martes, 27 de abril de 2010

EL DUEÑO DE PEMEX


ENVIADO A VAXTUXPAN
CIRCULA EN INTERNET…

Un Ferrari Enzo rojo se detiene frente a las puertas del Smith & Wolensky uno de los restaurantes de carne más famosos y cotizados de Miami. Lo recibe el ballet parking, y para darle todavía más nivel al establecimiento, lo deja estacionado a un lado de la puerta.

¿De quién es el Ferrari?, pregunta el siguiente comensal, que llega en un automóvil mucho menos caro.

Es del dueño de Pemex.

Oficialmente Pemex no tiene dueño. O en todo caso es de los 107 millones de mexicanos. En una mala interpretación se podría confundir a su director general como propietario, pero tampoco.

El Ferrari Enzo rojo, valuado en el equivalente a 7 millones de dólares, pertenece al hijo de Carlos Romero Deschamps, secretario general del sindicato petrolero: “el dueño de Pemex”, deducen en Miami.

En efecto, Carlos Romero Deschamps parece más accionista que representante de los trabajadores. Los tentáculos del sindicato abrazan licitaciones, asignaciones y todo aquello que implique reparto de recursos. Su poder se hace sentir en nombramientos y gestiones administrativas. Tienen a su gente colocada en puestos estratégicos, no de alto nivel que llamen la atención y sean objeto de auditorías, sino a nivel operativo que puedan jugar con la “letra chiquita” de los contratos y virarlos en cualquier sentido.

Su red de informantes le permite detectar a tiempo cualquier intento por ponerle un alto. No conocen más reacción que la amenaza: “reventar” procesos, “parar Pemex”, convocar a una huelga en la empresa —a pesar de todo, paraestatal— que nutre al gobierno con uno de cada tres pesos que gasta en el presupuesto.

El flujo de recursos que maneja discrecionalmente Romero Deschamps alcanza no sólo para el Ferrari de su muchacho sino también para sostener una red de complicidades en todas las áreas de Petróleos Mexicanos, que derivan en un cómodo control de la base trabajadora.

Apenas el 18 de marzo, en el aniversario de la Expropiación Petrolera, subieron juntos al podio Carlos Romero Deschamps y el presidente Felipe Calderón. Los acarreados, empleados de Pemex, de inmediato corearon al verlos: “¡Car-los! ¡Car-los!”. Romero hizo un gesto casi imperceptible. Pero su hija, sentada en primera fila, lo detectó: “no le está gustando”, tradujo la joven al hombre que se sentaba a su lado. Éste, a su vez, realizó un discreto ademán, y como piezas de dominó, las porras comenzaron a transformarse hasta que el auditorio completo aclamaba: “¡Fe-li-pe! ¡Fe-li-pe!”.
¿Quién se atreve contra Romero Deschamps? Parece que nadie. Fox hizo un intento y reculó. La reforma energética de Calderón lo dejó intocado. Ni sus enemigos dentro del PRI se atrevieron a meterle una zancadilla aprovechando ese viaje. La reforma laboral que plantea ahora el presidente tendría que rasparlo. Veremos qué sucede al final, porque el discurso de terminar con la corrupción y la ineficiencia en Pemex pasa, indispensablemente, por una buena sacudida al sindicato.

Política, política, cuando los Mexicanos aprendamos que la política no es un negocio jugoso de unos cuantos mugrosos de conciencia sino el arte de gobernar y que trae consigo el derecho de todos los ciudadanos de exigir a los "servidores públicos" —que dicho sea de paso viven de lo que en su mayoría aportamos los ciudadanos al gobierno— que rindan cuentas y que si les fallan los números.... a la cárcel... , sin fuero que valga, el fuero es para que no sean perseguidos por el desempeño directo de sus funciones, no por el exceso de autoridad y enriquecimiento ilícito y en perjuicio de la nación, de los ciudadanos.

Un Ferrari para el junior, ojalá se lo hubiese ganado con el sudor de la frente, pero desafortunadamente, de seguro se lo hemos pagado con el sudor de 107 millones de frentes, mientras algunos nos endeudamos en los bancos con las TD para pagar a meses la tenencia de nuestros autos, es una verdadera burla a la razón... hay gente en México que muere de hambre, igual y todos ellos comerían por un par de meses con lo que vale ese auto. que de seguro no es el único que le ha regalado su "apá".

En América Latina hay países que han divido el Poder aún más, dándole fuerza a la voz y el voto de los ciudadanos y el electorado, si alguien nos quiere sacar del atolladero, ahí está una opción, la eliminación del sindicato petrolero y el de Elba Esther, sería el autentico intento de querer cambiar este país, lo demás es solo discurso y el país se encamina rumbo al precipicio.

Le tienen miedo al sindicato petrolero por que también le deben muchos favores los que están allá arriba. Aquí en PEMEX tan solo para limpiar una oficina de 2x2 hay tres sindicalizados, uno barre, uno trapea y el otro les hace plática. Pero nadie se atreve a decirles nada, ni siquiera el Subdirector de nivel 47. Hasta ellos le tienen miedo al secretario de la sección 30. Imagínense enfrentarse a Deschamps. Los sindicalizados saben eso y abusan de lo mismo ya que se sienten intocables. Con una quinta parte de los sindicalizados trabajando como trabajamos los demás, con eso funcionaria Pemex perfectamente. Seguiremos esperando a ver quién se atreve a quitarnos a esos parásitos de encima.

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