domingo, 22 de diciembre de 2013

LÍDERES COMUNITARIOS PRESOS.

Por Guadalupe Lizárraga


Penal de Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca

Sonó el teléfono entrada la noche, desde Morelos, México: “Quiero hacer una denuncia”, dijo una voz femenina del otro lado del auricular. “¿Conoce usted el caso de Gonzalo Molina?”, inquiere la voz sin esperar apenas respuesta. “Gonzalo es policía comunitario de Tixtla y fue encarcelado por el gobierno el seis de noviembre. Con mucho esfuerzo se ayudó a su esposa, Ausencia Honorato, para que se trasladara a Oaxaca, y no se le permite la visita, que supuestamente el compañero está castigado”. Es la voz de Bruni Marbán Salgado, activista adherente de “La Otra Campaña”, organización zapatista.

La información escueta sobre las condiciones de encarcelamiento de Gonzalo Molina González, indígena de Tixtla Guerrero, la da una trabajadora social del penal federal de Miahuatlan, Oaxaca. “En 74 días no lo pueden visitar”, dijo la mujer a la esposa de Molina.

La activista Bruni Marbán continúa con la narración y señala que no hay nadie quien dé la cara en el penal. “Estamos pensando que al compañero está siendo torturado, por eso no permiten verlo. Estamos más preocupados porque los jueves podía hablar con su esposa, pero en esta última llamada él ya no pudo hablar, estaba quebrado emocionalmente, ya no pudo contestar, ni podía pronunciar palabras”, dijo Marbán.

Desde que lo encarcelaron con cargos de “secuestro y terrorismo”, por pertenecer a la Policía comunitaria de Tixtla y proteger a su comunidad del crimen organizado tolerado por las autoridades locales, Gonzalo Molina había hablado con su esposa en dos ocasiones. La tercera ya no pudo concretarse, ni se le permitió hacer una videollamada a la que tienen derecho los presos, aún en régimen de castigo. Tampoco le han permitido la visita de un abogado.

Ausencia Honorato Vázquez, esposa de Molina, dice que pidió ayuda para ir al penal porque sabe que algo le está pasando a su esposo. “Yo lo conozco bien, dice, y él no podía hablar”. Ausencia recibió su llamada, como era el acuerdo el jueves 12 de diciembre. Pero al escucharlo que no podía articular palabras, su preocupación fue mayor “porque a lo mejor lo torturaron”, cuenta a Los Ángeles Press.

“Entré hasta el penal, junto con la demás gente que iba a ver a sus familiares, y sólo a mí me dijeron «no lo vas a poder ver»”, narra Ausencia. También le preguntó a la trabajadora social que ¿por qué causa estaba castigado su esposo?, y la mujer le respondió que “no podía decir más”. Entre las prohibiciones, no le dan acceso a artículos de higiene personal, no le permiten que le den dinero para comprarlas cosas adentro, tampoco le permiten salir a las canchas o tener alguna actividad física o recreativa.

Fuente: RADIO AMLO.

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