sábado, 24 de mayo de 2014

LA HEGEMONÍA DEL PRI Y LA IZQUIERDA ALIENADA.

Por Isael Petronio Cantú Nájera

El discurso político dominante dentro del sistema capitalista hace uso de conceptos generales y ambiguos, cuyo fin es ocultar la lucha de clases y las contradicciones propias del sistema, donde la esencia y motor que lo hace funcionar es la brutal explotación del hombre por el hombre, generando miles de millones de pobres, de parias, y un puñado de ricos.

Oculto, entre las toneladas de basura que giran y evolucionan en internet, de los ridículos “selfies” de gente con graves carencias de afecto, cuya fealdad se hace más grotesca entre más fotos sube tratando de llamar la atención sobre el cuerpo decrépito que sostiene su vacua mente, de frases demagógicas de inexistentes dioses, que ocultan la pecaminosa vida de quien las dice (igual que los curas pederastas, que al saber que no existe dios, violan sin preocupación alguna a sus pupilos), existe un debate sobre las condiciones reales de la economía y de la política para detener la corrupción, el autoritarismo y la degradación criminal de nuestro medio ambiente. En ese debate y lucha ideológica, la derecha y la izquierda –aclaro que uso la dicotomía izquierda y derecha de manera simplificada, pero en la realidad la lucha ideológica es más compleja y tiene más actores- toman posiciones y elaboran discursos que marcan sus diferencias específicas, pero además, arropan sus conceptos en una ética y moral propia, con la finalidad de crear una “consciencia” entre las masas, que les permita, a ambas: obtener el poder político.

El sistema autoritario de corte priista cabalga de manera natural en la cultura propia del capitalismo rampante y la democracia formal. Sus rasgos son: economía de mercado, donde el pez grande se come al chico, donde los salarios son de hambre y lo explotación extrema; un individualismo a ultranza y un discurso demagógico y populista sobre la democracia, es decir, el voto es una mercancía más que puede comprarse según la oferta y la demanda; en el marco de las sociedad civil, sólo se tiene la suficiente libertad para manifestarse en el marco del corporativismo o del oficialismo; las minorías de todo tipo, existen en la medida en que refuerzan al propio sistema de poder; un ejemplo de integración hegemónico, lo es la incorporación actual de las “autodefensas” michoacanas a las “policías rurales” que ahora dirige el propio gobierno, el cual, como todo mundo sabe: es el autor de la grave erosión del Estado de Derecho en esa entidad; lo más importante del sistema económico y político que sustenta el PRI es: una economía de mercado, donde el “individuo” se cree libre, pero solamente lo es para vender su propia fuerza de trabajo; pues todo su entramado ideológico de libertad, de moral, de religiosidad, de individualismo, lo es en referente al mercado y el sistema que nutre su propio pensamiento; esto es entendible, desde el momento en que sabemos que el niño será lo que la sociedad quiere que sea; es decir, conductismo puro.

Los ejemplos más diáfanos del ser priista lo son en los momentos actuales el grotesco ex dirigente del PRI en el DF: Cuauhtémoc Torres, quien, en su “ética” propia, no tiene ningún escrúpulo en utilizar el dinero público para prostituir a las mujeres y darse una vida de lujos corrompiendo la función pública: ambas cosas, uso indebido del dinero público corrompiendo la función pública y prostituir son elementos integrantes del sistema que ha creado a la actual burguesía; por consiguiente Torres hizo lo debido, lo que vio que hacían todos los demás; y el personaje femenino, Elba Esther Gordillo, que sin mediar escrúpulo alguno ascendió al poder tal y como lo conoció… igual que el hijo del narco o del banquero cuyo fin será seguir los pasos de papá.
La reproducción inconsciente de la forma de ser en la sociedad capitalista y en medio de un sistema autoritario cuyo centro es la corrupción de toda norma, con tal de sobresalir, es lo que hace hegemónica a la burguesía y al PRI. Esa es el arma más poderosa de este sistema: la reproducción constante y persistente de “aprovechar las oportunidades de mercado, explotando como sea al otro y acumular toda la riqueza posible, sin detenerse en ningún principio ético y moral, pero utilizando el discurso más demagógico y eficaz para engañar a todo mundo”, ejemplos cinematográficos que sirven al momento es la película del “lobo de Wall Street”.

Ahora podemos imaginar el arsenal de métodos comunicacionales que se despliegan de manera natural para reproducir el sistema: universidades, iglesias, prensa, radio y televisión de manera preponderante elaboran y reelaboran el mensaje; en términos más coloquiales el acto individualista carente de normas éticas sociales y realmente democráticas es: “chinga porque atrás vienen chingando”… ésta es la hegemonía del PRI, desplegada en todo su esplendor, tal y como lo postuló Gramsci.

