viernes, 23 de enero de 2015

POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

Esperanza mutua entre Cuba y EEUU[1]

Dra. Zaida Alicia Lladó castillo

Pasaron 54 años desde que EEUU y Cuba rompieron relaciones de todo tipo y, después de superar confrontaciones entre ambos países, el 16 de diciembre de 2014 se han reanudado las relaciones, al así aceptarlo los Presidentes: Barak Obama y Raúl Castro. Y este hecho no deja de ser un dato histórico valioso, porque bien podría interpretarse, como el fin del aislamiento y de la marginación,-- a la que Estados Unidos sometió a la isla durante todos estos años--y el inicio de una nueva esperanza para ambos países; pero sobre todo para los cubanos, el poder abrirse al intercambio comercial, turístico, educativo y social.

Hoy los miles—quizás millones--, de cubanos radicados o nacidos ya en EEUU, tienen la esperanza de que se puedan romper barreras ancestrales que han impedido ir y venir a Cuba, porque hay muchos hogares cubanos que se desintegraron cuando huyeron de la Isla y se instalaron en ese país norteamericano para sobrevivir y tener derecho—según ellos-- a una mejor calidad de vida. Por eso, ello habla bien de los dos mandatarios por querer apoyarse mutuamente pero sobre todo para los Estados Unidos, de poder cerrar el bloque de países que coinciden en el Golfo de México, para protegerse de posibles amenazas externas y hacer una sola alianza en contra de Rusia –aliado de antaño de Cuba, pero que la abandonó a su suerte--[2], y otras potencias mundiales, pudiendo compartir intereses –especialmente petroleros--, frente al mundo. 

Pero ¿cómo fue la historia de ese rompimiento? Para poder describir tan importantes hechos, me permito tomar como base algunos testimonios de personajes que participaron en los mismos: 

Dice Giraldo Mazola: “Habían transcurrido los primeros dos años del triunfo de la Revolución--par de años de ajustes, transformaciones y cambios de gran magnitud, pensados para el bienestar del país--,y en una mañana lluviosa del 2 de enero de 1961 en la Plaza Cívica, (aun no nombrada como Plaza de la Revolución) donde se celebraba el acto conmemorativo del segundo aniversario de la victoria revolucionaria, el Comandante en Jefe Fidel Castro, después de un discurso donde denunciaba las reiteradas amenazas del gobierno de Estados Unidos y los actos de sabotaje originados con impunidad desde su territorio, advirtió que se pondría fin a las subversivas acciones de los diplomáticos norteamericanos en Cuba, cuya cifra además de excesiva, estaba plagada de agentes de la CIA. Luego entonces mencionaba a su pueblo, que en adelante sólo aceptaría a once diplomáticos, igual cifra de cubanos en la embajada en Washington”.

Las relaciones entre estos países se pusieron muy tensas y Eisenhower y Nixon, --como lo escribieran después--ordenaron a la CIA el 17 de marzo de 1960, la preparación militar de la gusanera: “entonces los cañaverales, fábricas y poblaciones cubanas fueron atacadas por aviones procedentes del norte en forma constante. La base naval de Guantánamo—hoy cárcel militar estadounidense--, de momento se fue reforzada con más de mil marines. La tragedia del buque Le Coubre evidenciaba la mano oculta de sus servicios de inteligencia para tratar de impedir que nos armáramos y defendiéramos”…Nuestro pueblo en pie de guerra estaba movilizado y el ardor patriótico vibraba por doquier…La Revolución cubana, como continuidad histórica de la gesta inconclusa que iniciaron los mambises, conquistó por fin su verdadera e irreversible independencia. “…La impunidad que prevaleció en la colonia y se enseñoreó en la república mediatizada se liquidó y todos los que cometieron crímenes o torturaron fueron juzgados y condenados. El latrocinio con el que gobernantes civiles y militares saquearon al erario público cesó y todas las riquezas acumuladas mediante el robo fueron confiscadas. La primera ley agraria incruenta de la humanidad eliminó el latifundio y entregó en propiedad la tierra a todo cubano que la laboraba honestamente. Recuperamos nuestras riquezas mineras, nacionalizamos las fundamentales industrias, la mayor parte de ellas norteamericanas, realizadas en procesos inversionistas siempre desventajosos para el país. Conquistamos el derecho a hablar por cuenta propia y dejamos de ser el apéndice domesticado del imperio en que nos convirtieron…Nunca antes un pequeño país en América se había erguido con tal virilidad tras los sueños de Bolívar y Sandino”... (Mazola, G. 2013)

