martes, 19 de noviembre de 2013

PULSO CRÍTICO

 J. Enrique Olivera Arce

III Informe. Duarte no convence

El Veracruz con el que sueña el gobernador no es el que a diario construyen con esfuerzo, rabia contenida y no pocas penurias cientos de miles de veracruzanos.

El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa entregó formalmente al Congreso de la entidad su Tercer Informe de Gobierno y, en exclusivo show mediático en la literalmente fortaleza de San Juan de Ulúa en la ciudad y puerto de Veracruz, un balance de los tres años de su mandato al frente del Poder Ejecutivo Estatal. 

El contenido del Informe aún no es del conocimiento de la opinión pública, sin embargo es posible adelantar que no se puede juzgar lo plasmado en el documento bajo una óptica maniquea. Ni todo ha sido negro ni todo gris en el desempeño de la administración pública de Veracruz. Con claroscuros, el gobernante ha hecho lo que ha podido, ni más ni menos y así lo dio a conocer tanto en el show como posteriormente en entrevista televisiva.

Lo que se hizo en el pasado, estuvo malhecho, refiriéndose al gobierno de su antecesor. Hoy Veracruz es otro y las cosas se están haciendo bien, fue la tónica de su mensaje.

Triunfalismo sin sustento aparte, el gobernante en los 36 meses de su mandato ha cumplido hasta donde su circunstancia personal lo ha permitido. Expectativas truncas y deterioro evidente de la administración en áreas sensibles como, entre otras, salud, obra pública y fiscalización, establecen los límites de su gestión.

Habiéndosele concedido el beneficio de la duda, para el Dr. Duarte de Ochoa el reto era convencer. No lo ha logrado a lo largo de tres años de gestión. Son más las dudas que genera que reconocimiento de la ciudadanía.

Iniciando bajo la oscura sombra de su antecesor, aventó su juventud por delante como garantía de un buen desempeño. El no entender que el poder no se comparte, le marcó. Hoy, a tres años de distancia, la mano que mece la cuna le aparece hasta en la sopa, en demérito de prestancia, autoridad y buen gobierno.

La herencia.

Financieramente recibió arcas públicas de facto quebradas, con una pesada deuda pública hasta ahora injustificada, poco clara en medio de la opacidad, misma que a su vez incremento en circunstancias parecidas; así como abultados compromisos de pronto pago que, hasta este momento, no se cubren del todo a contratistas, prestadores de servicios y prensa oficialista.

A ello habría que agregar el nada despreciable servicio de la deuda que hace ineludible el pago puntual de comisiones e intereses.

Recibió un tiradero a lo largo y ancho de Veracruz; Fidel Herrera entregó malas cuentas y una absoluta falta de confianza y credibilidad en las instituciones estatales, que hasta hoy sigue pesando en el ánimo de los veracruzanos.

No obstante, el Doctor ha venido capeando el temporal. Con limitada experiencia como servidor público y como profesional de las ciencias económicas, tapando un hoyo cavando otro ha tenido que sortear la sequía presupuestal del último año del presidente Calderón y el sub ejercicio del año de aprendizaje del Sr. Peña.

Mal que bien, la administración pública estatal y municipal no se ha paralizado; a jalones y estirones ahí precariamente la llevan.

Ocupando el quinto lugar entre las economías de mayor presencia nacional, la veracruzana se ubica en el lugar 22 entre los estados con menor crecimiento del PIB en el período 2010-2013 (Dr. Hilario Barcelata Chávez, Abriendo Brecha 14/11/2913), manteniendo su paso inercial con un magro crecimiento (o.3 %), en tanto que en lo social el descontento, insatisfacción y hartazgo generalizado en el país, se ha mantenido acotado en la entidad sin barruntos preocupantes de desestabilización y gobernabilidad.

Su aporte a la generación de empleos y disminución de desigualdad y pobreza, así como el abatimiento de la economía informal, atendiendo a cifras divulgadas por el INEGI, es mínimo y cercano al estancamiento en tales rubros. Reflejando limitada respuesta de la administración pública estatal y municipal por falta de visión de conjunto y recursos presupuestales suficientes para la tarea.

Aunque plausible el esfuerzo aplicado, Mixtla de Altamirano y Tehuipango, paradigmas estadísticos de histórico abandono, no cubren todo el mapa de la pobreza extrema y hambre en Veracruz.


Lo que no se puede ocultar es el también inercial problema de la inseguridad en la mayor parte del territorio estatal y la pérdida de confianza en amplios sectores de la población respecto a la procuración y administración de justicia. Asignaturas pendientes de resolver que tienden a agudizarse.

Triunfalismo. 

Sigue pareciéndome inaceptable el triunfalismo sin sustento válido que le justifique, lo que denota deshonestidad intelectual para aceptar y señalar por su nombre a una terca realidad, así como una gran dosis de simulación, engaño y demagogia por parte del gobernante y su círculo más cercano de colaboradores. 

La campaña mediática previa a la presentación del informe, así como forma y contenido del mensaje emitido en San Juan de Ulúa, no escapan a tal apreciación.

Desde los inicios del mandato del Sr. Dr. Duarte de Ochoa quien esto escribe lo ha señalado, arando en el desierto. La estrategia de comunicación social, lejos de fortalecer aceptación e imagen del gobernador demerita al Sr. Dr. Duarte de Ochoa ante una opinión pública cada día más informada y crítica, que se expresa por la libre y cotidianamente en redes sociales de la Internet, círculos opositores y en tertulias familiares o de café.

