sábado, 25 de enero de 2014

“Tu cabeza va a rodar”

•Durante 45 minutos se la pasaron insultándome por el teléfono oficial: Inocencio Yáñez, exdelegado de PROFECO

•Con tanta mentada de madres, “poco faltó para que me fuera a chingadazos sobre ellos”

•$600 mil pesos por retirar los sellos de una gasolinera

•Multas de 60 mil pesos a agencias de autos

Luis Velázquez/y Parte II

Inocencio Yáñez habla a calzón quitado. Ha renunciado a la Procuraduría Federal del Consumidor, (PROFECO) delegación estado de Veracruz, encorajinado con la corrupción. Y desembucha su realidad.

Con una copia de la carta de renuncia al titular, Alfredo Castillo Cervantes, enfrenta “al toro por los cuernos” y habla sin rodeos sobre los puntos rojos amontonados en los once meses y 15 días en el cargo.

Punto uno: escribió Inocencio sin ninguna inocencia el día de su renuncia, 9 de enero: “Nos congelaron los recursos propios”.

Dice: La PROFECO es un desastre administrativo. Primero, no hay soporte de gastos en la oficina central. Y por tanto, segundo, ni dinero hay para el gasto corriente. Menos, mucho menos, para viáticos, que los verificadores necesitan para supervisar al comercio establecido.

La PROFECO Veracruz tiene 620 mil pesos anuales de presupuesto. Y después de tantos trámites, por fin, los autorizaron. Pero al mismo tiempo, los ordeñaron. Sólo enviaron el 50%, porque el resto, 310 mil, ya se lo habían gastado en el DF.

Es más, desde México, los jefes ordenaron por teléfono reconcentrar los vehículos.

Punto dos: escribió el inocente de Inocencio: “La presión de la Coordinación del sureste, a cargo de Gabriel Cambraón, y el conocimiento superior” que todo centralizaban.

El coordinador de delegaciones, por ejemplo, Jaime Rodríguez Aguilar, ordenaban que los viáticos se entregaran al coordinador del sureste. Y aquí, en Veracruz, nos desvalijaban.

Incluso, me amenazaban, me intimidaban, me insultaban. Un día, conté el tiempo con el reloj en mano: durante 40 minutos se la pasaron insultándome por el teléfono oficial, con cargo al erario. “Tu cabeza va a rodar” me decían con majaderías y mentadas de madre.

Punto tres: “Durante mucho tiempo fue imposible realizar calibraciones”.

Dice Inocencio: un solo dato: en PROFECO, para cubrir todo el estado de Veracruz, los 212 municipios, hay tres verificadores, tres conciliadores, tres receptores de quejas, un resolutor y un jurídico.

“Cada día se acumulaba el rezago, los procedimientos, las infracciones, todo. Tantito peor, como no hay un conciliador, más rezago”.

Incluso, advierte, cualquier cámara de comercio puede interponer una demanda contra la PROFECO en la Procuraduría General de la República por daño patrimonial a partir del tortuguismo burocrático.

EL POLÍTICO QUE VIVÍA MENTANDO MADRES

Punto cuatro: habla el exdelgado de hostigamientos de la dirección general de Delegaciones, “porque estaban desmantelando la delegación y enviando personal que no cumple ni con el más mínimo perfil moral”.

“Dos, tres, cuatro veces por día los jefes me hablaban para acorralarme, intimidarme, obligarme a renunciar… a cambio de que les entregara las 33 plazas de las PROFECO que necesitan, decían ellos, para sus amigos”.

“Un día enfrenté a Jaime Rodríguez. Y me dijo que todos ‘nos íbamos a ir a la chingada’. ¡Mentó madres! ¡Gritaba tanto que no dejaba hablar! ¡Poco faltó para que le fuera encima a chingadazos!”.

Y es que yo, dice Inocencio, estoy acostumbrado a la pobreza, menos a los insultos y las humillaciones.

Punto cinco: escribe el exdelegado: ante tanta insolencia…”Me quedé aislado”.

La relación difícil y ríspida, tronante, llegó a lo siguiente: “Un día el director de delegaciones me citó en México. Llegué con un traje negro. Y Jaime Rodríguez me recibió con una actitud estridente, porque debía vestir como él, traje azul, camisa blanca y corbata roja. Bipolar, en un segundo se volvió irascible, insolente. Y una vez más, mentó madres”.

“Pero, bueno, así son los políticos: humillan a los de abajo y halagan a los de arriba”.

Punto seis: de pronto, zas, ordenaron endurecer la ley, pegar alto con infracciones y multas para cobrar alto.

Por ejemplo, la banda de judiciales que llegó a PROFECO con Alfredo Castillo, ahora Comisionado federal para la paz en Michoacán, clausuraban una gasolinera para exigir hasta 600 mil por retirar los sellos.

Ideaban infracciones a una agencia de autos y la dejaban trabajar a cambio de 60 mil pesos.

Es más, hasta se llevaron a los verificadores de PROFECO a otros estados para operar allá, sin miramientos, violentando la ley.

La gota que derramó el vaso fue cuando a la delegación llegó Blanca Ludivina Guzmán Allende con el cargo de Jefa de Verificación, con antecedentes de venta plazas de PEMEX, Inocencio Yáñez reportó el hecho a la PROFECO México y salió hasta regañado.

Supo entonces que su luna de miel con el peñismo había llegado a su fin.

Y renunció con una copia de la carta al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, de quien dos semanas después ningún acuse fue recibido. Menos, claro, una respuesta

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