EL DEBER CUMPLIDO
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo
"El bien que hemos hecho,
nos da una satisfacción interior,
que es la más dulce de todas las pasiones.
Descartes
Decía muy atinadamente Louis de Bonald": Lo más difícil no es cumplir el deber, sino conocerlo”, y hoy esas palabras adquieren un gran significado. Es decir, no sólo es cumplir con algo o con alguien --en forma automática--, sino estar consciente y conocer porqué y qué se ofrece cuando se cumple.
Si parto de la definición de deber, tomándolo como: “una obligación frente a otro, que exige un derecho”, me lleva a separar lo que es el deber como obligación material y el deber como compromiso moral o social.
El deber desde el punto de vista material, supone una obligación frente a otra parte que tiene derechos y que exige su cumplimiento, por lo tanto puede adoptar diferentes formas de acuerdo al ámbito con el cual esté relacionado: jurídico, tributario, financiero, comercial, institucional, etc. por citar sólo algunos de ellos. En la mayoría de estos casos, su incumplimiento recae en una sanción, multa o castigo para la persona que posee la obligación, y de acuerdo a la magnitud del deber no cumplido, será la magnitud de esas consecuencias.[1]
Pero en el caso del deber moral y social es diferente, porque está ligado a los comportamientos o actitudes humanas respecto de la escala de valores y antivalores con los cuales se comulga. Si el deber se da en el marco del uso de antivalores, el concepto se asume en forma incorrecta, porque entonces el deber se vuelve una exigencia, una especie de presión por sobre la voluntad: “quiero hacer esto, aunque moralmente es incorrecto” o “doy, pero de acuerdo a mi tiempo y mis exigencias”; luego entonces en esa lucha contra la voluntad, convierte al deber en una carga o molestia y la persona termina cediendo frente al antivalor. Por eso es común que en esos planos, algunos individuos asuman el deber en función de sus expectativas e intereses.
En el caso del deber “social”, está estrechamente ligado a los valores, porque implica el compromiso que todos los miembros de una sociedad en particular debemos tener, al tomar consciencia de lo que necesitan otros que pertenecen a una comunidad. Por ejemplo: respetar las normas de tránsito, símbolos patrios, las instituciones, figuras de autoridad –tanto en la familia como en la comunidad--, u obrar con solidaridad, etc.
Y por esa falta de conocimiento del deber, es que muchas personas en el ejercicio de su función, lo aplican estando conscientes o no del daño que le pueden hacer a otros. ¿Cuántos hemos tenido el deber enfrente y no lo cumplimos al 100%? o, ¿cuántos nos hemos limitado a actuar a tiempo sin pensar que para otros un minuto es vida? o ¿cuántos hemos dado lo mínimo, de lo mucho que podríamos ofrecer en el servicio?; finalmente, ello nos convierte –tarde o temprano--, en comodines, desobligados y/o corruptos, porque la función no se desarrolla con consciencia moral o social y entonces la acción deja mucho que desear. Por ejemplo: un funcionario que cumple superficialmente o no cumple a cabalidad con su obligación de ser garante de la misión de una institución gubernamental y del servicio que debe ofrecer a los miembros de su comunidad, simplemente es un individuo falso que en él prevalecen los antivalores y lo que menos ofrecerá serán resultados convincentes o útiles.
Luego entonces, volviendo a Luis de Bonald, coincido con él al decir que: “No son los deberes los que quitan al hombre la independencia, son los compromisos”. Tomar el deber como compromiso es la diferencia. El compromiso es asumir el conocimiento, consciencia y obligación de dar todo lo que merece a quien sirves y entones se asume íntegramente la voluntad de ser útil. Y eso implica darse, entregarse y asumir la responsabilidad hasta que se cumple la misión.
Quien cumple ampliamente una misión o deber moral y social, es porque tiene un total conocimiento del mismo y entonces ningún esfuerzo pesa porque existe un compromiso personal con los resultados. Y finalmente si los resultados son satisfactorios la dicha es completa e incalculable.
Hoy lamentablemente, los tiempos nos permiten observar frecuentemente, con qué facilidad las personas se desligan de los compromisos en la pareja, en la familia, en el trabajo, en la sociedad. Tal parece que el sólo pensar en primera persona, es lo vital para la existencia. Y pocos son los que se percatan, del error tan grande que se comete al actuar con ese egoísmo. Por eso, qué importante es, intentar devolver el sentido de los valores a la humanidad, para retomar los principios del deber y la solidaridad humanos en nuestros comportamientos y actitudes.
Siempre lo he afirmado –pero hoy lo digo con mayor énfasis--, cuando se cumple cabalmente con una obligación, de vida y con los demás, se cierra en cada acción un círculo de respeto, fraternidad, gracia y amor hacia quien lo necesita, y …eso, indudablemente tiene una valiosa recompensa: el deber cumplido.
Gracias y hasta la próxima.
[1] http://www.definicionabc.com/social/deber.php
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