+ Juan Navarro Castellanos. / Obispo de Tuxpan
Vivimos en estos días abundantes manifestaciones de fervor guadalupano, en las ciudades y los pueblos en los templos importantes, en las capillas y ermitas más humildes.
El amor y la ternura a Santa María de Guadalupe, es una realidad encarnada en las entrañas mismas del pueblo mexicano, como expresión cultural y religiosa de una fe que promovió la misma madre de cielo, al aparecerse al indio Juan Diego, en el cerro del Tepeyac.
La Virgen dirigió a Juan Diego palabras llenas de amabilidad: “Escucha, hijo mío el más pequeño, ten por cierto que yo soy la siempre virgen santa María, madre del verdadero Dios por quien se vive.
Le expresó sus planes y proyectos:
Mucho deseo que aquí me levanten mi casita sagrada. en donde les mostraré a mi Hijo.
porque yo en verdad soy su madre compasiva,
tuya y de todos los hombres que habitan en esta tierra
y de las demás estirpes de hombres, mis amadores, los que a mí clamen, los que me busquen, los que confíen en mí,
María de Guadalupe es para los mexicanos la Madre de Dios y también Madre nuestra; es consuelo en nuestras penas, fuerza en nuestras luchas, confidente en las alegrías y amarguras.
Es de verdad sorprendente y original que Nuestra Señora de Guadalupe esté tan profundamente insertada en la vida del pueblo mexicano, en su historia y en los acontecimientos más significativos.
Hace ya 481 años que se apareció en el monte del Tepeyac; su presencia es palpable a pesar del tiempo transcurrido y de otros muchos factores que podrían haber borrado el recuerdo de este acontecimiento.
El culto de veneración especial a Santa María de Guadalupe se fue extendiendo con rapidez, pero fue creciendo también en profundidad, favorecido por las gracias y favores obtenidos por los devotos, al implora a Dios, por medio de nuestra Señora.
María de Guadalupe es un signo de unidad y fraternidad para todos los nacidos en estas tierras, de criollos, mestizos e indígenas, ella se ha ido convirtiendo en símbolo unificador del pueblo de México y es la Madre común de todos los mexicanos.
Vivimos en estos días abundantes manifestaciones de fervor guadalupano, en las ciudades y los pueblos en los templos importantes, en las capillas y ermitas más humildes.
El amor y la ternura a Santa María de Guadalupe, es una realidad encarnada en las entrañas mismas del pueblo mexicano, como expresión cultural y religiosa de una fe que promovió la misma madre de cielo, al aparecerse al indio Juan Diego, en el cerro del Tepeyac.
La Virgen dirigió a Juan Diego palabras llenas de amabilidad: “Escucha, hijo mío el más pequeño, ten por cierto que yo soy la siempre virgen santa María, madre del verdadero Dios por quien se vive.
Le expresó sus planes y proyectos:
Mucho deseo que aquí me levanten mi casita sagrada. en donde les mostraré a mi Hijo.
porque yo en verdad soy su madre compasiva,
tuya y de todos los hombres que habitan en esta tierra
y de las demás estirpes de hombres, mis amadores, los que a mí clamen, los que me busquen, los que confíen en mí,
María de Guadalupe es para los mexicanos la Madre de Dios y también Madre nuestra; es consuelo en nuestras penas, fuerza en nuestras luchas, confidente en las alegrías y amarguras.
Es de verdad sorprendente y original que Nuestra Señora de Guadalupe esté tan profundamente insertada en la vida del pueblo mexicano, en su historia y en los acontecimientos más significativos.
Hace ya 481 años que se apareció en el monte del Tepeyac; su presencia es palpable a pesar del tiempo transcurrido y de otros muchos factores que podrían haber borrado el recuerdo de este acontecimiento.
El culto de veneración especial a Santa María de Guadalupe se fue extendiendo con rapidez, pero fue creciendo también en profundidad, favorecido por las gracias y favores obtenidos por los devotos, al implora a Dios, por medio de nuestra Señora.
María de Guadalupe es un signo de unidad y fraternidad para todos los nacidos en estas tierras, de criollos, mestizos e indígenas, ella se ha ido convirtiendo en símbolo unificador del pueblo de México y es la Madre común de todos los mexicanos.
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