El Veracruz con el sueña el gobernador no es el que a diario construyen con esfuerzo, rabia contenida y no pocas penurias cientos de miles de veracruzanos.

Esto último, quiero pensar podría tener como origen tanto carencia de capacidad para afrontar la realidad tomando al toro por los cuernos, como impotencia ante la imposibilidad de dar cabal cumplimento a las demandas reales o sentidas de los gobernados, y no necesariamente, estrategia aviesa y perversa de poner en duda la inteligencia de los veracruzanos.

En la euforia del momento, el colmo: “…Veracruz tiene una economía fuerte, es una de las más sólidas del país y la décima más importante en América Latina, afirmó el gobernador Javier Duarte de Ochoa. Imaginémonos la sonrisa velada de más de un gobernador de los 8 que asistieran al show de teatro, maroma y circo en la fortaleza transformada para el efecto en bunker.

“Plan veracruzano de desarrollo”.

El contar un “Plan Veracruzano de Desarrollo” como guía para la acción no basta; antes al contrario, confunde y limita visión de largo aliento en un escenario complejo de rumbo incierto determinado por factores exógenos, como la crisis económico-financiera globalizada cuyo impacto golpea a todo el país. 

No se puede hacer de lado que el plan no es tal ni guarda congruencia con la realidad, por lo consiguiente, no garantiza ser instrumento válido para encausar con racionalidad y buen juicio las tareas del desarrollo. Derivado de promesas de campaña, elaborado sobre las rodillas, propuesto por el Ejecutivo, avalado por el Congreso y expresión de continuidad del desgobierno de Fidel Herrera Beltrán, no pasa de ser una ecléctica conjugación de propósitos y buenos deseos ajenos a los tiempos y circunstancias de Veracruz en el contexto nacional.

Si a nivel individual o familiar resulta elemental el equilibrar lo deseable con lo posible a partir de las disponibilidades presentes y futuras, con mayor razón esta fórmula simple de economía doméstica debería ser norma de conducta en lo colectivo. Más, si se trata de fundamentar un plan sexenal de desarrollo de una entidad federativa que, en tamaño, potencial y complejidad ocupa uno de los primeros lugares en el país.

A partir de fantasiosos buenos propósitos se formularon objetivos por alcanzar en el mediano plazo, estableciéndose metas por cumplir en tiempo y espacio sin atender a disponibilidades presupuestales reales, obteniéndose un desfase entre lo deseable y lo posible. Hoy los buenos propósitos de prosperidad para todos, ha hecho de dulces sueños pesadilla para gobernante y gobernados.

No se puede, entonces, afirmar que en los primeros tres años de gobierno del Sr. Dr. Duarte de Ochoa se superaron expectativas plasmadas en dicho instrumento.

Aunque desde palacio se afirme lo contrario, lo deseable se vuelve inalcanzable; objetivos y metas trazadas, no se corresponden con esa terca realidad que día con día desmiente los decires del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa.

Necesidad permanente de reafirmación.

Es difícil saber cuántos pasos se avanza hacia adelante y cuantos para atrás, en medio de la cortina de humo del triunfalismo sin sustento. Aunque con toda seguridad, el gobernante si lo sepa y de ahí su obvia impotencia para cumplirle a cabalidad a sus electores, reflejada en su permanente necesidad personal de reafirmación ante el espejo y a través del cotidiano discurso a modo.

Como la serpiente que se devora sí misma, la circunstancia personal del gobernante se diluye en el discurso facilón, trivial y anodino que hoy día al cumplimentarse 36 meses de gobierno, engalana un III Informe que no trasciende más allá del provinciano ruido mediático y del disciplinado y estéril beneplácito a conveniencia de una representación popular que no representa a nadie. 

Se hizo y se sigue haciendo lo que se puede, no lo que se debe. Mentir afirmando que las cosas se hacen mejor que antes, iguala el desempeño del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa con el de su antecesor. La mentira más temprano que tarde cae ante la luz de la verdad. Mal inicio para un segundo trienio que echa por tierra expectativas de cambio y de progreso. 

Lo que viene.

Desbordado de un falaz optimismo, el Sr. Dr. Duarte de Ochoa nos dice que en 2014 será un año de consolidación de grandes proyectos que marcarán el futuro de Veracruz, gracias a la conjunción de esfuerzos de los tres órdenes de gobierno, con el respaldo del presidente Peña. 

Buenos deseos que compartiríamos, si no fuera porque el mismo rollo, el mismo énfasis y la misma intencionalidad, no modifica discurso y conducta que a lo largo de los tres primeros años de gobierno cotidianamente ocupa los titulares de la prensa.

Más de lo mismo, no porque tal fuera el propósito consciente del gobernante, sino porque en los años venideros, sin pretender ser fatalista, la circunstancia personal del Dr. Duarte de Ochoa se empata con la del Sr. Peña en un escenario político y económico adverso, en el que las primeras plateas ocupará sin duda la presión social ante la muy posible eventualidad de la no correspondencia entre lo deseable y lo posible en los propósitos y objetivos comunes. No olvidemos que el gobernador veracruzano y la oscura sombra de la que aún no se sacude, no están en el ánimo del actual primer mandatario de la nación.- Xalapa, Ver., 16 de noviembre de 2013.

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