jueves, 12 de abril de 2018

Trabajadores y pacientes del DIF ya no sueñan, viven una pesadilla


Sapos y Alacranes
Por Orlando Segura Hervert.
Ver para creer, en el DIF nadie pensó que dicha instancia asistencial perdería la sensibilidad y el sentido humano, pero desafortunadamente, así es. Hoy el personal, sus trabajadores se sienten azorados, lastimados en su dignidad, tal situación afecta a la hora de brindar solidaridad a los demás. Ya perdieron la alegría, el espíritu altruista, las ganas de compartir la mano amiga. 

Tal comportamiento está presente en todas las áreas, ninguna se escapa, en todas las instancias hay el temor a ser despedidos y agredidos psicológica y verbalmente. 

Por ejemplo, en el CRRI, Fidelia Sarmiento, ha impuesto el terror, les grita, les truena los dedos, los ofende, humilla un día si, y el otro también. 

En cada asamblea, en cada reunión, la máxima autoridad del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, llega y les expresa: ¡Quien sigue!, ¡Quien se va!, ¡Quien quiere renunciar!, "porque aquí nadie sobra, todos ustedes deben agradecerme que gracias a mi comen". 

El salario funciona conforme a un sistema tradicional, arcaico y suigeneris: "Ganan más los hombres y menos las mujeres". Ese es el tabulador general para asignar los sueldos, desde luego, hay sus excepciones, hay las clásicas preferencias que se reflejan en los recomendados. 

No solo eso, los trabajadores viven bajo presión, ya saben que tienen que ir a donde les indiquen, tapar los logos de las camionetas, vender cerveza, tal y como sucedió en la época de Semana Santa, en donde con sus propios recursos tuvieron que acudir hasta aquel punto de afluencia masiva (la playa).

Las cosas han cambiado sustancialmente, ya no es lo mismo, los trabajadores comparan el trato dado por las administraciones anteriores, califican y señalan, indudablemente hay un mundo de diferencia.

Los sentimientos mas nobles como la compasión estan cancelados, quedaron arrumbados, no hay exentos, todos pagan el servicio, y los medicamentos donados por el público los venden, Nadie puede pedir ni clamar por ayuda.

Los sectores vulnerables huyen, los adultos mayores ya no buscan al DIF, en ocasiones al personal lo envían a buscar gente necesitada solo para que algun funcionario se tome la foto y presuma las zapatillas. 

Los tranajadores quieren y aman al pasado, piden que se termine el presente y añoran un futuro mejor que quien sabe si llegará. 

Por lo pronto, hoy solo disponen de 10 minutos para comer, sufren depresión y ansiedad. 

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