miércoles, 9 de enero de 2013

EL AÑO SE ABRIÓ…

Por Pablo Gómez… 

Todo quedó igual. Se ha impuesto una vez más la misma necedad de la estabilidad macroeconómica, entendida como la protección de los más altos ingresos y un Estado encogido. Ya no hace falta revisar el presupuesto pues cada año sólo hay unos cuantos ajustes que en nada modifican la situación. 

Esa necedad transita muy bien entre el PRI y el PAN y entre éste y el otro. México puede impulsar la inversión productiva a través del Estado pero no hay más que goteo que no alcanza a llenar la vasija de las posibilidades inmensas del país. Pero la idea es que no se puede tocar la ganancia ni se puede expandir el crédito en proyectos directamente productivos ya que nadie –se dice– querría invertir y el crédito nacional se hundiría. Nada es cierto pero sirve para proteger los intereses de una minoría oligárquica. 

En el borde del derrumbe del gasto, Barak Obama alcanzó, al menos, a incrementar los impuestos a los mayores ingresos, lo cual le otorga una plataforma para seguir defendiendo esa parte del gasto social que la oposición quiere eliminar. Pero en México no se quiere tocar a ese segmento de la sociedad que es muy pequeño, aún más que en Estados Unidos, pero que tiene más poder. Y, en verdad, llama la atención la debilidad del Estado mexicano que no se atreve a afectar los intereses de esa minoría que, en Estados Unidos, después de 20 años, no logró mantener el irrisorio nivel de impuestos que pagaba comparado con el del resto de los contribuyentes. 

En Estados Unidos se pagan impuestos por las ganancias bursátiles. En México eso está prohibido. La tasa real sobre los altos ingresos ha quedado por arriba de la mexicana. Eso es una vergüenza. El gobierno de México es más neoliberal que los principales impulsores de esa corriente de achicamiento del Estado y agandalle social.
La lista mexicana de los llamados rezagos sociales, para empezar el de educación, es mucho mayor que en ese Tercer Mundo que se encuentra enclavado en el Primer Mundo estadunidense. Se antoja que, con el esfuerzo que se requiere en México, Obama no querría ser presidente mexicano. Sí, ese mismo Obama, el cual no es más que un estadunidense sin compromiso con la sociedad sufriente pero que usa el cerebro, se da cuenta que para mantener el sistema se requiere hincar el diente a los mayores capitalistas, aunque sea en forma moderada para que no lo sientan demasiado. Estados Unidos no quiere bajar su gasto militar sino a costa de un desequilibrio mundial, por lo que Obama recurre a los impuestos y al déficit para no seguir profundizando el desequilibrio social interno que le llevaría a un debilitamiento en el exterior. 

En México, la burocracia del Estado y la tecnocracia político-empresarial (va y viene de una esfera a la otra como si tuviera ligas de caucho) creen que el desequilibrio social no es un gran problema político. Se darán cuenta de su error cuando ya nada puedan hacer. 

Los monopolios mexicanos son oligárquicos, detienen el progreso económico general del país, imponen sus condiciones a toda la sociedad a la que tienen sometida. El poder político, por su lado, admite las reglas de la oligarquía. Ese es el año que se abrió, al igual que fue el que se cerró. Se puede pensar que de nada sirve decirlo, pero no, sirve de mucho, al menos para saber qué se necesita hacer. 

Fuente: RADIO AMLO.

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