jueves, 31 de diciembre de 2009

AFGANISTAN…LA ENCRUCIJADA DE OBAMA.


Por: Patricio González Quintanilla.
patgq52@gmail.com

La guerra en Afganistán, entra en su noveno año sin que Estados Unidos y sus aliados consiguieran algo más que el fortalecimiento del Talibán en todo el territorio, la expansión del tráfico de heroína y la infiltración de la influencia talibana y de sus actividades desestabilizadoras en Pakistán, llevados de la mano por la organización terrorista Al-Qaeda.

Las recientes declaraciones del presidente Obama, en el sentido de que reduce la escala del conflicto a sólo “evitar que Al-Qaeda tenga un refugio seguro” en Afganistán, se traducen en el envío de 30 mil tropas adicionales (mas aprox. 5 mil de la OTAN), para reducir a un estimado, según fuentes de inteligencia, de sólo 100 terroristas de esa organización en operativos en territorio afgano. La mayoría de los efectivos de Al-Qaeda en esa región del mundo, opera desde hace tiempo, desde la vecina Pakistán..

El Talibán y su líder Mullah Omar, por su parte, dificultan las operaciones de las fuerzas de ocupación, mediante una campaña de hostigamiento y amenazas sobre la población de aldeas y comunidades rurales que colaboren con esas tropas de un modo u otro. Es evidente el éxodo del comercio y de otras actividades productivas en regiones donde patrullan o establecen bases temporales los destacamentos militares de occidente.

El gobierno del presidente afgano Karzai, que dio muestras de debilidad y corrupción en las recientes elecciones, sólo manifiesta el hecho de que, aparte de la amenaza del Talibán, ahora tiene que tratar de contrarrestar las milicias opositoras y las de los caciques tribales asociados a las mismas, situación que se ve muy difícil de llevar a cabo, aún con el apoyo estadounidense.

El plan de la coalición de ocupación y el gobierno afgano para conformar un ejército nacional de 400,000 efectivos que proporcione un nivel de seguridad mínimo en las ciudades, no parece ser realista, ante los antagonismos que se presentan entre las principales etnias. Las fuerzas armadas actuales, de 90,000 efectivos, están compuestas por afganos del norte o Tajiks, los cuales son vistos con recelo por los Pashtùn del centro y del este, así como por otras comunidades tribales. Además, sus efectivos son poco confiables para presentar batalla y al menor riesgo recurren a la deserción.

De no conseguirse la meta de 400 mil efectivos para el ejército afgano, los Estados Unidos difícilmente podrán comenzar a retirar efectivos a partir de mediados de 2011, como lo hizo entrever el presidente Obama.

Estados Unidos tampoco puede darse el lujo de escalar este conflicto por mucho tiempo, dada la debilidad de su economía. Mientras que a ese país le tomó 233 años acumular una deuda nacional de 1.4 trillones de dólares, esta se proyecta se duplique en el período 2010-2020. Los déficits presupuestales van en aumento, de la cifra récord de 1.42 trillones de dólares en 2009, a un estimado de 2.0 trillones para 2010.

La guerra en Irak, tras seis años de ocupación, les ha costado la friolera de un trillón de dólares, sin mayor beneficio económico hasta ahora de que el grupo Exxon-Mobil participe en la explotación de uno sólo de los múltiples yacimientos licitados por ese país.

El Departamento de Defensa recientemente proporcionó la cifra de lo que le cuesta cada soldado (con todos los equipos asociados) en Afganistán, por año: Un millón de dólares. El argumento sobre el alto costo se debe a que se trata de una nación insular y lejana, donde la mayoría de los suministros y equipo pesado son transportados por aire, completándose la logística del abastecimiento a través de rutas terrestres en territorio paquistaní, que son continuamente atacadas por el Talibán. De cualquier manera, esta declaración del Secretario de Defensa atrajo la atención de los inspectores de la GAO ò Oficina de Contabilidad del Gobierno

Sin considerar la asistencia económica billonaria que proporciona al gobierno afgano, Estados Unidos se enfrenta, a partir del año 2010, a mantener un ejercito de cien mil efectivos, a un costo de 100 billones de dólares por año.

¿Porqué enviar más tropas a una causa que se ve perdida en todos los aspectos, con unos costos asociados tan exorbitantes y con una meta tan absurda?

Todo indica que, a pesar de ser una guerra cada vez más impopular, el apoyo por mantenerla se da en las altas esferas del gobierno por ambos partidos, republicano y demócrata, y por la poderosa extrema derecha del poder económico y de las grandes empresas de armamentos, forzando al presidente Obama a tomar tal decisión. Pesa enormemente el riesgo político que significaría para la institución presidencial el perder la mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones del 2010, tras su baja de apoyo político al haber anunciado previamente el retiro total de las tropas en Irak en el año 2011.

Fuentes: US-DoD; A.D. Borchgrave; IP. PGQ-XII-2009.

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