDUCATIVO?
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Desde hace casi 80 días, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), está inactiva y con instalaciones tomadas por un grupo de estudiantes “paristas” (supuestamente pertenecientes al Consejo estudiantil en lucha-CEL), derivado del conflicto que se provocara en la integración del tercer Consejo Universitario (CU) celebrado a fines del mes de agosto. El asunto parte, al dar de baja a 8 consejeros titulares y 9 suplentes todos electos (gente crítica a la rectoría), que al no haber ido a recoger sus nombramientos en el término de las 24 horas siguientes a su notificación y no justificar su ausencia, se les desconoció.
Los consejeros electos dados de baja, que no se presentaron a ninguna de las tres sesiones del denominado tercer CU son; del plantel San Lorenzo Tezonco: Gabriela Vázquez Olivera y Pedro Leonel Arreola; Joel Marín y Juanita Ochoa Chi, de Centro Histórico; Alma Nava Martínez y Carlos Bravo Marentes, de Casa Libertad; Raúl Villegas Dávalos, de Del Valle; así como Héctor Pratz Rodríguez, de Centro Histórico. Sin embargo, el único que respondió al ultimátum fue el suplente Carlos Eduardo González, del plantel Del Valle, que recogió su nombramiento cubriendo el lugar de Raúl Villegas Dávalos[1]. El CU procedió a sustituir los lugares que estaban acéfalos, lo que molestó a los consejeros desconocidos y al Consejo Estudiantil en lucha (CEL), explotando el conflicto en esta institución con la toma de instalaciones.
Pero esto sólo fue el pretexto. Tras este conflicto, que con el tiempo se ha venido complicando, se hace evidente una lucha por el poder político y el dinero entre tribus de izquierda que se pelean el “bunker” por lo que éste representa. Pues de todos es sabido, que de ahí surge una buena parte del control estudiantil que se utiliza como fuerza de resistencia de la izquierda para diferentes fines en el DF; y, como existe ya un rompimiento entre sus creadores, pues ahora un grupo busca presionar a las autoridades de la Universidad, manteniendo inactiva a esta institución (desde hace casi 80 días), para quitarles el control de la misma.
Y, hay varios protagonistas en este conflicto: el Consejo Estudiantil en lucha (CEL), su Rectora Dra. Esther Orozco, quien ha tenido que apretarse bien las faldas para no ser rebasada, el ex rector de la misma Manuel Pérez Rocha (gestión 2001 a 2010) que es el principal alentador del conflicto y que se siente aun con el poder para manejar los grupos y, los periodistas y escritores-que son catedráticos, que han mantenido una línea editorial de oposición y descalificación permanentes de la gestión que encabeza su Rectora y que aprovechan los medios donde escriben tales como: “La Jornada”, “Proceso”, etc., para desprestigiarla y destituirla.
Pero existen otros elementos que están presentes y que son los determinantes en el conflicto, mismos que obedecen a ciertos intereses que se mueven tras todas esas figuras y que evidencian una intención perversa: la mano de los grupos políticos de izquierda, divididos en dos bloques: los coincidentes con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), los “Chuchos” y los “Ebradistas” y, los que se identifican con AMLO y su corriente política: Morena.
Pero vámonos por partes. ¿Qué te tipo de proyecto educativo es la Universidad Autónoma de la Ciudad de México?
La Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), es una institución que nació por decreto el 21 de abril de 2001 aprobado por la Asamblea Legislativa del DF, con carácter de organismo público descentralizado en el tiempo en que era Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador y su justificación para conformarla, fue que la Ciudad de México no contaba con una institución pública de educación superior propia, a diferencia de las entidades de la República y por lo tanto necesitaba una, pero planeada a la medida de los intereses de la izquierda mexicana que gobierna desde el año 2000 en el DF. Es decir, hipotéticamente hablando, la UACM vendría a ser la Universidad estatal de la ciudad de México [2] pero,…propiedad de una fracción política nacional.
