Por: Tere Quintanilla/Orlando Segura Hervert.
De nada sirven aprobar leyes que regularicen y normen el consumo del tabaco, si las autoridades simulan y no actúan y los comerciantes, restauranteros o encargados de los establecimientos permiten en sus locales que todos fumen, no destinan áreas ni superficies especiales para aquellos que tienen el vicio arraigado. En un recorrido por diversos espacios de la zona centro, los propietarios de los principales negocios destinados a la venta de alimentos, no hacen nada por frenar el consumo de cigarrillos.
El problema reside en que se está afectando la salud de terceros con la complacencias de las autoridades de salud, quienes lejos de poner orden, permiten y de hecho fomentan la anarquía, toda vez que no vigilan ni supervisan, no coordinan ninguna recomendación, no dialogan ni impulsan acciones concretas para que dichos padecimientos pulmonares y cancerígenos disminuyan.
Desde el nivel federal, estatal y local, nadie quiere actuar para no afectar un negocio que reditúa jugosas ganancias, pero además, a pesar de que las cigarreras están obligadas a publicar publicidad relativa a los males que provoca el consumir el tabaco, las grandes afecciones que genera, las cajetillas solo portan un pequeño letrero en los que advierten acerca del peligro de fumar, pero no son acompañadas de imágenes en donde se demuestre la trascendencia de dicho vicio.
Dicho aspecto en otros países es una constante, las empresas están obligadas a colocar fotografías en las que se puede plasmar los efectos del cáncer de pulmón u otras partes del organismo. Aquí en México todo se permite y lejos de exigir el acatamiento de la ley, todo es permitido, violando las disposiciones emitidas desde la Cámara Diputados y de Senadores.
A la fecha, las comisiones edilicias de Salud y Ecología, han sido letra muerta, ninguna campaña han realizado para concientizar a la ciudadanía y a dos meses de que concluya la administración, no se le ven ganas para combatir dicha problemática que afecta a la niñez, a la adolescencia, juventud y personas adultas.
De nada sirven aprobar leyes que regularicen y normen el consumo del tabaco, si las autoridades simulan y no actúan y los comerciantes, restauranteros o encargados de los establecimientos permiten en sus locales que todos fumen, no destinan áreas ni superficies especiales para aquellos que tienen el vicio arraigado. En un recorrido por diversos espacios de la zona centro, los propietarios de los principales negocios destinados a la venta de alimentos, no hacen nada por frenar el consumo de cigarrillos.
El problema reside en que se está afectando la salud de terceros con la complacencias de las autoridades de salud, quienes lejos de poner orden, permiten y de hecho fomentan la anarquía, toda vez que no vigilan ni supervisan, no coordinan ninguna recomendación, no dialogan ni impulsan acciones concretas para que dichos padecimientos pulmonares y cancerígenos disminuyan.
Desde el nivel federal, estatal y local, nadie quiere actuar para no afectar un negocio que reditúa jugosas ganancias, pero además, a pesar de que las cigarreras están obligadas a publicar publicidad relativa a los males que provoca el consumir el tabaco, las grandes afecciones que genera, las cajetillas solo portan un pequeño letrero en los que advierten acerca del peligro de fumar, pero no son acompañadas de imágenes en donde se demuestre la trascendencia de dicho vicio.
Dicho aspecto en otros países es una constante, las empresas están obligadas a colocar fotografías en las que se puede plasmar los efectos del cáncer de pulmón u otras partes del organismo. Aquí en México todo se permite y lejos de exigir el acatamiento de la ley, todo es permitido, violando las disposiciones emitidas desde la Cámara Diputados y de Senadores.
A la fecha, las comisiones edilicias de Salud y Ecología, han sido letra muerta, ninguna campaña han realizado para concientizar a la ciudadanía y a dos meses de que concluya la administración, no se le ven ganas para combatir dicha problemática que afecta a la niñez, a la adolescencia, juventud y personas adultas.
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