Por Miguel Camín
retratos1@gmail.com
Un tipo hasta el cogote bien informado no se libra de ser un imbécil
--“¿Qué quieres ser de grande?”, interroga un padre serio y formal a su hijo que cursa la prepa.
--“Quiero ser como Fernando Morales”, responde el joven con una ilusión solar en el rostro.
Gramático editor, su colaborador estelar Fernando Morales se cabreó en grande. Se incordió. ¿El motivo? Sólo porque escribí que su escueto comentario a Retratos del pasado día martes 4 lo iba a conservar, pues era una muestra ilustrativa insuperable de cómo transgredir las normas básicas de los signos de puntuación, en específico: del uso del punto y la coma. Se cagó de coraje, y en vez de ir a coger un manual de gramática para subsanar esa deficiencia suya, lo cegó la venganza, y se inclinó por tomar, en sustitución, el abc de las psicopatologías en su apartado “Suplantación de personalidad”, y transcribió con impunidad fusil parte de los contenidos, queriendo encontrar en ello, cuáles son los resortes íntimos de la mente que impulsan a Miguel Camín a decir que él si es Miguel Camín y no otro, que sus detractores dicen que dicen que es. ¡Ah!, pero su columnista estelar Fernando Morales acota con recelo que ocuparse de quién soy, o de lo que este ‘usurpador de personalidades’ escribe, es asunto baladí que él solo roza por mera diversión, porque lo suyo es “lo trascendente, lo que aporta, lo que deja impronta”. Le doy la razón. Para asuntos serios y profundos --lectores y culto editor-- nada como la Columna de Fernando Morales. A mí, a Miguel Camín, le viene güangos tanto el cambio climático como si las ballenas han dejado de parir en el mar báltico, o que si la recesión en el vecino país del norte tiene su origen en la depresión del mercado inmobiliario y requiere de prozac para su alivio, o el asunto noticioso calientito de las FARC y los estudiantes mexicanos queriendo jugar a ser guerrilleros, y pendejadas globalifilícas de ese calibre, que le roban el sueño a Fernando Morales. A mí me preocupa hasta la locura si mi esposa colocó papel higiénico en el retrete, o si queda aun pasta dental en el tubo, y que los tacos no lleven cebolla. Esas son mis angustias y no esas mamadas tan serias, tan doctas, tan eruditas, tan cultas como las que cultiva en su cerebro fértil Fernando Morales. Por ello, para mí, no sé para usted informado editor, no sería sorpresa alguna sin en próximas semanas Fernando Morales apareciera en pantalla disertando tan importantes temas en Tercer Grado o Reporte Trece. En honor a la verdad, este Columnista estelar se lo merece. Perdóneme editor mi franqueza y le ofrezco una disculpa anticipada si le ofende: pero el blog vaxtuxpan le queda estrecho al talento de Fernando Morales. La neta.
Una caravana de admiración a Fernando Morales.
Su fans number one, Miguel Camín.
--“¿Qué quieres ser de grande?”, interroga un padre serio y formal a su hijo que cursa la prepa.
--“Quiero ser como Fernando Morales”, responde el joven con una ilusión solar en el rostro.
Gramático editor, su colaborador estelar Fernando Morales se cabreó en grande. Se incordió. ¿El motivo? Sólo porque escribí que su escueto comentario a Retratos del pasado día martes 4 lo iba a conservar, pues era una muestra ilustrativa insuperable de cómo transgredir las normas básicas de los signos de puntuación, en específico: del uso del punto y la coma. Se cagó de coraje, y en vez de ir a coger un manual de gramática para subsanar esa deficiencia suya, lo cegó la venganza, y se inclinó por tomar, en sustitución, el abc de las psicopatologías en su apartado “Suplantación de personalidad”, y transcribió con impunidad fusil parte de los contenidos, queriendo encontrar en ello, cuáles son los resortes íntimos de la mente que impulsan a Miguel Camín a decir que él si es Miguel Camín y no otro, que sus detractores dicen que dicen que es. ¡Ah!, pero su columnista estelar Fernando Morales acota con recelo que ocuparse de quién soy, o de lo que este ‘usurpador de personalidades’ escribe, es asunto baladí que él solo roza por mera diversión, porque lo suyo es “lo trascendente, lo que aporta, lo que deja impronta”. Le doy la razón. Para asuntos serios y profundos --lectores y culto editor-- nada como la Columna de Fernando Morales. A mí, a Miguel Camín, le viene güangos tanto el cambio climático como si las ballenas han dejado de parir en el mar báltico, o que si la recesión en el vecino país del norte tiene su origen en la depresión del mercado inmobiliario y requiere de prozac para su alivio, o el asunto noticioso calientito de las FARC y los estudiantes mexicanos queriendo jugar a ser guerrilleros, y pendejadas globalifilícas de ese calibre, que le roban el sueño a Fernando Morales. A mí me preocupa hasta la locura si mi esposa colocó papel higiénico en el retrete, o si queda aun pasta dental en el tubo, y que los tacos no lleven cebolla. Esas son mis angustias y no esas mamadas tan serias, tan doctas, tan eruditas, tan cultas como las que cultiva en su cerebro fértil Fernando Morales. Por ello, para mí, no sé para usted informado editor, no sería sorpresa alguna sin en próximas semanas Fernando Morales apareciera en pantalla disertando tan importantes temas en Tercer Grado o Reporte Trece. En honor a la verdad, este Columnista estelar se lo merece. Perdóneme editor mi franqueza y le ofrezco una disculpa anticipada si le ofende: pero el blog vaxtuxpan le queda estrecho al talento de Fernando Morales. La neta.
Una caravana de admiración a Fernando Morales.
Su fans number one, Miguel Camín.
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