Pero era lógico que tales hechos descontrolaban totalmente a sus respectivos pueblos, porque había una gran distinción--que reconocían los cubanos--, entre la forma de pensar del Gobierno y la del Pueblo norteamericano: “Pero aún en esos momentos de máxima tensión y en los que vendrían luego, siempre los cubanos supimos distinguir entre los voraces designios del gobierno de Estados Unidos y la amistosa mano extendida del pueblo norteamericano” (ibid). 

Y fue durante los festejos por el segundo aniversario del Triunfo de la Revolución cubana, estando reunidos en el Palacio Presidencial, el Presidente Osvaldo Dorticós, Fidel Castro y demás integrantes del gabinete, se conoció la noticia de la ruptura de relaciones diplomáticas. Y dice Mazola: “Y cuando el Presidente saboreaba un excelente tamal en cazuela, dijo: “si la noticia que me acaban de dar se la hubieran dicho a cualquiera de los presidentes que pasaron por este sitio les aseguró que el plato se le hubiera caído. Como ven el mío no se cae y terminaré de saborear este sabroso tamal. No se da cuenta el gobierno de Estados Unidos que esta Revolución que encabeza Fidel es de un indestructible basamento popular y la ruptura de relaciones diplomáticas que acaban de hacer como preludio a la agresión que preparan, no nos intimida, ni quita el sueño, ni me hace temblar a mí para que se me caiga el plato. Así, con ecuanimidad, dio la noticia al grupo que le rodeaba”.

Y así se vendrían 50 años de marginación estadounidense y de esfuerzos de autodefensa de los cubanos haciendo alianzas estratégicas con Rusia y otras naciones, que al irse rompiendo los paradigmas en las últimas décadas del siglo XX, los efectos del abandono hacia la Isla, hizo recrudecer los sacrificios para la sobrevivencia de este pueblo. Por eso los éxodos y las emprendidas al mar de algunos, que no soportaron vivir en el aislamiento y fueron recibidos por el país vecino. Y desde esos años a la fecha, la presencia de cubanos en el territorio estadounidense siempre ha ido en aumento. Hasta 2010, datos oficiales dicen que existían casi un millón y medio repartidos en 50 estados de esa República, para 2015 serán casi 2 millones, sobresaliendo en mayor proporción su presencia en entidades como Florida, Colorado, New Jersey, New York y Texas. Y las cifras también se han incrementado, porque existe el mismo número o más de cubanos refugiados, que desde 1965, después de ser procesados en la Torre de la Libertad, fueron admitidos a Estados Unidos con un documento conocido como Parole. Posteriormente la mayoría cambiaría el Parole por una tarjeta verde (Green Card) de residencia permanente y los que obtuvieron su ciudadanía al casarse con nativos o nativas norteamericanos. 

Pero ¿Quién intervino para incentivar nuevamente el acercamiento? Algunos afirman que el mediador fue el Papa Francisco –que no me extraña--, que abogó por el mejoramiento de las relaciones entre ambas naciones. Pero en el fondo, existen razones más poderosas: la alta migración y compartir intereses culturales y económicos, en especial, las aguas marítimas del golfo y su posible potencial petrolero. La negociación no es nueva, pero si lenta, pues no hay que olvidar que ya el gobierno de Barack Obama había generado acercamientos desde 2009, pero fueron interrumpidas en 2011, tras la condena en La Habana del contratista estadounidense Alan Gros, reanudándose en julio de 2013 y desde entonces se repiten cada 6 meses. 

