jueves, 28 de febrero de 2008

COMENTARIO




Miguel Camín


retratos1@gmail.com


Renacuajos en un lodazal

Ha habido mucha mierda en el ambiente, polvo seco, que ahora vuela, de aquellas y estas abyecciones que le han sido tan naturales –en las batallas lamentabilísimas suscitadas al interior--, al Partido Acción Nacional en Tuxpan, en los últimos siete años. Hoy, el trozo de carne bien lo vale para los panistas. Está en juego los puestos públicos, y el uso patrimonial de sus dineros, que les podría dejar la presidencia municipal y la gobernatura en el año electoral del 2010, una vez que tomen el control de los comités directivos respectivos. Bien vale, entonces, sacudirse las manos, lanzar al aire infinidad de cagadas partículas, y enseñarlas como si de verdad hubiesen estado limpias.
No asombra en absoluto la rabiosa disputa entre las hordas de Guillermo Basurto y el clan de José Mancha; sólo algunos jilgueros y jilguerillas columnistas acomodan la tramoya para aparentar una reyerta entre ambas bandas, que lejos de ser ideológica es solo de negocios al amparo del poder político. Es como pensar que el Mochaorejas y el Chapo Guzmán pudiesen disputarse la plaza por profundos principios morales, y no por intereses de dinero. Buenos para nada en el ejercicio de la función pública, cuando algunos de sus integrantes han ocupado puestos gubernamentales, ambos clanes, el de Basurto y el de Mancha, son grillos de pacotilla, renacuajos en un lodazal. Ni uno solo. Ni uno sólo ha ganado por si mismo una elección electoral constitucional, y aun cuando se jactan de ser chingones en el control político de su partido, a la hora de pulsar las simpatías ciudadanas se enroscan como enredaderas alrededor de figuras externas como fue el caso de Octavio Greer, Jerónimo Folgueras y Miguel Alcántar, para ganar la cima. Ese ha sido su gustoso modus operandi: el de parásitos.

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