Por Orlando Segura Hervert.
Fui a ver la película infierno, con actores mexicanos, en donde por cierto, la esposa del principal narcotraficante es la senadora del PRD, María Rojo (mujer de mil batallas que en sus excelentes tiempos filmó Danzón), les decía, la actuación muy bien lograda, el escenario uno de tantos pueblos polvorientos de la república mexicana, allá por el norte, en Zacatecas. Las escenas bien trazadas, el resultado es una obra en la que se pinta de múltiples colores la situación que estamos viviendo en una buena amplitud de la república mexicana y en la que el consumo de enervantes, las adicciones es ya parte del contexto nacional. El nombre puedo haber sido, “De cual fumaste”, “saca para andar igual”, o como el cantante y difunto Rockdrigo; murió de un pasón, no de mota, pero si de cemento porque le cayó encima un edificio de varias toneladas de peso en 1985, en aquel terremoto del Distrito Federal, de ahí la ironía, el sarcasmo, la burla muy mexicana: “murió de un pasón”.
En la pantalla plasman los discursos del bicentenario, las políticas de los diferentes niveles de gobierno que no sirven para nada porque están cooptados, los compromisos e intereses de los sectores sociales que no encuentran oportunidades de desarrollo ni bienestar y por lo tanto a lo único que se le puede entrar es al tráfico de las tachas, pastas, yumbinas, así como otras yerbas y sustancias psicotrópicas. El elenco con una historia suigéneris, narra como todo se va pudriendo desde los liderazgos religiosos, las autoridades, la niñez, la adolescencia y la juventud, todo contaminado en una guerra que parece perdida. Todos prostituidos, plomo ó plata…
En la pantalla se observa al cacique en una fotografía muy grande y representativa con el expresidente de la república mexicana, Vicente Fox Quesada y su amada Martha Sahagún, una toma pintoresca, sinónimo de las redes que se van tejiendo con el poder del dinero, proceda éste de manera lícita o ilícita.
Balazos, plomazos, acciones sangrientas, ejecuciones, decapitaciones, amores inquietos, infieles, jotería por no decir otra cosa, excesivo consumo de alcohol y químicos que trasladan al individuo a otro universo, a una galaxia distinta, rumbo al más allá, y como dijera mi maestro Soto, “pero hombre, eso no sucede en México, eso solo se da en la Patagonia”. La política empatada con la ilicitud y la porquería…
Sin lugar a dudas una crítica ácida, cruel, fría y mortal que nos deja perplejos, porque a veces solo conocemos parte de la problemática y cerramos los ojos ante nuestros hijos y las nuevas generaciones que van creciendo y en la que el horizonte no les es nada halagador. Hasta pronto. Hasta siempre…
Fui a ver la película infierno, con actores mexicanos, en donde por cierto, la esposa del principal narcotraficante es la senadora del PRD, María Rojo (mujer de mil batallas que en sus excelentes tiempos filmó Danzón), les decía, la actuación muy bien lograda, el escenario uno de tantos pueblos polvorientos de la república mexicana, allá por el norte, en Zacatecas. Las escenas bien trazadas, el resultado es una obra en la que se pinta de múltiples colores la situación que estamos viviendo en una buena amplitud de la república mexicana y en la que el consumo de enervantes, las adicciones es ya parte del contexto nacional. El nombre puedo haber sido, “De cual fumaste”, “saca para andar igual”, o como el cantante y difunto Rockdrigo; murió de un pasón, no de mota, pero si de cemento porque le cayó encima un edificio de varias toneladas de peso en 1985, en aquel terremoto del Distrito Federal, de ahí la ironía, el sarcasmo, la burla muy mexicana: “murió de un pasón”.
En la pantalla plasman los discursos del bicentenario, las políticas de los diferentes niveles de gobierno que no sirven para nada porque están cooptados, los compromisos e intereses de los sectores sociales que no encuentran oportunidades de desarrollo ni bienestar y por lo tanto a lo único que se le puede entrar es al tráfico de las tachas, pastas, yumbinas, así como otras yerbas y sustancias psicotrópicas. El elenco con una historia suigéneris, narra como todo se va pudriendo desde los liderazgos religiosos, las autoridades, la niñez, la adolescencia y la juventud, todo contaminado en una guerra que parece perdida. Todos prostituidos, plomo ó plata…
En la pantalla se observa al cacique en una fotografía muy grande y representativa con el expresidente de la república mexicana, Vicente Fox Quesada y su amada Martha Sahagún, una toma pintoresca, sinónimo de las redes que se van tejiendo con el poder del dinero, proceda éste de manera lícita o ilícita.
Balazos, plomazos, acciones sangrientas, ejecuciones, decapitaciones, amores inquietos, infieles, jotería por no decir otra cosa, excesivo consumo de alcohol y químicos que trasladan al individuo a otro universo, a una galaxia distinta, rumbo al más allá, y como dijera mi maestro Soto, “pero hombre, eso no sucede en México, eso solo se da en la Patagonia”. La política empatada con la ilicitud y la porquería…
Sin lugar a dudas una crítica ácida, cruel, fría y mortal que nos deja perplejos, porque a veces solo conocemos parte de la problemática y cerramos los ojos ante nuestros hijos y las nuevas generaciones que van creciendo y en la que el horizonte no les es nada halagador. Hasta pronto. Hasta siempre…
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