miércoles, 29 de junio de 2011

BIOGRAFIAS TUXPEÑAS


Por: Alonso Castaño
alonso-cas1@hotmail.com
“Para todo hay su tiempo: hay tiempo para haber nacido, tiempo para mirar hacia arriba y dejar que tu mirada se vaya ligera, emplumada de humo seco, tiempo para sacar de su funda ese animal que llevamos dentro, tiempo para morir si es necesario; para resucitar también hay su tiempo si el desahuciado espejo de tus amores llora y te reclama” (Robustiano Ángeles: escritor tuxpeño desaparecido en las aguas del Golfo en febrero de 1938. La cita está tomada de su obra póstuma “Memorias de río abajo”)

ROGACIANO ARANGO PÉREZ
(Barrio El Parque de la Bandera 1937 – Parque De La Reforma 1969)
La biografía de Rogaciano Arango está atisbada de hechos como las más, pero es uno quizás, el definitivo en la vida de los hombres, el que puede resumir sin menos cabo el espíritu de la misma.
El domingo 5 de enero de 1969 tres tuxpeños: dos mujeres y un hombre se disfrazaron de Reyes Magos. Trabajaron durante todo el día sobre el pasillo externo del lado sur del parque De La Reforma que corre paralelo a la calle mayor llamada Juárez, tomándose fotos con los pequeños y sus padres. La escenografía levantada ofrecía la misma compasión que los disfraces. Al finalizar la noche lo recaudado no era cuantioso pero si atractivo. Habían estado bebiendo de unos frascos de brandy durante las horas finales del día. Discutieron sobre la repartición equitativa de las cuentas. Se acaloró la discusión hacia las 11 de la noche. Una de las mujeres clavó un picahielos en el pecho del hombre y huyó con el dinero. La otra mujer se mantuvo estupefacta ante el cadáver. La que huyó era la esposa. La que se quedó con el muerto, la amante. El muerto era Rogaciano Arango Pérez.
¿Atraparon o no a la asesina? Este detalle de procuración de justicia en memoria de Rogaciano se omite en la biografía.
PD: Durante algunas noches veladoras mantuvieron viva una diminuta flama en el sitio donde se derrumbó Rogaciano Arango. Después el fuego mortuorio se hizo esporádico hasta desaparecer. Alguien, tal vez la misma mano de las veladoras, incrustó una pequeña cruz de madera días después. Nada de esto está ahora. Sobre ese sitio un gobernante, años más tarde, mandó a levantar una fuente cuyo surtidor dejó de lanzar agua pasado el verano. Hoy la fuente acumula sólo agua de lluvia donde los insectos se reproducen y las aves beben, en mayor medida esos pájaros emplumados de luto llamados tordos.
alonso-cas1@hotmail.com

No hay comentarios: