
PRIMERA PARTE...
* Discurso de Andrés Manuel López Obrador en el ciclo de conferencias Diálogos con México, que organiza el Centro Internacional Woodrow Wilson
Buenos días.
A pesar de que a lo largo de la historia, las relaciones entre México y Estados Unidos han sido difíciles y complejas, también ha habido periodos de entendimiento y cooperación para el desarrollo.
Recordemos la relación de respeto y comprensión cuando la expropiación petrolera entre los gobiernos de Franklin Delano Roosevelt y el General Lázaro Cárdenas del Río. O durante la Segunda Guerra Mundial cuando México ayudó a Estados Unidos a satisfacer su necesidad de materias primas y mano de obra mediante el convenio laboral del programa “Bracero”.
En los años cincuenta, México fomentó su industria, lo cual requirió de bienes de capital y tecnología de los Estados Unidos.
En los sesenta, se iniciaron en México los programas para el desarrollo de la zona fronteriza norte, aprovechando el creciente intercambio comercial con nuestro vecino. Al mismo tiempo, el crecimiento de nuestro mercado interno resultó atractivo para las empresas estadounidenses que abrieron filiales e invirtieron en México.
En 1993, se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y, en 1995, Estados Unidos otorgó apoyo financiero extraordinario para superar la devaluación del peso y la crisis de confianza al concluir la administración de Carlos Salinas de Gortari.
Sin embargo, en los últimos tiempos, la cooperación bilateral se ha enfocado más a temas de seguridad, sin atender las causas que han originado los problemas de violencia y la creciente migración de mexicanos a los Estados Unidos.
En consecuencia, es menester exponer ante ustedes, aquí en Washington, nuestra visión acerca de lo acontecido en los tiempos recientes en nuestro país.
Debe saberse que, desde 1983, la política económica aplicada en México, sólo ha beneficiado a una pequeña minoría y ha propiciado el abandono de las actividades productivas, la falta de empleos, el empobrecimiento de la gente y la descomposición social que hoy se expresa en inseguridad y violencia.
Para demostrar que la crisis de México tiene como origen los malos resultados de la política económica, conviene seńalar que en los últimos 28 años, de 1983 a la fecha, el crecimiento del Producto Interno Bruto ha sido en promedio de 2.3 por ciento y, si consideramos el aumento de la población, el per cápita es de 0.4 por ciento anual, una de las tasas más bajas del continente americano y del mundo.
La falta de crecimiento no sólo debe atribuirse a los defectos estructurales del modelo neoliberal, sino también al mal manejo de la política económica y, fundamentalmente, a la corrupción gubernamental.
Por ejemplo, en la administración de Carlos Salinas, la conducción de la economía se basó en privilegiar a un pequeño grupo, sin importar el interés nacional. Este grupo se benefició sobre todo de la privatización de activos del Estado, muchos de los cuales terminaron siendo monopolios que asfixiaron gran parte del potencial de competencia y de crecimiento de la economía.
Al mismo tiempo, el gobierno abandonó las políticas de fomento al sector agropecuario, a la industria y al resto de las actividades productivas. Se dividió a PEMEX y a la industria eléctrica, y se rompió la cadena de valor que permite manejar de manera eslabonada e integral al sector energético.
Esto explica en buena medida la paradoja de que México, siendo uno de los principales países productores de petróleo sea, a la vez, uno de los más grandes importadores de gasolinas y de otros petrolíferos en el mundo.
La poca creación de empleos y el abandono del campo y de las actividades productivas provocaron el aumento de los flujos migratorios a los Estados Unidos y México se convirtió en el país que más mano de obra exporta al extranjero.
En la actualidad, el fracaso de esta economía de élite se mide con tasas de desempleo y subempleo del 21 por ciento de la Población Económicamente Activa. Hoy, según cifras oficiales, el 67 por ciento de los trabajadores con empleo, 7 de cada 10, reciben ingresos que no superan los tres salarios mínimos, o sea, 13 dólares diarios.
Y lo peor de todo, es que en los últimos cinco años, por la llamada “guerra contra el narcotráfico”, han perdido la vida alrededor de 50 mil mexicanos, muchos inocentes y en su mayoría jóvenes que no tuvieron oportunidades y fueron obligados por las circunstancias a tomar el camino de las conductas antisociales.
