Orlando Segura Hervert.
El actual Oficial del Registro Civil, Reyes Monroy Reyna, descuida sus funciones por atender compromisos de carácter jurídico, toda vez que se dedica a la litigada y combina dicho labor con el cargo en el servicio público.
En diversas ocasiones, a las 9 ó 10 de la mañana se le observa en los juzgados ubicados a un costado del Centro de Readaptación Social, dialoga con los jueces, incorpora documentos, pide expedientes y se desempeña como abogado, el problema no es ese, sino que atiende otros menesteres y no el puesto para el que fue asignado, señaló un ciudadano a este medio.
El comportamiento es una constante, la semana pasada no quiso responder a otro medio de comunicación y en el transcurso del medio día, se le trató de entrevistar para conocer el número de defunciones, por causas del SIDA y en forma desparpajada, señaló que ese dato no lo tenía, ni siquiera se molestó en tratar de buscar la información requerida. Al momento de la entrevista, estaba plácidamente sentado, no tenía ninguna persona enfrente, ni siquiera estaba ocupado, pero con un tono soberbio, solo alcanzó a manifestar que regresara otro día.
A unos meses de haber tomado protesta, Reyes Monroy se le olvidó que está para servir a todos los ciudadanos, es más, la propia ley indica que tiene la responsabilidad de otorgar los datos que le soliciten, conforme a la normatividad y derechos constitucionales.
El Registro Civil es la instancia encargada de expedir las actas por causas de muerte, en ellas especifican los motivos médicos que causaron el deceso, cada día van anotando quienes murieron por diabetes, hipertensión arterial, Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida, paro cardiaco o cualquier otra enfermedad, en forma ordenada, el personal registra las estadísticas, es una cuestión simple y generalmente, si algún reportero pide los datos, se le otorgan las cifras que permiten al final de cuentas elaborar las notas periodísticas. Pero desde que el nuevo responsable asumió el cargo, no hay indicios de colaboración ni cooperación, lo que contradice el espíritu de la función pública, sobre todo en estos tiempos en la que las autoridades exaltan y enarbolan la transparencia, por lo menos de manera discursiva.
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