En la lucha por la construcción de una nueva sociedad, de un sistema más justo, equitativo y democrático, emerge la “izquierda histórica” aquella que derrumbó monarquías y tiranías, bajo la clara idea de que es posible construir un mundo donde no exista la “explotación del hombre por el hombre y donde la economía planificada, le permita al ser humano construirse ética y moralmente en la solidaridad con el otro y de manera sustentable con la propia naturaleza, un mundo que garantice los bienes necesarios según su capacidad y de acuerdo a su necesidad”… utópico, si claro, pero de esas utopías venimos, porque nadie pensó que se podía cortar la cabeza al rey, hasta que se levantaron las guillotinas en la plaza pública de París o se meten a los presidentes, diputados y senadores corruptos a la cárcel y se enjuicia a Cuauhtémoc Torres y a la Gordillo o se hace huir al dictador Díaz.
El PRD, en México, es una de las expresiones de la izquierda: su objetivo y sus métodos están plasmados en sus Estatutos, su Programa y su Línea Política; a tono con los ideales justicieros, plantea la construcción de un “Estado Social, democrático y de Derecho” en medio de una profunda lucha ideológica que rechaza toda la cultura capitalista-priista hegemónica.
Sin embargo, el PRD, particularmente sus direcciones, han sido colonizadas por la ideología priista imperante, están alienados en el mejor sentido marxista del término.

¿Qué diferencia real existe entre el proceder de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre y muchos dirigentes del PRD en Veracruz? ¡Solamente de grado!

La descarada compra de votos en las elecciones internas del PRD, el nepotismo y arribo de esposas, concubinas, amantes y familiares en general, por cierto analfabetas políticos, a cargos públicos o de dirección; el manejo oscuro de dineros públicos que sólo acrecientan ilegalmente fortunas personales; el contubernio con el gobierno del PRI, el proxenetismo de las mujeres bajo la presión de empleos mal remunerados; la ostentación de riquezas mal habidas, ranchos que crecen, residencias cursis, selfies espantosos de la miseria humana… todo eso, propio del PRI y que en el discurso demagógico se dice rechazar, es lo que hacen los actuales perredistas y muy pocos, pero muy pocos, realmente luchan para construir un gobierno tal y como lo marcan los estatutos. El PRD está perdiendo gravemente su carácter de “instrumento de lucha” de la sociedad civil y peligrosamente se está convirtiendo en engrane alienado del PRI.

La feroz lucha por la dirección del PRD no es por el tipo de gobierno que se quiere implementar, sino, por las prebendas que de él se obtienen; por la mano extendida hacia el gobierno para cobrar los votos favorables en una lucha “fingida” en todos los terrenos: movimientos que se negocian, votos legislativos que se trafican, presidencias municipales “armadas” desde palacio de gobierno; cargos de elección vendidos al mejor postor, sin importar, si son delincuentes o no… por eso no hay mesura, en el mercado cualquiera es el vendedor más grande del mundo y el otro es el comprador más tonto del mundo. Lo peor es que los más analfabetas de los asistentes de los asistentes ambicionan ser diputados, senadores, presidentes de lo que sea, porque de lo que se trata es de robar, no de gobernar democráticamente… sin embargo, hay una izquierda que se mueve en la sociedad y hay, quienes les remuerde la consciencia ser “priistas” y anhelan, como muchos, ser auténticos ciudadanos de izquierda, democráticos, justicieros, probos, y justamente en esa contradicción está la esperanza utópica del cambio.

Claro, hay más perredistas alienados que libertarios, pero cada día crecen más los que adquieren consciencia de su papel revolucionario y de la necesidad de construir un partido auténticamente de izquierda que rechace la hegemonía del PRI y construya una nueva bajo los principios humanísticos que tanto hemos discutido y que tienen que ver con: el Estado de Derecho, la economía solidaria y sustentable, el mercado justo, la democracia participativa; los gobiernos democráticos, abiertos, transparentes, rendidores de cuentas y una fuerte y real ciudadanía, donde se respeten irrestrictamente las leyes sin impunidad alguna.

¡Por supuesto! El control hegemónico del PRI, pide que no se digan las verdades, que todo mundo se calle... que porque lastiman, pero ¿qué lastima más? La conducta de los priistas esbozados o la denuncia pública de su conducta que traiciona a los trabajadores de la ciudad y del campo y a la sociedad civil en su conjunto. El silencio, callar las voces disidentes, es una de las armas del gobierno al censurar a la prensa libre y a cualquier ciudadano democrático… por eso, denunciar la corrupción es la mejor manera de hacer la revolución: la verdad nos hace libres. Todos deberíamos reflexionar que tan libres somos en medio de la hegemonía del PRI y de la alienación de algunos grupos de la izquierda partidaria; de eso se trata la consciencia, de saber que tan libres somos en medio de la cultura priista dominante o dicho de otra manera que tan consecuentes somos en la lucha por la construcción de un Estado Social, Democrático y de Derecho; porque lo peor es decirse de izquierda y actuar como priista y eso es la alienación: el estado mental enajenado que nos impide realmente ser libres y luchar en consecuencia por la libertad.

En consecuencia, construir una propuesta de izquierda tiene dos momentos importantes: uno personal, interno, que construye nuestra propia consciencia de ser de izquierda y nos impele a actuar de manera consecuente con ello y dos: llevar a la práctica el ser de izquierda construyendo organizaciones cuyo programa impulse la visión democrática y social que queremos para el país.

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