miércoles, 3 de abril de 2013

POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA

JUAREZ, TORRES BODET, REYES HEROLES Y COLOSIO 

(Parte 2) 

Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo 

b) Jaime Torres Bodet 
Aunque no es la intención del artículo hablar de la biografía y obra completa, de Don Jaime Torres Bodet, no puedo dejar de señalar en forma sucinta, la tarea que heredó a los mexicanos, que le hace ocupar un sitio prominente en la historia de la cultura mexicana del siglo veinte. Hombre de letras toda su vida y entregado desde la juventud a la función pública; miembro del Servicio Exterior Mexicano (1936-1939): Subsecretario y Secretario de Relaciones Exteriores (1947-52), Secretario de Educación Pública en dos ocasiones, de 1943 a 1946 y de 1958 a 1964; Director de la UNESCO de 1948 a 1952; Embajador de México en Francia, entre otros cargos valioso que ocupó en su vida y en los que dejó una huella perdurable. 

Y dentro de esa trayectoria, sobresalen sus logros valiosos a favor de la educación mexicana, de los que me permitiré destacar sólo algunos, mismos que permitieron avances de los que hoy gozamos muchas generaciones adultas. En este rubro destacan los siguientes: 

· Haber coordinado y principal hacedor de la nueva redacción del texto del Artículo Tercero Constitucional aprobado por el Congreso en el año de 1944, con el que se superó un conflicto de varios años, logrando eliminar el concepto de la “educación socialista”, precisando y definiendo la naturaleza libre (exenta de cualquier visión ideológica o política) de la educación mexicana; texto que se ha mantenido sin cambios en su parte conceptual. 

“…La libertad de creencias es un principio indispensable y vital de la democracia. Precisamente, porque así lo apreciamos, pondremos nuestro mayor empeño en acatarlo cumplidamente y consagraremos toda nuestra energía a velar porque los intereses organizados por las creencias no traten de minar esa libertad que las leyes les aseguran, intentando luchar unas contra otras en nuestro seno e introduciendo subterráneamente en la estructura educativa de México, esos gérmenes de discordia y de sectarismo que motivaron en el pasado tantos conflictos, tantos errores y tantos lutos”… 

“…Ya no será una educación dirigida a un fin específico o para un sector de la sociedad en particular, sino que se reflejará en una concepción de educación que se caracteriza principalmente por la formación integral del individuo, encaminada hacia el bien y la justicia.” [Torres Bodet, 1948: 125]. 

· Desde ese encargo, promovió la Campaña Nacional contra el Analfabetismo (1944-1946), siendo un defensor de quienes en la marginación, no habían contado más que con el valor de la educación para la vida, distinguiendo la separación de abismal que el propio sistema educativo, había promovido en nuestro país entre los ilustrados (élites) y los que vegetan en la ignorancia: 

“…Concebir a la educación para los analfabetas, llevaría a enseñarnos principalmente a valorar nuestra propia alma, a estimar la eficacia de sus virtudes y a reconocer el lastre de sus defectos, asimilando las calidades aprovechables, coordinando las diferencias irreductibles; civilizando, en una palabra, a los grupos que el aislamiento y el abandono han dejado a la zaga del progreso de las ciudades; dando a los centros urbanos interés por las poblaciones del interior; inculcando en unos y en otras el amor de lo autóctono, de lo nuestro y al mismo tiempo despertando en todos una vocación multiforme: la de la vida. Sólo en un pueblo consciente del abismo que media entre la ciencia de vivir y la paciencia del vegetar, podrán florecer con vigor las manifestaciones más altas de la cultura [Torres Bodet, 1948: 126]. 

…”Por eso mismo la norma que debe seguir ésta será: la de perfeccionar nuestra educación sin traicionar nuestras tradiciones, pero sin promover obstáculos insalvables a la renovación incesante del porvenir. Tendremos que rechazar los procedimientos que modelaban al individuo sin tomar en cuenta a la sociedad, para el sólo provecho efectivo de una casta, de un régimen o de un credo" [Torres Bodet, 1948: 124]. 

La educación para Torres Bodet debía estar cimentada sobre todo en valores generales que, en lugar de separar a los mexicanos, los hicieran sentir aludidos por igual. Así lo expresa en su primera intervención pública al referirse al trabajo que se proponía realizar al frente de la SEP, en busca de la "unidad nacional". 

"... una prueba de fe es lo que se propone emprender la Dependencia que ha sido puesta a mi cargo; pero, más aún, en lo que unos y otros conseguiremos si trabajamos unidos, estrechamente, bajo el auspicio de los valores espirituales de solidaridad, de conciliación y de patriotismo que deben servirnos de guías en nuestra cruzada de educación" [Torres Bodet, 1948: 121]. 

Torres Bodet, fue el impulsor de una nueva "pedagogía social", en la que ésta no sólo incluyera un conjunto de técnicas y métodos de enseñanza, sino que comprometiera a todos para ser mejores ciudadanos y en las tareas que los tiempos y el futuro de México exigiera. 

“…Esa pedagogía social será aquella que tomará en cuenta las limitaciones que el sistema de enseñanza formal tiene y que conciba que: para educar al hombre, hay que educar a la ciudad. Todo maestro genuino percibe, efectivamente, que la enseñanza más limpia, suele estrellarse contra las barreras que encuentra, fuera del ámbito de la escuela" [Torres Bodet, 1987: 25]. 

