lunes, 18 de julio de 2016

CHIVO EXPIATORIO EN EL FAMILISMO AMORAL

Por Isael Cantú Nájera
La cultura montada sobre la corrupción y el desprecio al Estado de Derecho, no se le puede imputar a una sola persona. Es el resultado de cientos de años de dominación de una clase por otra, del esclavista contra el esclavizado o simplemente del grupo gobernante contra los gobernados y si se quiere, de los dueños del capital contra los que nada tienen y terminan vendiéndose al mejor postor.

En ese sentido, Javier Duarte de Ochoa gobernador de Veracruz, es el resultado óptimo de una cultura de la corrupción y de la ilegalidad. Pero, desde hace décadas, los gobiernos emanados del PRI, salvándose muy poco de ellos, han gobernado con autoritarismo, elaborando un discurso populista y demagógico, donde el relativismo axiológico les permite crear un familismo amoral[1]. En este, lo importante es el bienestar personal y de la familia o grupo cercano, y nunca el bien común de toda la sociedad.

El sociólogo Edward C. Banfield escribió junto con su esposa Laura Fasano un estudio que realizó en una población de Italia en 1954-55 titulándolo: La base moral de una sociedad atrasada. En su trabajo de campo, descubrió que las familias solamente actuaban a su favor y que no participaban en la acción comunitaria, salvo que les rindiera una ganancia. Al interior de las familias, en el núcleo cerrado, si existía una moral, solamente la de esa familia; pero no hacia fuera debido al grado de desconfianza existente entre las familias, lo que generaba incapacidad para el avance de toda la comunidad. Banfield define que ese modelo cultural crea el familismo amoral impidiendo el desarrollo de esa sociedad con respecto a otras. Subyace en ese modelo el grado de desconfianza de una familia a otra impidiéndoles trabajar unidas por el bien común; no así con otras sociedades cuyo nivel de confianza es alto y pueden trabajar para incrementar su capital social y humano[2].

Hay una gran identidad entre el familismo amoral de Banfield y lo que conocemos como “nepotismo” o el capitalismo de compadres o clientelista[3], donde el supuesto desarrollo del capitalismo debería de producirse en el libre mercado; por el contrario, solamente se desarrolla dentro del grupo político dominante y algunos capitalistas “clientes” de aquellos.

Una somera revisión de las múltiples empresas que rodean a las administraciones públicas, tanta estatal como municipal, incluyendo a los órganos autónomos, nos mostrará que los trabajos de obras públicas o las compras de bienes muebles o inmuebles, lejos de ser otorgados mediante licitaciones públicas legales, son adjudicadas de manera ilegal a la “familia, a los cuates o a los clientes políticos”.

Javier Duarte, es incapaz de crear tan complejo modelo de corrupción, él es un corrupto porque nació dentro de ese medio, participó de su mecánica y profundizó los efectos de la misma… pero no es el genio perverso: es uno más de los cientos y miles de funcionarios corruptos que trabajan solamente para su familia.

Postulé en otra entrega, que la debacle del PRI tenía necesariamente que iniciar un ritual de exorcismo o de expiación con el fin de evitar que su grey se disperse en la desilusión sobre el poder del partido.

El ritual del Chivo Expiatorio ha comenzado con una Acción de Inconstitucionalidad, que el jefe del PRI, Peña Nieto, ha mandado a interponer por la PGR en contra de Duarte y de Borge ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para “invalidar” toda Ley o estructura estadual que los proteja permitiéndoles evadir la acción de la justicia. Solos, abandonados por corruptos, van al desierto a su encuentro con Azazel.

El Yom Kipur[4] judío tiene un profundo contenido sobre el perdón y el arrepentimiento de corazón o de un arrepentimiento sincero, es el día de la expiación de las culpas y la oportunidad de un nuevo pacto con Dios. Los antiguos judíos, así lo dice Levítico 16:8 -10, elegían dos chivos sobre los que después echaban suertes, uno sería para Yahveh, el cual sacrificaban con un ritual solemne y el otro adjudicado a Azazel para expiar las culpas; a éste, el rabino purificado, ponía la mano sobre su cabeza y de ese modo: le traspasaba todos los pecados del pueblo, para posteriormente llevarlo al desierto y ahí abandonarlo, creyendo que las culpas o los pecados morían con él.

¿Dónde está la familia de Duarte, sus cuates, sus compinches, los dueños de empresas, de periódicos, de lo que sea, que ilegalmente le ayudaron a robarse el dinero del pueblo? Ahí estarán en la nueva administración porque la cabeza de turco y su balido, está puesta solamente en el cuerpo de Duarte.

Nuestra cultura judeocristiana es proclive a estos rituales, pero eso daña al Estado de Derecho, porque no basta que Duarte caiga y se lo trague Azazel, es necesario que su “familia” también responda por los delitos cometidos; por ejemplo: Héctor Yunes Landa, el candidato perdedor de las elecciones, se ha unido al ritual y ha dicho que Duarte “deje” el cargo de gobernador; que ha sido el peor gobierno que Veracruz ha tenido… ¿Por qué no exigió eso antes de la campaña y desde su curul de senador? porque en ese entonces eran “familia”.

Los balidos de Duarte y el turbante en su cabeza no quitarán el familismo amoral que existe en la cultura mexicana; de hecho no necesitamos rituales de ninguna especie; lo que necesitamos es el cumplimento estricto del Estado de Derecho, si Duarte y sus compinches, con fuero y sin él, sometidos a debido proceso, se les comprueba que son responsables por los delitos de peculado, abuso de autoridad, colusión, tráfico de influencias, desaparición forzada de personas y demás delitos que prevé el Título Décimo del Código Penal Federal o el Título XVII del Código Penal del estado de Veracruz, deberán ser penalizados con todo el peso de la ley e incautados todos los bienes que hayan acumulado de manera ilegal para reintegrarlos al erario.

La aplicación estricta de la Ley genera una cultura de respeto; por el contrario la impunidad crea un ambiente de ingobernabilidad que agrede a todos; así, sancionando a los directamente responsables de la corrupción, iremos paulatinamente pero firmes: acabando con el familismo amoral, el capitalismo clientelar, el “cuatachismo” y pondremos las bases de una sociedad más participativa y con mayor confianza en sus lazos societarios, que la impulse realmente a crear y consolidad un desarrollo sostenible, democrático y de Derecho. ¡Dura lex, sed lex!

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