Por: Martha Cruz
Al conmemorarse un aniversario más de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, los Obispos de México enviaron un mensaje en el que dicen “¡Basta ya!” de sangre, de muertes y de desapariciones en el país.
Durante la homilía, el párroco de la santa iglesia catedral “Nuestra Señora de la Asunción” Eduardo Cervantes Merino, dio lectura al texto solidario con el dolor de México.
Los religiosos expresaron palabras de aliento con los familiares de las víctimas de Ayotzinapa, y advirtieron que la situación de inseguridad no sólo empeoró, sino que ha desatado una verdadera crisis nacional.
“¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos. No queremos más dolor ni más vergüenza”, señala el escrito que también reclama y se suma con los familiares y amigos de las víctimas de Tlatlaya e Iguala.”
Reiteran el “clamor generalizado por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como estos vuelvan a repetirse”.
“Muchas personas viven sometidas por el miedo, la desconfianza al encontrarse indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la lamentable corrupción de las autoridades”, continúa el texto.
“En medio de esta crisis vemos con esperanza el despertar de la sociedad civil que, como nunca antes en los últimos años, se ha manifestado contra la corrupción, la impunidad y la complicidad de algunas autoridades.
“Es necesario pasar de las protestas a las propuestas. Que nadie esté como buitre esperando los despojos del País para quedar satisfecho. La vía pacífica, que privilegia el diálogo y los acuerdos transparentes, sin intereses ocultos, es la que asegura la participación de todos para edificar un país para todos”, indica.
Para los obispos, México está en un momento crítico en el que se juega una auténtica democracia que garantice el fortalecimiento de las instituciones, el respeto de las leyes y la educación, así como el trabajo y la seguridad de las nuevas generaciones.
Es urgente, consideraron, que la ciudadanía acompañe y participe en la construcción del bien común, y que el Estado garantice orden institucional y administración de justicia que genere confianza.
“Sin el acompañamiento y la vigilancia por parte de la sociedad civil, el poder se queda en manos de pocos.

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