Para diciembre de 2004, la institución obtuvo la autonomía, adquiriendo: la facultad y responsabilidad de gobernarse a sí misma, definir su estructura y las funciones de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los principios del art. 3º constitucional. Pero, lo curioso fue, que cuando se fundó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) no hubo ley orgánica externa para gobernarse sino una ley general que se creaba desde la Asamblea Legislativa del DF y que le otorgaba presupuesto para cumplir con sus funciones. Es decir, se otorgó un presupuesto millonario por delante, a una comunidad que tenía la responsabilidad de crear apenas sus normas y estructura para aplicarlo, contrariamente a como lo hacen todas las universidades serias y formalmente constituidas en el país.
Y se dejaron pasar 10 años y hasta la fecha existe oposición para crear normas y definir reglamentos para el personal académico, de los estudiantes, de los trabajadores y establecer reglas para elegir a sus órganos de gobierno. Los opositores a crear reglas constituyen una alianza de grupos minoritarios que quieren controlar la UACM mediante la exclusión y la discrecionalidad y, son los que la tienen paralizada por decreto y a la fuerza[3].
Y eso es lo que se observa cuestionable. Cómo es posible que se pueda crear una Universidad, a la medida de los intereses de individuos o grupos, cuyos fines son ajenos a los principios que rigen a la educación pública. Cómo es posible que una universidad pública, base su operación como un proyecto creado para ser manejado desde el Gobierno del DF, con una supuesta autonomía (pues no se es independiente ni económica ni estatutariamente) lo que la deja como rehén de sus líderes políticos, perdiendo así su esencia académica y científica.
Al carecer de una base normativa, hace que su Consejo Universitario (CU), dependa de una “Comisión Permanente de Mediación y Conciliación”, y al margen de su Ley general, es la encargada de darle solución a los conflictos. Es decir, el CU está a expensas del criterio de una “comisión de expertos o notables”, renunciando a su propio marco normativo. ¿Dónde se ha visto eso? ¿De dónde sale este modelo sui generis de universidad?
Pues quien da respuesta a esta pregunta, es su exrector-fundador el ingeniero Manuel Pérez Rocha, designado para la tarea por Andrés Manuel López Obrador desde su origen y a repetido en diferentes entrevistas que: “Él diseñó el modelo de la institución y fue él quien ocupó la Rectoría desde entonces, durante nueve años, hasta mayo de 2010, cuando lo sucedió Esther Orozco”. Afirmando también, que los problemas empezaron desde 2007 ya con el gobierno de Marcelo Ebrad:
“Cuando llegó el gobierno de Ebrard intentaron cambiar la universidad. No entendían el proyecto, su ideología social que, contraria a la meritocracia en que vivimos, busca ayudar no a quien más lo merece sino a quien más lo necesita. Para ello (Ebrard) nombró al doctor Mario Carrillo como el enlace con la universidad. La verdad es que lo estaba apuntando para que me reemplazara en la Rectoría... Mario Delgado, sobrino de Carrillo, con el poder que tenía como Secretario de Finanzas (del GDF), estuvo ahogando financieramente a la universidad, con esa pretensión de cambiarla. Yo creo que Ebrard en lo personal no tenía mucha idea, ni le entendía ni le interesaba, con el interés de tener espacios de influencia ahí y espacios de trabajo. El inicio era ése, colocar a Mario Carrillo en mi lugar. Pero no se lo permitimos. Lo digo abiertamente. No podía. Pocos meses después de que tomó posesión Ebrard, su secretario de Educación, Axel Didriksson, anunció que iban a reformar a la UACM y que iban a emitir una nueva ley orgánica. Y los paramos en seco. Lo digo con toda franqueza: Organicé al sindicato y al consejo general interno. Sacamos un desplegado a media plana denunciando la intromisión indebida en una institución autónoma. Desde luego que esto ya vino a plantear una confrontación muy dura”[4].
