Por: Tere Quintanilla/ Orlando Segura...
Con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en torno a la legalización de uniones entre personas del mismo sexo (lesbianas y homosexuales), así como el derecho a la adopción de menores de edad como hijos; ha dividido a la sociedad tuxpeña y mexicana, los sectores se manifiestan con gran pasión en torno a este tema y varios critican al máximo órgano de justicia y otros la avalan, unos la cuestionan y otros la aprueban.
Los entrevistados agregan que el concepto de matrimonio como se conocía ha cambiado, ya no será la unión entre un hombre y una mujer para asegurar la procreación, respetando la voluntad de manera voluntaria de asegurar la especie; ahora con la nueva interpretación de los 11 ministros, el concepto de unidad familiar ha cambiado radicalmente y este aspecto tendrá que modificar la visión de lo que tradicionalmente se sostenía entre padres, hijos y seno familiar. Guillermo Basurto Origel, va más allá y sostiene que siendo consecuentes con lo que decidió el supremo órgano jurisdiccional, vamos de la monogamia a la poligamia, aspecto que será normal y que además tendrá que avalar la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La iglesia católica se opone tajantemente a lo que considera una aberración, señalan que tal cuestión afecta el desarrollo de las sociedades y colectividades, desde su núcleo de influencia y de sus feligreses, sostienen que las uniones entre personas del mismo sexo destruye a la población y lo que es peor, la adopción de menores por parte de este sector, contraviene los principios, valores, conceptos de la fe cristiana.
Un buen número de ciudadanos no comprende semejante “aportación” e incorporación a la modernidad de los derechos humanos, donde quedará el futuro de aquellos niños que sean recogidos, adoptados por los homosexuales o lesbianas, hacia donde nos llevan semejantes interpretaciones de la ley que obviamente en éste caso contraviene la sana convivencia de los seres humanos.
Con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en torno a la legalización de uniones entre personas del mismo sexo (lesbianas y homosexuales), así como el derecho a la adopción de menores de edad como hijos; ha dividido a la sociedad tuxpeña y mexicana, los sectores se manifiestan con gran pasión en torno a este tema y varios critican al máximo órgano de justicia y otros la avalan, unos la cuestionan y otros la aprueban.
Los entrevistados agregan que el concepto de matrimonio como se conocía ha cambiado, ya no será la unión entre un hombre y una mujer para asegurar la procreación, respetando la voluntad de manera voluntaria de asegurar la especie; ahora con la nueva interpretación de los 11 ministros, el concepto de unidad familiar ha cambiado radicalmente y este aspecto tendrá que modificar la visión de lo que tradicionalmente se sostenía entre padres, hijos y seno familiar. Guillermo Basurto Origel, va más allá y sostiene que siendo consecuentes con lo que decidió el supremo órgano jurisdiccional, vamos de la monogamia a la poligamia, aspecto que será normal y que además tendrá que avalar la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La iglesia católica se opone tajantemente a lo que considera una aberración, señalan que tal cuestión afecta el desarrollo de las sociedades y colectividades, desde su núcleo de influencia y de sus feligreses, sostienen que las uniones entre personas del mismo sexo destruye a la población y lo que es peor, la adopción de menores por parte de este sector, contraviene los principios, valores, conceptos de la fe cristiana.
Un buen número de ciudadanos no comprende semejante “aportación” e incorporación a la modernidad de los derechos humanos, donde quedará el futuro de aquellos niños que sean recogidos, adoptados por los homosexuales o lesbianas, hacia donde nos llevan semejantes interpretaciones de la ley que obviamente en éste caso contraviene la sana convivencia de los seres humanos.
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