Por eso este miércoles 21 de enero pasado, se reiniciaron las conversaciones en La Habana. Son dos mujeres quienes llevarán adelante esta tarea: Roberta Jacobson, Secretaria de Estado para Latinoamérica, quien, con el Secretario asistente adjunto para Latinoamérica del Departamento de Estado, Alex Lee, llevan la representación por los Estados Unidos y, Josefina Vidal Ferreiro, Directora para EEUU del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. Los temas que figuran en la agenda son entre otros: el programa de reunificación familiar, la repatriación de ciudadanos cubanos y la reapertura de las embajadas en ambos países, que han permanecido cerradas desde la ruptura de relaciones en 1961. Al abrirse las embajadas permitirá restablecer las relaciones diplomáticas y con ello compartir intercambios turísticos, de salud y de desarrollo para la región, rompiendo así el viejo sistema de intercambio consular que se venía dando, en los últimos 53 años, a través de la embajada de Suiza. 

Pero también existen algunas diferencias en ciertos puntos, que marcan nuevamente los desacuerdos o preocupaciones y, en los que EEUU no cede, por ejemplo: la Ley de Ajuste Cubano o “Ley de Pies secos-pies mojados”, promulgada por ese país en 1966 que ha permitido a los cubanos que logran llegar por cualquier medio al territorio estadounidense, obtener la residencia permanente después de quedarse un año y un día. Y la política establecida desde 2006 en el mandato de George W. Bush, de otorgar residencia a los profesionales y técnicos cubanos de la salud que abandonen las misiones internacionales en terceros países. Pero pese a los desacuerdos, existe voluntad política para superarlos. Temas que tendrán que ventilarse y donde se esperan buenos acuerdos. 

Y ¿dónde está Fidel Castro en todo esto? Pues confiando—como así lo previo cuando cedió el mando--, que Raúl Castro hará las cosas con precaución para no conceder nada que afecte los intereses del país. Por eso el Presidente cubano se ha adelantado, porque por una parte ve en Fidel a un individuo con un físico cansado y minado en su salud por la vejez y no desea que sea su muerte el motivo de la reanudación de relaciones con los EEUU, pues daría un mensaje de debilidad frente al mundo, y por otra parte también, moviéndole la necesidad y ubicándose en una triste realidad: su pueblo está ávido de mejoramiento en todos los rubros, de ahí mejor hacerlo desde ahora. Seguramente habrá reacciones de los países con quien cuba ha tenido relaciones y han sido aliados –Ecuador, Perú, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, etc.--, bloque anti-imperialista que hoy también tienen sus propios problemas y están luchando por superarlos. 

Cuba ya no es la misma. Cuba ha madurado y mucho y tampoco aceptará regresar a tiempos y etapas ya rebasadas. Hoy los cubanos tienen derecho a superar la marginación y al subdesarrollo y todo dependerá de que tanto éste país como los Estados Unidos, sigan motivando esas buenas relaciones en la solidaridad y el respeto mutuo, y los beneficios lleguen pronto para estos dos pueblos y para otros, que comparten las aguas del Golfo de México. Gracias y hasta la próxima. 

[1] Mazola, Giraldo, (2013) “Cuando el gobierno de EEUU rompió relaciones con Cuba, su gobierno nos donaba sangre”, Historia de Cuba, en Cuba Debate, http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/01/03/cuando-el-gobierno-de-eeuu-rompio-relaciones-con-cuba-su-pueblo-nos-donaba-sangre/#.VJL3hl4C80 


[2] Tras el establecimiento de lazos diplomáticos con la Unión Soviética tras la Revolución cubana de 1959, Cuba aumentó su dependencia del mercado y de la ayuda militar soviética, volviéndose un aliado de la Unión Soviética en la Guerra fría. En 1972 Cuba ingresa en el COMECON, una organización económica entre estados diseñada para promover la cooperación mutua entre Estados de economía planificada. Moscú mantuvo un contacto regular con La Habana, manteniendo relaciones estrechas hasta el colapso del campo socialista en 1990. Tras el derrumbe de la Unión Soviética, Cuba entró en un periodo de dificultades económicas conocido como el Periodo especial.

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