¿Quién es el principal enemigo de México?
Raúl Abraham López Martínez*
En el Tractatus Ludwig Wittgenstein acuñó la tesis “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” parafraseando esta idea se puede señalar que “los límites del lenguaje de los políticos, de los empresarios, de los militares, de todos aquellos que toman decisiones que afectan a la mayoría de la población en el país o en el mundo, son los límites de su propio mundo”.
Esto hay que dejarlo muy claro, ese mundo que los tomadores de decisiones construyen por el tamiz de sus propios intereses de grupo o de clase, no tiene que ver con el mundo, los problemas y necesidades que enfrentamos de manera cotidiana la mayoría de las personas.
La minoría que gobierna el planeta, aliados con las minorías que dirigen los desgatados Estados- Nación, han construido un mundo paralelo que en los discursos y en las acciones de gobierno sólo han servido para sostener por medio de la intimidación y de la represión su status quo.
De esta manera se entiende, el aumento de los niveles de pobreza a escala planetaria, aunado a la consolidación de organismos internacionales que agrupan a los países más ricos, cuyo único fin de estos organismos, ha consistido en evaluar de manera periódica el mantenimiento de sus autoasignados privilegios.
Retomando la idea inicial de Wittgenstein, los representantes de estos países, que para nada representan el sentir global, y que tampoco representan el sentir de las poblaciones que se dicen representar, insisten en imponer sus conceptos e intereses de manera arbitraría por medio de sus propias concepciones políticas.
El concepto de “Seguridad” es una de estas creaciones lingüísticas cuyo contenido semántico se ha reducido a la vertiente militar. En nombre de la seguridad o mejor dicho, en nombre de la seguridad de unos cuantos, los integrantes del G8 han privilegiado la doctrina de “Seguridad Nacional” que Estados Unidos ha enarbolado desde la Guerra Fría, que en lugar de modificarse después de la caída de la URSS y del Muro de Berlín, los dueños de EUA la han sostenido e incluso al perpetrarse los ataques a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, esta doctrina de seguridad tuvo un relanzamiento.
En el rango de las relaciones internacionales y de las políticas públicas de los gobiernos, este concepto de “Seguridad Nacional” se ha traducido en privilegiar la vía militar para resolver los conflictos políticos, sociales y económicos que se presenten.
Este es el tipo de seguridad que el gobierno de Felipe Calderón insiste en preservar en concordancia con los dictados del vecino gobierno del norte. Actuando como si todavía estuviéramos en la Guerra Fría, Calderón acude a todo un corpus propagandístico para construir a un enemigo que distingue con el nombre de “narcotráfico” para justificar y legitimar un concepto de seguridad ajeno a la mayoría de la población.
Retomando una vez más la tesis de Wittgenstein, contrario a este concepto de seguridad reducida a las respuestas militaristas, existen otros conceptos de seguridad que han surgido desde abajo, desde los movimientos sociales, desde los críticos al capitalismo, desde los ámbitos académicos que se niegan a actuar de manera servil con el poder.
Uno de estos nuevos conceptos es el de “seguridad humana” “La expresión “seguridad humana, fue utilizada por primera vez en el informe sobre desarrollo humano en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 1994. Desde entonces, numerosas voces han coincidido en señalar que, en un mundo donde las amenazas se han transformado y donde las características de los conflictos armados también lo han hecho, el individuo debe de erigirse como principal objeto de la protección. Especialmente después del fin de la Guerra Fría, los retos en materia de seguridad internacional han pasado de la protección puramente militar de los intereses de los Estados y de su territorio, a una concepción basada en la necesidad de garantizar la seguridad de las personas mediante lo que comúnmente se ha denominado “ausencia de miedos” y “ausencia de necesidades”. (Narcís Serra Serra en Reconceptualizar la seguridad en el siglo XXI. Úrsula Oswald y Hans Günter Brauch. CRIM-UNAM. 2009).
Este es el tipo de seguridad que en un país como México el gobierno y sus empresarios deberían de estar promoviendo como el principal eje de su política interna, en centrarse en garantizar a la población la ausencia de miedos, el miedo al desempleo, el miedo a no contar con los servicios médicos adecuados, el miedo de que nuestros hijos no puedan entrar a la universidad, de vencer el miedo de evitar incurrir en delitos para llevar un ingreso económico a nuestras familias, de vencer el miedo de las mujeres al acoso sexual en el trabajo, etcétera.
De atender las necesidades básicas de la mayoría la población, de combatir al principal enemigo de México: la pobreza y la desigualdad.
*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria www.vozuniversitaria.org.mx
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