lunes, 28 de marzo de 2011

La Gobernanza En Xalapa

ENVIADO A VAXTUXPAN...
Matías Ortega García.

Para mí es un deber participar en la consulta pública que, para la elaboración del plan municipal de desarrollo, ha convocado el ayuntamiento de Xalapa. Lo hago en el foro número cinco que trata el tema de la gobernanza porque, a mi parecer, engloba los aspectos fundamentales en la vida pública de este municipio: gobierno, gobernabilidad democrática y buen gobierno; es decir, tiene que ver con el rumbo y la conducción que se le va a dar a Xalapa durante los próximos tres años. Vienen bien la consulta y los foros si no se quedan en actos formales y protocolarios, en los que importe más la foto que la sustancia; vale la pena si es autentica, viva y libre. La consulta requiere una mayor centralidad y más difusión, tiene que ser un proceso que sacuda a los xalapeños, que despierte su interés en los asuntos colectivos del municipio.

Es una inmejorable oportunidad para ver de cerca nuestra realidad y comprometernos en la solución de nuestros problemas. Es muy importante que se expresen las voces de los ciudadanos, que digan algo, pero más importante es que se les escuche y se tomen en cuenta. La consulta tiene que ser dinámica, abierta, eficaz y tener resultados concretos y verificables.

Se mata o se debilita el interés participativo de los ciudadanos cuando observan que, digan lo que sea, se topan con documentos teóricos, fríos y pre elaborados. Si la gobernanza tiene que ver con procesos en la toma de decisiones y en su implementación, a demás de involucrar a los actores sociales, podemos suponer que en Xalapa tiene serios problemas.

El diagnostico del municipio xalapeño nos mostrará un gobierno débil y tradicional, así como una ciudadanía a medias, atrapada por redes clientelares y actitudes paternalistas; esos rasgos están en ricos y pobres. Si se quiere ir afondo y hacer un buen gobierno se tiene que contar con la voluntad política y la visión democrática para romper, aunque sea gradualmente, con los intereses creados, los cacicazgos y el mundillo de la ilegalidad.

Lo contrario al cumplimiento del deber, a lo moderno, es cuidar la carrera política de los ediles, no tomar decisiones, no innovar y no tocar los intereses del corporativismo. La gobernanza implica ciudadanía, la cual esperaría políticas públicas determinadas y presupuestos transparentes. La gobernanza no admite políticas asistencialistas y clientelares porque son esencialmente antidemocráticas.

El nuevo plan municipal de desarrollo pero sobretodo el ejercicio del ayuntamiento implica definiciones en materia democrática; así mismo, el deber del cabildo es poner toda su capacidad en la formación de ciudadanía, de tal manera que la relación entre ésta y el gobierno sea parte de un círculo virtuoso; no como ha sido siempre, más bien vicioso.

La participación ciudadana requiere espacios, por supuesto, pero también mecanismos, canales, estímulos y procesos de verificación y seguimiento. Cualquier ciudadano, en la realidad local, debe saber quién lo va atender y darle respuestas en la policía intermunicipal, en tránsito, en CMAS, entre otras aéreas administrativas con las que estamos relacionados casi cotidianamente. En ese proceso quedará claro quién manda en las dependencias, si es o no el cabildo y la presidencia, cual es su funcionamiento y su lógica de servicio, es decir, si son servidores públicos o no. Para mi es una satisfacción especial que Xalapa sea bella, aquí naci y crecí, aquí me hice, es más, lo que he recibido es mayor a lo que le he dado, estoy en deuda con ella; Xalapa es mi casa social, común y colectiva; pero será bella en serio si sus habitantes participan, si la quieren y la cuidan, si atrás de la pintura y la publicidad hay naturaleza, humanismo y libertad.

Tal vez sea oportuno pedir que se nos trate como se anuncia que hay que tratar a los turistas los cuales, por cierto, poco interés van a tener en lugares sucios, inseguros y caros; a los visitantes démosles toda la cortesía sin dejar de pensar en nosotros mismos; por cierto, hay cafeterías y restaurantes con precios ofensivos al sentido común y a la economía local, más próximos a Europa que a la capital veracruzana.

Un gobierno diferente, no simulador, defenderá los espacios públicos y aplicara las leyes parejas. Pero sobretodo, se comprometerá con un municipio limpio, seguro, humano, hospitalario y democrático. Un gobierno nuevo resistirá la tentación de hacer del municipio la plataforma ilegitima de sus aspiraciones y carreras políticas. Que gobiernen para todos, que se olviden de compadres y contratistas; que se aparten de las elites económicas tan ayunas de cultura y responsabilidades. Volvamos a las nociones elementales de gobierno del pueblo, sencillo y cumplidor.

Uriel Flores Aguayo

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