domingo, 28 de agosto de 2011

NO MÁS SANGRE, NO MÁS PAN



Por Uriel Flores Aguayo
urielfloresaguayo@hotmail.com
Los mexicanos estamos en medio de una guerra que se declaró a lo loco , sin preparación y depuraciones previas, encabezada por un gobierno inepto que buscaba legitimarse, vista la manera tan atropellada y sucia en que llegó al poder, y que terminó aceptando la imposición del gobierno de Estados Unidos, acostumbrado a que los latinoamericanos le hagan el trabajo sucio. A pesar de los más de cincuenta mil muertos y una situación social en creciente descomposición, el gobierno federal sigue en su estrategia fallida, extraviado y recetándonos con una insulsa campaña de publicidad con la que pretenden consolarnos por que “estaríamos peor”. Lamentablemente los problemas del narcotráfico y su intrínseca violencia no es un asunto de policías y ladrones o de buenos y malos, porque a veces los representantes de la ley no son auténticos pero los mafiosos si son de verdad, son muy malos.
Ojalá la solución a estos males estuviera en la actuación de las fuerzas armadas, indispensables y admirables en lo general, pero no es así, hay otros factores mucho mas determinantes en el momento de terror y peligro cotidiano que estamos padeciendo en México, sin deberla ni tenerla. De fondo, el problema es la falta de democracia real y la enorme desigualdad social que nos agobia. Sin democracia el gobierno no sirve, las leyes no se cumplen y los ciudadanos no participan; reinan la impunidad y los privilegios. La pobreza es producto de la concentración de la riqueza, del desempleo y de los bajos salarios; la exclusión social trae marginación, resentimiento y desesperadas acciones de sobrevivencia. Si le agregamos que quienes no tienen nada y ven pantallas y aparadores de una vida frívola a la que nunca van a acceder de forma honesta son jóvenes, podríamos empezar a entender las razones por la cuales las bandas criminales nutren sus filas con tanta facilidad y han escalado en la deshumanización sanguinaria de sus sicarios.
No puede estar bien una sociedad donde ocurre todo eso, donde unos pocos tienen todo y otros muchos casi no tienen nada, donde se sostienen deportes profesionales, es el caso del fut bol, y espectáculos donde se utilizan desproporcionados recursos económicos. Como nos lo acaban de ilustrar las reinas-ebrias-ladies de Polanco, tenemos un serio problema de estilo de vida y de práctica de valores, tanto individuales como colectivos. Vivimos en una sociedad con muy precarios valores democráticos, donde se fomenta la ignorancia y el aislamiento, donde domina el clasismo y el racismo; muy persignados mientras no se asuma un compromiso social, muy legalistas si la ley la cumplen otros y muy frívolos hasta para hablar de la guerra. El duopolio televisivo con la ayuda de la señora Gordillo y el PAN nos han convertido en una sociedad boba, conformista y de limitada trascendencia. Es nuestro deber reflexionar en todo eso si queremos salir de las guerritas locas. Ya no se exagera si se dice que en eso se nos va la vida.
Ganar la guerra es vivir en paz, de la que el sustento es la democracia y el bienestar social; pero para ganarla no bastan las cárceles, hay que desarmar y quitarles el dinero a los mafiosos, por que esa es la verdadera base de su dominio. Si se quiere reducir ese poder de fuego hay que exigirles a los gringos que controlen sus fronteras con la misma eficacia con que impiden el paso de los mexicanos. Es urgente ubicar el dinero del narcotráfico para evitar que continúe corrompiendo a la sociedad e instituciones pero sobretodo para acabar con la fachada de grandeza de tanto seudo empresario y político, cuya falta de escrúpulos y abundancia de ambiciones tienen al país de cabeza.
Si vivimos una guerra debemos asumirla en todos sus términos, preparándonos mejor y siendo muy exigentes con los que hablan a nuestro nombre. Que sea pareja, que afecte a la gente común, de a pie, pero también a las elites, sobretodo a los funcionarios que teniendo esa responsabilidad no hacen nada, simulan y nadan de “a muertito”. No es justo que las familias sufran la desaparición de sus hijos o que de pronto se vean en medio de una balacera mientras los funcionarios se dedican a dar discursos desde el blindaje de su seguridad personal: todos coludos o todos rabones. Sólo un gobierno de izquierda, legitimo, valiente, representativo y sin ataduras puede enfrentar con éxito la terrible situación que estamos viviendo como resultado de los once años perdidos del desgobierno del PAN.

Recadito: dos de septiembre en Panuco y el día cuatro en Tantoyuca, Tuxpam y Papantla. Vamos con AMLO.

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