En pocas palabras, la violencia en México se ha originado, en lo fundamental, por la falta de desarrollo.
Por eso, nuestra propuesta consiste en cambiar la política económica, orientando el esfuerzo del gobierno de México hacia la reactivación de la economía, la generación de empleos y el bienestar de los mexicanos.
En específico, nos proponemos superar el estancamiento económico con proyectos de desarrollo de alto impacto y dimensión social. Puntualmente, planteamos:
Rescatar al campo e impulsar la autosuficiencia alimentaria. La soberanía alimentaria.
Sembrar un millón de hectáreas de árboles maderables en el sureste del país, para crear empleos, detener el fenómeno migratorio y mejorar el medio ambiente.
Integrar y utilizar al sector energético como palanca del desarrollo.En específico, construir cinco grandes refinerías que aumenten el valor agregado del petróleo crudo, generen empleos y sustituyan las importaciones de combustibles que hoy nos cuestan más de 20 mil millones de dólares por año.
No permitir las prácticas monopólicas y establecer como prioridad la libre competencia. Actualmente, por los monopolios se pagan precios exagerados que quitan a las familias entre 10 y 15 por ciento de sus ingresos y son un freno al crecimiento económico y al empleo;
Dar prioridad al desarrollo de la pequeña y mediana empresas, con energéticos y créditos baratos, con protección ante precios exagerados de insumos, impuestos altos y burocratismo;
Crear un corredor económico y comercial en el Istmo de Tehuantepec. Este proyecto se propone aprovechar la ubicación estratégica y la cercanía en esta franja del territorio nacional para unir al Pacífico con el Atlántico y, con ello, facilitar el transporte de mercancías entre los países de Asia y la costa este de los Estados Unidos.
Se trata de un corredor de 300 km, donde se construiría una línea ferroviaria para el transporte de contenedores, se ampliaría la carretera existente, se rehabilitarían los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos y se instalarían plantas para ensamblar piezas y fabricar manufacturas.
Este proyecto que, dejará a salvo el derecho a nuestra soberanía, se promoverá con la participación del sector público, privado y social. En este caso, como en cualquier otro proyecto, se tendrán en cuenta los impactos ambientales y no se pasará por encima de los derechos de los propietarios de las tierras; por el contrario, serán tomados en cuenta, consultados e incorporados como parte sustantiva del proyecto.
En particular, los dueños de las tierras que formarán parte de este corredor, serán invitados a participar como socios o accionistas de la empresa que se constituya con este propósito.
La construcción de estas obras y las fábricas que se instalen, generarán un importante número de empleos, para evitar que los jóvenes de esta región sigan emigrando hacia el norte en busca de oportunidades de trabajo.
Impulsar la industria de la construcción para reactivar pronto la economía y generar empleos. En lo específico, se proponen los siguientes proyectos:
a) un programa de un millón de acciones de mejoramiento, ampliación y construcción de vivienda en el medio urbano y rural, para generar 500 mil empleos;
b) la construcción de obras y servicios públicos (introducción de agua potable, drenaje, construcción de pavimento, de escuelas, hospitales y espacios para la recreación y deporte) en colonias populares del Valle de México, en ciudades fronterizas y en las periferias de las urbes más pobladas del país;
c) la construcción de nuevas carreteras, sobre todo, en el sur sureste; así como un programa para atender a 362 municipios (15 por ciento de los 2,456 que existen) cuyos pueblos no cuentan con caminos pavimentados para trasladarse a sus cabeceras municipales. La construcción de estos caminos debe hacerse con el uso intensivo de mano de obra comunitaria para crear empleos y fortalecer la economía local.
d) la construcción de un nuevo aeropuerto internacional en Tizayuca, Hidalgo, con la operación de un tren moderno y rápido hacia la ciudad de México;
e) la construcción de trenes rápidos o de gran velocidad de la Ciudad de México hacia la frontera con Estados Unidos, así como el tren turístico y cultural de la ruta maya Cancún-Chichén Itzá-Mérida-Campeche-Palenque.
Como es obvio, llevar a la práctica estas acciones se necesitarán recursos que deberán obtenerse mediante la participación e inversión conjunta del sector público, privado y social.
Fuente: Gobierno Legítimo...
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