Por su parte Esther Orozco, actual Rectora, defiende la posición de la autoridad universitaria:
“La universidad (refiriéndose a la UACM), son plazas, presupuesto, gratificaciones. Hay fines económicos y políticos. Aquí tenemos profesores que han sido empleados en las delegaciones, han sido candidatos a diputados por distintos partidos. Aquí buscan colocar gente, no importa si tienen nivel o no en las posiciones de la universidad. Este es un espacio muy cómodo para tener un salario en pocas horas de trabajo y después poder hacer activismo político”. Así mismo hace señalamientos de abusos de la administración anterior: …“Aquí en el piso 2 (de las oficinas administrativas, en la esquina de Eugenia y División del Norte) tenemos un grupo, desde que llegué, de 10 mujeres que no tenían una tarea definida y todas tienen el más alto nivel de pago (29.5), es decir ganan 41 mil pesos al mes. Y así estaban muchos. La gente tiene que venir a la universidad y tiene que trabajar”.
Y podría seguir acumulando comentarios de estas figuras, protagonistas en el conflicto, pero me voy mejor a la parte delicada, que es necesario reflexionar y hago la siguiente pregunta: ¿realmente estos proyectos educativos, creados a la medida de “alguien” cumplen con una visión pedagógica seria y generan profesionistas útiles a su sociedad? Sinceramente, desde mi punto de vista, no lo creo.
Porque en principio no es posible, que en pleno siglo XXI, encontremos centros educativos sectarios en nuestro país; instancias que tarde o temprano revientan y dejan un precedente muy serio de lo negativo que es el formar alumnos o profesionistas con visiones ideológicas parciales. Para ser más claros y realistas, en este caso en particular: crear una escuela para formar alumnos alimentados de frustraciones y rencores para estar en contra todo y favor de nada, para hacerlos coincidentes con cierta ideología política, ni siquiera de la izquierda mexicana, sino a una fracción radical de la misma.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el sectarismo se define como: “conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica”. Y esta corriente debe su existencia a la manipulación de las sectas...y lo que es peor sectas revolucionarias…que no tienen nada que ver con el espíritu que mueve a las instituciones de educación superior pública; que es cierto: debe ser libre, autónoma y abierta al conocimiento, pero nunca hacia una formación tendenciosa que lleve la finalidad de incidir en los alumnos para manipularles en su forma de pensar y actuar, en lugar de dejarlos en libertad de elegir lo que mejor convenga a su formación e intereses académicos y profesionales. El etnocentrismo, el profesionalismo y el sectarismo no dejan de ser posiciones subjetivas o limitaciones socioculturales contrarias a la visión científica y humanista. Esas limitaciones hacen que la educación se vuelve anárquica y tarde o temprano “alguien”--secta, tribu, grupo o individuo--la manipula hacia sus particulares intereses.
Por lo tanto, no es ninguna novedad el decir que la planeación de la UACM, obedeció a los intereses políticos de un personaje que a todas luces necesitaba de los jóvenes para consolidar su proyecto, en su momento a la Presidencia de la República, el señor Andrés Manuel López Obrador. Y AMLO, hoy al separarse del perredismo y buscar su propio espacio, pelea sus feudos de control social y político, mandando a su gente a luchar contra los “Ebradistas”, “Chuchistas”, etc., los que en tiempos lejanos fueron sus grandes aliados.
Y ahora es Ebrad—vs—López obrador y la arena es la UACM, después ¿qué será? Y los tiempos están encima para la izquierda mexicana, porque la próxima transición política en el DF y en el poder nacional, está en puerta y con toda seguridad el conflicto seguirá hasta diciembre para ejercer entonces presión hacia el nuevo Jefe de Gobierno, Gabriel Mancera. Y ahí se observará la actuación de éste como autoridad en el DF, que de acuerdo a su historia laboral, es hombre de leyes, de orden y de negociación.
