viernes, 28 de marzo de 2008

EDITORIAL... DEL PERIÓDICO LA VOZ


EL PACTO DE LA 18 Y EL COLA DE TRAPO...


El ambiente político en Tuxpan se enrareció después de aquella famosa marcha en la que se amagó con desaforar, destituir y hasta desconocer al alcalde Juan Ramón Gánem Vargas, sobre quien sigue pesando un cúmulo de inconformidades.
Dicen, quienes saben del tema, que en un matrimonio el primer año es de los más difíciles por el reacomodo de intereses y sentimientos entre la pareja. Lo mismo podría compararse con el ayuntamiento, sólo que aquí se trazan dos vertientes: en este caso no tuvieron que pasar doce meses para que surgieran los primeros problemas y el maridaje parece tener otro tipo de trasfondo, que más que político bien podría definirse como de un descarado arreglo de intereses.
Así lo demuestran los hechos, por ejemplo: de la noche a la mañana, a los ceceístas que comanda el ex regidor Edmundo Cristóbal Cruz y fuerte aspirante a la presidencia del PRI municipal, les dio por ser cumplidos con los pagos de los elevados impuestos que , por cuenta propia, impuso el munícipe con la ley en mano. Los cetemistas andan en las mismas, ya que mientras por un lado participaron en la marcha contra el alcalde, a la semana el dirigente salía en los principales medios de comunicación dando todo el respaldo a la administración municipal, como si todo estuviera bien y los tuxpeños vivieran en un cuento de hadas.
Hablar de oposición partidista dentro del cuerpo edilicio es prácticamente hablar que en Marte hay vida extrarrestre, que sería lo más probable si se pone en una balanza. Sin lugar a dudas, Juan Ramón Gánem ha sabido capotear el toro por los cuernos, negociar a su favor y echarse a la bolsa a más de un panista.
Sin lugar a dudas este será el sello de identidad por el que será recordado Juan Ramón; así como en el pasado reciente lo tuvo el recio carácter de Pericles Namorado Urrutia; el valemadrismo de quien el periódico La Opinión lo bautizó como el Bárbaro de Tumbadero, Crisóforo Hernández Cerecedo; el socialité de Salvador Moctezuma; las presuntas raterías de Alfredo Huerta León y el romanticismo y sentimiento hecho canción en voz de Óscar Octavio Greer Becerra.
Este marzo tuvo un año que Juan Ramón Gánem suscribió de palabra el que se le denominó “El Pacto de la 18”, en la nocturna reunión que sostuvo esa vez con personas representativas de sectores y de medios de comunicación, imploró su apoyo, respaldo y solidaridad; a un año de distancia, parece que se le olvidaron las cláusulas de ese pacto y hoy día a los suscribientes los ve como sus primeros enemigos, los desconoce y los trata de intimidar por diferentes medios y métodos, los pretende afectar de la manera que sea, los quiere ver abajo, ansía jamás haberlos conocido, sin darse cuenta que tal vez en esa noche y unos días anteriores dejó que se le conociera como la persona que realmente es.
Reza un adagio: “El que tenga cola de trapo, que no se acerque mucho fogón porque se quema”; dicho de otra manera y para el mejor entendedor: “Para hablar de alguien, hay que tener el hocico largo, pero la cola corta”.

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