sábado, 22 de febrero de 2014

LAS REFORMAS ESTRUCTURALES QUIEBRAN LA ECONOMÍA POPULAR.

Por Marco Antonio Medina Pérez*

Finalmente llegan a los bolsillos de todos los mexicanos las repercusiones de las mal llamadas reformas estructurales que el gobierno de Peña Nieto impulsó e impuso al país, con la anuencia del PAN y del PRD a través del Pacto por México.

Si bien la reforma laboral constituyó un atentado mayor a las conquistas laborales que se habían establecido en el país por décadas, su reflejo inmediato golpea mayormente a la fuerza de trabajo joven, la que busca integrarse al mercado laboral en las condiciones en las que puede acceder a él, sin mayor referencia que la de los trabajadores más viejos, por lo que no pueden medir las desventajas en que los coloca las reformas estructurales a las leyes laborales del país. La pauperización de la fuerza laboral se irá dando poco a poco, a ritmo más acelerado de lo que se dejó sentir en las últimas décadas, pero con efectos dramáticos a mediano y largo plazo.

Por su lado, la reforma educativa sí ha tenido efectos inmediatos dramáticos pero sólo en un sector de la población, estratégico para cualquier proyecto de Nación que considere la educación como soporte cultural fundamental y base para su desarrollo material y social.

La que sí se precia de tener consecuencias inmediatas que ya se están resintiendo en todos los sectores de la población es la llamada reforma fiscal, que se ideó por los estrategas financieros del régimen como un aspecto fundamental complementario a la reforma energética.

En virtud del gran boquete que se abrirá en las finanzas públicas del país, a partir de que PEMEX deje de cumplir el papel estratégico que la propia Constitución le otorgaba antes de la contrarreforma peñista, los funcionarios del régimen decidieron comenzar a aplicar diversas medidas fiscales que tienen como propósito recaudar en lo inmediato 250 mil millones de pesos, aumentando impuestos y aplicando un control mayor sobre los contribuyentes.

Dado que diversos sectores sociales y especialmente MORENA se opusieron a la aplicación del IVA en alimentos y medicinas y a aumentar dicho impuesto al 19%, como era el deseo gubernamental, tuvieron que idear una miscelánea de impuestos nuevos e incrementos a otros, además de igualar el IVA a 16% en las fajas fronterizas del país. De esa manera, muchos alimentos de consumo popular, con rangos calóricos altos, como galletas, frituras, jugos, refrescos, etc., fueron gravados con la reforma fiscal y sus precios sufrieron inmediatamente aumentos desmedidos. Otro aspecto toral en la recaudación, aunque por otra vía, fue la aprobación de la continuidad de los aumentos mensuales al precio de la gasolina, medida popularmente conocida como gasolinazos, con lo cual ha arreciado la irritación popular. A la fecha, tan sólo en lo que va del sexenio de Peña Nieto, la gasolina y el diésel, han aumentado un peso con 70 centavos, lo que impacta a todas las mercancías, por el aumento en los costos de su transportación.

Pero además, la llamada reforma fiscal ha incrementado los controles y las fiscalización desde el SAT hacia los pequeños y medianos contribuyentes, además de que ha orientado a todos ellos a tener depósitos bancarios y hacer sus pagos mediante transferencias bancarias y confirmación de operaciones a través de la facturación electrónica, con lo que fortalecen en forma desmedida el poder de los bancos.

Todo ello habla de una estrategia de sustentar financieramente los cambios llamados estructurales con la extracción de recursos de la clase media, de los trabajadores del campo y de la ciudad y de los empresarios medios y pequeños. Ya se deja ver que los resultados de esta política restringe aún más el mercado interno y aleja las posibilidades de crecimiento y empleo para la economía mexicana. Se aplica una política de restricción económica, contraria a toda lógica para impulsar el desarrollo del país. Todas las economías que quieren crecer evitan a toda costa la aplicación de mayores tasas impositivas. Aquí en México, dado que la lógica se aplica a la inversa, se trata de concentrar aún más la riqueza, a costa del empleo y el crecimiento económico. Como consecuencia de esto, la economía mexicana sólo creció 1.1 por ciento en 2013, el peor resultado de la producción nacional desde 2009, el año de la crisis financiera mundial.

Pero los principales afectados de este tipo de políticas siempre resultan ser los más desprotegidos, los que sin recursos educativos ni institucionales que los protejan, sin empleo fijo ni prestaciones sociales, sin posibilidades de acceder a créditos para autosustentarse, y en la mira de los programas sociales de apoyo, sólo sirven de carne de cañón como mano de obra barata y como mano de obra electoral. La apuesta del régimen es más de lo mismo, crear más pobres económicos y más pobres de conciencia, para seguir comprando millones de votos que lo apuntalen. Y con ello, continuar con el saqueo del patrimonio y las riquezas de la Nación. 

Pero todo tiene un límite y ya millones de mexicanos se están dando cuenta de que todo este trajín de reformas estructurales sólo tuvo como objetivo el incremento de la riqueza para unos pocos y la entrega de nuestro petróleo a los Estados Unidos. Despertar aún más esta conciencia y hacer que se traduzca en fuerza organizada, es el reto de los que hoy trabajamos en la construcción de MORENA, la esperanza de México.

*Integrante del CEN de MORENA.

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