Pues ojalá las aguas vuelvan a su cauce, por el bien de esta Universidad que hoy tiene una matrícula de casi 15 mil alumnos, 874 profesores y un presupuesto de 856 millones. Una Universidad cuyo costo anual por alumno es de 57 mil pesos. Y que se deben ver los resultados de esa inversión. Lo que se ve lejano, si se siguen solapando intransigencias, faltas de respeto y sobre todo ineficacia, como lo demuestra su “ineficiencia terminal”, pues increíblemente a 10 años de creada apenas se han recibido 46 alumnos.
Ojalá que se recupere la verdadera esencia universitaria, que redefina su Ley Orgánica pensando en el tipo de profesionista que desean formar, que establezcan las normas que permitan la gobernabilidad interna, que transparenten el manejo de los recursos llevándolos a sus verdaderos fines: la docencia, la investigación y a difusión de la cultura, que reflexionen en el perfil del docente y sobre todo, que los profesionistas que de ahí salgan, realmente sean gente de bien, que inspiren confianza y sean insertados al mercado de trabajo depositando el conocimiento adquirido al servicio de la humanidad. Esos son los verdaderos principios que debe rescatar la UACM, si realmente quiere ser depositaria de la confianza de padres de familia, de los buenos alumnos que realmente quieren salir preparados, trabajadores que sí quieren a su institución y autoridades que están pensando en ella como un proyecto positivo que sirva a la ciudad de México y a la Nación.
Gracias y hasta la próxima.
[1] http://senderodefecal1.blogspot.com/2012/11/consejo-afin-esther-orozco-da-de-baja.html#ixzz2C9H9pm1X
[2] Igartúa Santiago, (2012), La UACM rehén de la Política, Reportaje.
[3] Rascon Marcos, (2012) Sobre el conflicto de la UACM, Milenio.
[4] Reportaje especial, Proceso 1880, 10 de noviembre de 2012.
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
Desde hace casi 80 días, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), está inactiva y con instalaciones tomadas por un grupo de estudiantes “paristas” (supuestamente pertenecientes al Consejo estudiantil en lucha-CEL), derivado del conflicto que se provocara en la integración del tercer Consejo Universitario (CU) celebrado a fines del mes de agosto. El asunto parte, al dar de baja a 8 consejeros titulares y 9 suplentes todos electos (gente crítica a la rectoría), que al no haber ido a recoger sus nombramientos en el término de las 24 horas siguientes a su notificación y no justificar su ausencia, se les desconoció.
Los consejeros electos dados de baja, que no se presentaron a ninguna de las tres sesiones del denominado tercer CU son; del plantel San Lorenzo Tezonco: Gabriela Vázquez Olivera y Pedro Leonel Arreola; Joel Marín y Juanita Ochoa Chi, de Centro Histórico; Alma Nava Martínez y Carlos Bravo Marentes, de Casa Libertad; Raúl Villegas Dávalos, de Del Valle; así como Héctor Pratz Rodríguez, de Centro Histórico. Sin embargo, el único que respondió al ultimátum fue el suplente Carlos Eduardo González, del plantel Del Valle, que recogió su nombramiento cubriendo el lugar de Raúl Villegas Dávalos[1]. El CU procedió a sustituir los lugares que estaban acéfalos, lo que molestó a los consejeros desconocidos y al Consejo Estudiantil en lucha (CEL), explotando el conflicto en esta institución con la toma de instalaciones.
Pero esto sólo fue el pretexto. Tras este conflicto, que con el tiempo se ha venido complicando, se hace evidente una lucha por el poder político y el dinero entre tribus de izquierda que se pelean el “bunker” por lo que éste representa. Pues de todos es sabido, que de ahí surge una buena parte del control estudiantil que se utiliza como fuerza de resistencia de la izquierda para diferentes fines en el DF; y, como existe ya un rompimiento entre sus creadores, pues ahora un grupo busca presionar a las autoridades de la Universidad, manteniendo inactiva a esta institución (desde hace casi 80 días), para quitarles el control de la misma.