Con esta perspectiva, Torres Bodet, se adelanta a su tiempo pensando en la educación flexible, en donde los métodos pedagógicos permitan a los alumnos incidir en la realidad e intervenir de una manera más activa en el mundo, pero para ello había que modificar la escuela y al docente, para prepararles para ese tipo de enseñanza y para lograrlo, el sistema debía cambiar, pues dejarlo así, no encajaría con esos objetivos de educación responsable, liberal e insertada en la sociedad: 

“... cuando hablo de la necesidad de combatir la ignorancia para consolidar la paz, no me hago ilusiones exageradas sobre lo que, por sí solas, pueden obtener las escuelas como factor de renovación social...la escuela no será suficiente; los profesores no serán suficientes; los escritores, los artistas y los poetas no serán suficientes. Una escuela digna de la vida exige una vida digna de la escuela [Torres Bodet, 1965: 39]. 

Igualmente, no fue extraño que fuera el animador y ejecutor, en 1958, del Plan de Once Años, que se consideró el primer esfuerzo nacional de planeación educativa en México y creador de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito. Con este plan, se daría un trascendente impulso para la educación en todo el país. Se comprometía a construir casi 25 mil nuevas aulas y más de 50 mil plazas de profesores e insidió en los gobernantes para hacerlo realidad; así mismo, se preocupó por formar el Comité Federal del Programa de Construcción de Escuelas (CAPFCE) (1945) y lograr en breve la profesionalización del docente fundando el Instituto Nacional de Capacitación del Magisterio, porque sabía que cultivando al maestro en valores científicos, morales y nacionalistas, la buena educación estaría garantizada. Así mismo, promovió la creación de los Centros Regionales de Enseñanza Normal (CREN), del Museo de Historia en Chapultepec, antecedente del Museo Nacional de Antropología e Historia y promotor y creador de la Pinacoteca del Virreinato, entre otras muchas instituciones y acciones, que sería imposible enumerar en este artículo. 

Pero su mayor logro fue sin duda, el haber logrado los libros de texto gratuitos pues se enfrentó, junto con Martín Luis Guzmán primer Director de este programa, a los que veían en los libros escolares su principal negocio. Por eso recordamos aquí, uno de los fragmentos que escribiera cuando dejara la Secretaria de Educación Pública (1964). 

“…ya no habrá en nuestro país, en lo sucesivo, niño que careciese (si asistía a un plantel primario) del material de lectura que todo estudio requiere. Recordé un retrato conmovedor: el de una niña que sostenía, entre sus frágiles dedos, un libro del primer grado. Sus ojos vivaces y sonrientes, parecían prometer a quien los veía la realización de una hermosa esperanza libre. La Patria, representada en la portada de su texto, le infundiría valor para persistir… 

“…Aunque han pasado los años, los libros gratuitos siguen distribuyéndose. No me hago, a este respecto, ilusión alguna. Lo sé muy bien: quienes reciben esos volúmenes ignoran hasta el nombre del funcionario que concibió la idea de que el gobierno se los donase. No obstante, cuando- al pasar por la calle de alguna ciudad de México- encuentro a un niño, con su libro de texto bajo el brazo, siento que algo mío va caminando con él. Y reitero mi gratitud para el Presidente humano (Adolfo López Mateos), sin cuya compresión no hubiese podido nunca llevar a cabo- según comentó Ertze Garamendi, en un artículo que no olvido- lo que definió Goethe como la dicha mejor del hombre: realizar, en la madurez, un sueño de juventud”. (Bodet, J., Memoria Política de México)[1]

Al frente de la UNESCO logró para esta institución un serio impulso en sus acciones, para voltear la atención hacia los países en desventaja, llamados luego del “tercer mundo” o en “vías de desarrollo”. Pero aún en ese espacio, también pensó en la educación como la forma de salir del subdesarrollo a través del intercambio mundial del conocimiento y lo mencionaba en sus discursos diplomáticos: 

“…La cuestión de ¿cómo debemos educar? está íntimamente enlazada con estas otras: ¿Cómo debemos vivir? ¿Cuál será el régimen del mundo futuro?... Por esa razón, me permito insistir sobre este punto: hay algo más en la cooperación intelectual que un simple intercambio de conocimientos y de ideas, de profesores y revistas, de laboratorios y de colecciones de museos. Hay algo más importante que todo eso en la base misma de la cooperación intelectual y es, la cooperación de los intelectuales; la fuerza organizada del mundo de las ideas, para impedir que ocurran de nuevo las monstruosas desviaciones que llevaron a los pueblos a resolver su crisis por la violencia [Torres Bodet, 1987: 21]. 

Sin duda, el pensamiento de Don Jaime Torres Bodet, es una valiosa herencia, especialmente en estos tiempos en que debe ser retomada. Hoy, que el sistema educativo está ávido de reformadores y NO de depredadores o mercenarios de la educación, esos que la han visto como un negocio y no como una misión. Los que han dado al traste a la positiva inercia y excelente imagen que imprimieron grandes hombres, educadores empíricos con visión y sensibilidad y de aquellos con alta formación pedagógica y científica, que guiaron correctamente a los gobiernos preocupados por su avance, cuyos resultados hoy se proyectan en el actuar de muchas generaciones valiosas de profesionistas egresados de la educación pública mexicana. Generaciones que hoy deben tomar la estafeta. 

Por todas estas razones y muchas más, Don Jaime Torres Bodet, se merece un lugar especial como pensador, filósofo, educador, diplomático y político, etc., y su obra vale la pena leerla y entenderla, porque sus pensamientos toman vigencia. Ahí están sus ideas y expresiones en forma de discursos y prosas, además de su obra poética, narrativa y ensayística que es hermosa y que lo sitúan entre las figuras prominentes de las letras mexicanas del siglo pasado. 

Gracias y hasta la próxima en que hablaremos de: Jesús Reyes Heroles. 

[1] Torres Bodet, J., Fragmento de La Tierra Prometida (Memorias), Editorial Porrúa, México, 1972, 1ª edición, pp. 241-249.

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