Y, hay varios protagonistas en este conflicto: el Consejo Estudiantil en lucha (CEL), su Rectora Dra. Esther Orozco, quien ha tenido que apretarse bien las faldas para no ser rebasada, el ex rector de la misma Manuel Pérez Rocha (gestión 2001 a 2010) que es el principal alentador del conflicto y que se siente aun con el poder para manejar los grupos y, los periodistas y escritores-que son catedráticos, que han mantenido una línea editorial de oposición y descalificación permanentes de la gestión que encabeza su Rectora y que aprovechan los medios donde escriben tales como: “La Jornada”, “Proceso”, etc., para desprestigiarla y destituirla.
Pero existen otros elementos que están presentes y que son los determinantes en el conflicto, mismos que obedecen a ciertos intereses que se mueven tras todas esas figuras y que evidencian una intención perversa: la mano de los grupos políticos de izquierda, divididos en dos bloques: los coincidentes con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), los “Chuchos” y los “Ebradistas” y, los que se identifican con AMLO y su corriente política: Morena.
Pero vámonos por partes. ¿Qué te tipo de proyecto educativo es la Universidad Autónoma de la Ciudad de México?
La Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), es una institución que nació por decreto el 21 de abril de 2001 aprobado por la Asamblea Legislativa del DF, con carácter de organismo público descentralizado en el tiempo en que era Jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador y su justificación para conformarla, fue que la Ciudad de México no contaba con una institución pública de educación superior propia, a diferencia de las entidades de la República y por lo tanto necesitaba una, pero planeada a la medida de los intereses de la izquierda mexicana que gobierna desde el año 2000 en el DF. Es decir, hipotéticamente hablando, la UACM vendría a ser la Universidad estatal de la ciudad de México [2] pero,…propiedad de una fracción política nacional.
Para diciembre de 2004, la institución obtuvo la autonomía, adquiriendo: la facultad y responsabilidad de gobernarse a sí misma, definir su estructura y las funciones de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los principios del art. 3º constitucional. Pero, lo curioso fue, que cuando se fundó la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) no hubo ley orgánica externa para gobernarse sino una ley general que se creaba desde la Asamblea Legislativa del DF y que le otorgaba presupuesto para cumplir con sus funciones. Es decir, se otorgó un presupuesto millonario por delante, a una comunidad que tenía la responsabilidad de crear apenas sus normas y estructura para aplicarlo, contrariamente a como lo hacen todas las universidades serias y formalmente constituidas en el país.
Y se dejaron pasar 10 años y hasta la fecha existe oposición para crear normas y definir reglamentos para el personal académico, de los estudiantes, de los trabajadores y establecer reglas para elegir a sus órganos de gobierno. Los opositores a crear reglas constituyen una alianza de grupos minoritarios que quieren controlar la UACM mediante la exclusión y la discrecionalidad y, son los que la tienen paralizada por decreto y a la fuerza[3].
Y eso es lo que se observa cuestionable. Cómo es posible que se pueda crear una Universidad, a la medida de los intereses de individuos o grupos, cuyos fines son ajenos a los principios que rigen a la educación pública. Cómo es posible que una universidad pública, base su operación como un proyecto creado para ser manejado desde el Gobierno del DF, con una supuesta autonomía (pues no se es independiente ni económica ni estatutariamente) lo que la deja como rehén de sus líderes políticos, perdiendo así su esencia académica y científica.
Al carecer de una base normativa, hace que su Consejo Universitario (CU), dependa de una “Comisión Permanente de Mediación y Conciliación”, y al margen de su Ley general, es la encargada de darle solución a los conflictos. Es decir, el CU está a expensas del criterio de una “comisión de expertos o notables”, renunciando a su propio marco normativo. ¿Dónde se ha visto eso? ¿De dónde sale este modelo sui generis de universidad?
Pues quien da respuesta a esta pregunta, es su exrector-fundador el ingeniero Manuel Pérez Rocha, designado para la tarea por Andrés Manuel López Obrador desde su origen y a repetido en diferentes entrevistas que: “Él diseñó el modelo de la institución y fue él quien ocupó la Rectoría desde entonces, durante nueve años, hasta mayo de 2010, cuando lo sucedió Esther Orozco”. Afirmando también, que los problemas empezaron desde 2007 ya con el gobierno de Marcelo Ebrad:
“Cuando llegó el gobierno de Ebrard intentaron cambiar la universidad. No entendían el proyecto, su ideología social que, contraria a la meritocracia en que vivimos, busca ayudar no a quien más lo merece sino a quien más lo necesita. Para ello (Ebrard) nombró al doctor Mario Carrillo como el enlace con la universidad. La verdad es que lo estaba apuntando para que me reemplazara en la Rectoría... Mario Delgado, sobrino de Carrillo, con el poder que tenía como Secretario de Finanzas (del GDF), estuvo ahogando financieramente a la universidad, con esa pretensión de cambiarla. Yo creo que Ebrard en lo personal no tenía mucha idea, ni le entendía ni le interesaba, con el interés de tener espacios de influencia ahí y espacios de trabajo. El inicio era ése, colocar a Mario Carrillo en mi lugar. Pero no se lo permitimos. Lo digo abiertamente. No podía. Pocos meses después de que tomó posesión Ebrard, su secretario de Educación, Axel Didriksson, anunció que iban a reformar a la UACM y que iban a emitir una nueva ley orgánica. Y los paramos en seco. Lo digo con toda franqueza: Organicé al sindicato y al consejo general interno. Sacamos un desplegado a media plana denunciando la intromisión indebida en una institución autónoma. Desde luego que esto ya vino a plantear una confrontación muy dura”[4].
Por su parte Esther Orozco, actual Rectora, defiende la posición de la autoridad universitaria:
“La universidad (refiriéndose a la UACM), son plazas, presupuesto, gratificaciones. Hay fines económicos y políticos. Aquí tenemos profesores que han sido empleados en las delegaciones, han sido candidatos a diputados por distintos partidos. Aquí buscan colocar gente, no importa si tienen nivel o no en las posiciones de la universidad. Este es un espacio muy cómodo para tener un salario en pocas horas de trabajo y después poder hacer activismo político”. Así mismo hace señalamientos de abusos de la administración anterior: …“Aquí en el piso 2 (de las oficinas administrativas, en la esquina de Eugenia y División del Norte) tenemos un grupo, desde que llegué, de 10 mujeres que no tenían una tarea definida y todas tienen el más alto nivel de pago (29.5), es decir ganan 41 mil pesos al mes. Y así estaban muchos. La gente tiene que venir a la universidad y tiene que trabajar”.
Y podría seguir acumulando comentarios de estas figuras, protagonistas en el conflicto, pero me voy mejor a la parte delicada, que es necesario reflexionar y hago la siguiente pregunta: ¿realmente estos proyectos educativos, creados a la medida de “alguien” cumplen con una visión pedagógica seria y generan profesionistas útiles a su sociedad? Sinceramente, desde mi punto de vista, no lo creo.
Porque en principio no es posible, que en pleno siglo XXI, encontremos centros educativos sectarios en nuestro país; instancias que tarde o temprano revientan y dejan un precedente muy serio de lo negativo que es el formar alumnos o profesionistas con visiones ideológicas parciales. Para ser más claros y realistas, en este caso en particular: crear una escuela para formar alumnos alimentados de frustraciones y rencores para estar en contra todo y favor de nada, para hacerlos coincidentes con cierta ideología política, ni siquiera de la izquierda mexicana, sino a una fracción radical de la misma.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el sectarismo se define como: “conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica”. Y esta corriente debe su existencia a la manipulación de las sectas...y lo que es peor sectas revolucionarias…que no tienen nada que ver con el espíritu que mueve a las instituciones de educación superior pública; que es cierto: debe ser libre, autónoma y abierta al conocimiento, pero nunca hacia una formación tendenciosa que lleve la finalidad de incidir en los alumnos para manipularles en su forma de pensar y actuar, en lugar de dejarlos en libertad de elegir lo que mejor convenga a su formación e intereses académicos y profesionales. El etnocentrismo, el profesionalismo y el sectarismo no dejan de ser posiciones subjetivas o limitaciones socioculturales contrarias a la visión científica y humanista. Esas limitaciones hacen que la educación se vuelve anárquica y tarde o temprano “alguien”--secta, tribu, grupo o individuo--la manipula hacia sus particulares intereses.
Por lo tanto, no es ninguna novedad el decir que la planeación de la UACM, obedeció a los intereses políticos de un personaje que a todas luces necesitaba de los jóvenes para consolidar su proyecto, en su momento a la Presidencia de la República, el señor Andrés Manuel López Obrador. Y AMLO, hoy al separarse del perredismo y buscar su propio espacio, pelea sus feudos de control social y político, mandando a su gente a luchar contra los “Ebradistas”, “Chuchistas”, etc., los que en tiempos lejanos fueron sus grandes aliados.
Y ahora es Ebrad—vs—López obrador y la arena es la UACM, después ¿qué será? Y los tiempos están encima para la izquierda mexicana, porque la próxima transición política en el DF y en el poder nacional, está en puerta y con toda seguridad el conflicto seguirá hasta diciembre para ejercer entonces presión hacia el nuevo Jefe de Gobierno, Gabriel Mancera. Y ahí se observará la actuación de éste como autoridad en el DF, que de acuerdo a su historia laboral, es hombre de leyes, de orden y de negociación.
Pues ojalá las aguas vuelvan a su cauce, por el bien de esta Universidad que hoy tiene una matrícula de casi 15 mil alumnos, 874 profesores y un presupuesto de 856 millones. Una Universidad cuyo costo anual por alumno es de 57 mil pesos. Y que se deben ver los resultados de esa inversión. Lo que se ve lejano, si se siguen solapando intransigencias, faltas de respeto y sobre todo ineficacia, como lo demuestra su “ineficiencia terminal”, pues increíblemente a 10 años de creada apenas se han recibido 46 alumnos.
Ojalá que se recupere la verdadera esencia universitaria, que redefina su Ley Orgánica pensando en el tipo de profesionista que desean formar, que establezcan las normas que permitan la gobernabilidad interna, que transparenten el manejo de los recursos llevándolos a sus verdaderos fines: la docencia, la investigación y a difusión de la cultura, que reflexionen en el perfil del docente y sobre todo, que los profesionistas que de ahí salgan, realmente sean gente de bien, que inspiren confianza y sean insertados al mercado de trabajo depositando el conocimiento adquirido al servicio de la humanidad. Esos son los verdaderos principios que debe rescatar la UACM, si realmente quiere ser depositaria de la confianza de padres de familia, de los buenos alumnos que realmente quieren salir preparados, trabajadores que sí quieren a su institución y autoridades que están pensando en ella como un proyecto positivo que sirva a la ciudad de México y a la Nación.
Gracias y hasta la próxima.
[1] http://senderodefecal1.blogspot.com/2012/11/consejo-afin-esther-orozco-da-de-baja.html#ixzz2C9H9pm1X
[2] Igartúa Santiago, (2012), La UACM rehén de la Política, Reportaje.
[3] Rascon Marcos, (2012) Sobre el conflicto de la UACM, Milenio.
[4] Reportaje especial, Proceso 1880, 10 de noviembre de 2012.

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